26 DE NOVIEMBRE – JUEVES –
34ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Silvestre Gozzolin
Lectura del libro del Apocalipsis
(18,1-2.21-23;19,1-3.9a):
YO, Juan, vi un ángel que bajaba del
cielo con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con su resplandor. Y gritó
con fuerte voz:
«Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se
ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en
guarida de todo pájaro inmundo y abominable.
Un ángel vigoroso levantó una piedra
grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo:
«Así, con este ímpetu será
precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se
escuchará más en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No
habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido
del molino; ni brillará más en ti luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la
voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la
tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones».
Después de esto oí en el cielo como
el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«Aleluya La salvación, la gloria y el
poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha
condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y
ha vengado en ella la sangre de sus siervos».
Y por segunda vez dijeron:
«¡Aleluya!».
Y el humo de su incendio sube por los
siglos de los siglos.
Y me dijo:
«Escribe: “Bienaventurados los
invitados al banquete de bodas del Cordero”».
Palabra de Dios
Salmo: 99,2.3.4.5
R/. Bienaventurados los invitados al
banquete de bodas del Cordero.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con
vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su
rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su
nombre. R/.
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las
edades. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (21,20-28):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por
ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que
huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que
estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza”
para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encintas o
criando en aquellos días!
Porque habrá una gran calamidad en
esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los
llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por
gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la luna y
las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el
estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la
ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo
serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre
venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto,
levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».
Palabra del Señor
1.- Es muy dudoso que Jesús pronunciará
las frases tan duras, que contiene este texto, sobre la destrucción de
Jerusalén (Lc 21, 20-24), el castigo del pueblo y la dispersión de Israel por
todas las naciones.
La redacción de este discurso salió
de
la mano de Lucas (J. A. Fitzmyer) que sin duda expresaba las
ideas y sentimientos de la comunidad cristiana para la que escribió su evangelio.
Este texto puede dejar la impresión
de que los sentimientos, que en él se expresan, dejan traslucir resentimientos
antisemíticos, que ningún bien hicieron a la unión y concordia entre creyentes.
En todo caso, es conveniente saber
que la ruptura entre judíos y cristianos no parece que se consumara hasta el
siglo IV (Daniel Boyarin).
2. En los vv. 25-28, Lucas
presenta la profecía de Jesús sobre los acontecimientos que precederán a la
venida del Hijo del Hombre.
- ¿Esperaba Jesús una venida
inminente y así lo pensó la Iglesia primitiva?
- ¿Se trata, más bien, de un proceso
histórico que se irá desarrollando, como proceso de creciente liberación, a lo
largo de los tiempos?
Estas preguntas no han encontrado aún
una respuesta clara y definitiva. Ni seguramente será posible encontrarla.
En todo caso, es claro que estamos viendo y viviendo guerras, calamidades
y situaciones que nos causan miedo y ansiedad.
Pues bien, Jesús dice: cuando
empiecen a suceder estas cosas, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación.
Lo que Jesús refiere no es una
amenaza. Es una promesa de esperanza.
3. La
"liberación", de la que habla este evangelio, es la liberación
definitiva y que se alcanza mediante la "liberación histórica" de
tantas opresiones que sufrimos en este mundo. Es la liberación de los oprimidos
por los poderes opresores. La liberación que es eje y nervio central de la fe
en Jesús el Señor.
San Silvestre Gozzolini
Martirologio Romano: Junto a Fabriano, en el Piceno, de
Italia, san Silvestre Gozzolini, abad, que habiendo calado hasta el fondo la
vanidad de todas las cosas del mundo, a la vista de la sepultura abierta de un
amigo, fallecido poco antes, se fue al eremo, cambiando varias veces de sitio
para permanecer más oculto a los hombres, y por fin, en el desierto, junto al
monte Fano, trazó las bases de la Congregación de los Silvestrinos, bajo la
Regla de san Benito. (c.1177 - 1267).
Nació Silvestre en 1177 en Ósimo (Italia),
en la noble familia del perito en Derecho civil Gislerio Guzzolini y Bianca
Ghisleri.
Tenía 20 años cuando fue enviado a la
Universidad de Bolonia a estudiar Derecho, pues la pretensión del padre era que
su hijo fuese como él, un exitoso abogado; sin embargo, Silvestre maduró en el
diálogo con Dios el llamado al estado religioso, de tal manera que también
cursó la Teología en la Universidad de Padua, distinguiéndose entre los
estudiantes por no seguir los vicios de la edad ni dejarse envolver por
discursos peligrosos y deshonestos.
Aunque regresó a la casa paterna graduado
en ambas disciplinas, encontró en su padre el mayor obstáculo para llevar a
efecto su deseo de consagrarse a Dios, e incluso su padre ya no le dirigió la
palabra y le desheredó.
Esto no desanimó a Silvestre quien,
apoyado por su madre y por el obispo de Ósimo para su manutención, ingresó en
la comunidad religiosa de los Canónigos Regulares de la Catedral.
Ordenado sacerdote en 1217, Silvestre
ardía de celo por el Señor, encontrando fuerza en la oración y la meditación de
la Palabra de Dios. Predicaba con fe y era radical en la observancia del santo
Evangelio, por ello era muy querido por el pueblo de Dios.
En 1227, al atender un funeral de un noble
que fue sepultado en la fosa común, tomó mayor conciencia de las vanidades de
este mundo. Dejando todo lo que tenía para estar sólo con Dios, se retiró a la
soledad de Grottafucile, en los Apeninos de Las Marcas, donde comenzó a llevar
una vida eremítica.
Pero, como suele suceder a los santos
eremitas, al poco tiempo se le comenzaron a unir discípulos que querían imitar
su vida y ser guiados por él. De tal modo que en 1230 trasladó la ya numerosa
comunidad a Monte Fano, cerca de Fabriano, y adoptó para ella la regla de San
Benito.
La fundación de los "Benedictinos
Silvestrinos", como se conocen, fue aprobada por el Papa Inocencio IV en
1247, continuándose las fundaciones que, al morir el santo, sumaban ya doce
casas cuyos monjes se distinguían por su pobreza, abstinencia y riguroso ayuno,
unidos a la predicación en los alrededores y la escucha de confesiones.
Célebre en santidad, murió Silvestre
nonagenario el año 1267.
Canonizado por Clemente VIII (1598), le
conmemoramos el 26 de noviembre.
Silvestre, alma contemplativa y deseosa de
coherencia evangélica, se hizo ermitaño practicando una ascesis rigurosa y
madurando una profunda y vigorosa espiritualidad. Para sus discípulos eligió la
Regla de san Benito, pues quería formar una comunidad dedicada a la
contemplación que, a pesar de ello, no descuidara la realidad social de su
entorno. En efecto, él mismo unía al recogimiento el ministerio de una estimada
paternidad espiritual y el anuncio del Evangelio a las poblaciones de la
región", expresó el Papa Juan Pablo II sobre este santo abad y fundador de
los Benedictinos Silvestrinos.
http://vidas santas.blogspot.com
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