23 DE NOVIEMBRE – LUNES –
34ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Clemente I
papa
Lectura del libro del Apocalipsis
(14,1-3.4b-5):
YO, Juan, miré y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre
el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabados en
la frente su nombre y el nombre de su Padre. Oí también como una voz del cielo,
como voz de muchas aguas y como voz de un trueno poderoso; y la voz que escuché
era como de citaristas que tañían sus citaras.
Estos siguen al Cordero adondequiera
que vaya. Estos fueron rescatados como primicias de los hombres para Dios y el
Cordero. En su boca no se halló mentira: son intachables.
Palabra de Dios
Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6
Esta es la generación que busca tu
rostro, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (21,1-4):
EN aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos
ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda
pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda
pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los
donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo
lo que tenía para vivir».
Palabra del Señor
1. El
motivo por el que Jesús elogia a esta pobre viuda no necesita muchas
explicaciones. La fe de esta mujer, manifestada en su
desprendimiento, es ejemplar. Porque cuando la fe llega a
tocar el bolsillo, y lo toca hasta tal extremo que el creyente se quita de la
boca lo que da, entonces no cabe la menor duda de que la fe de esa persona es
tan enorme, que está por encima incluso de la propia subsistencia.
2. Pero
en este breve relato hay algo que hace pensar, y pensar mucho.
Cuando se trata de los donativos a la
religión (representada en el templo), lo que
3. Los donativos
religiosos de los ricos tienen un peligro, a saber: que mediante tales
donativos pueden tranquilizar sus conciencias. Es decir, pueden pretender que
la caridad con Dios (que no necesita ninguna caridad) borre o tape las negras
manchas de la injusticia con el prójimo (que sí necesita que se le haga
justicia).
San Clemente I papa
Clemente fue el tercer
sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia de Roma, a finales del siglo I.
Escribió una importante carta a los corintios, carta que tenía por objeto
restablecer entre ellos la paz y la concordia.
Vida de San Clemente I papa
La comunidad cristiana de
Corinto, radicada en una de las ciudades más cosmopolitas, dio -mezclados con
muchas alegrías-, algunos motivos de preocupación; ya en tiempos del apóstol
Pablo que adoctrinó a los primeros hubo problemas con algunos cristianos que
perdían su fuerza por la boca y se mostraron indisciplinados. Años después se
repitió la historia de los carismáticos que no aceptaban someterse a la
autoridad de los legítimos pastores. El papa Clemente tuvo que intervenir en
esos episodios poco agradables, molestos y preocupantes; era preciso corregir la
desunión y evitar el peligro cismático.
Clemente I, obispo de Roma
durante diez años, mandó a aquellos fieles una espléndida carta que llevaron
Claudio Efebo, Valerio y Fortunato. Está escrita en griego, que era entonces el
idioma oficial, y transportaba a Corinto la paternal recomendación de practicar
la caridad fraterna. No figura en el escrito el nombre de su autor, pero el
análisis interno induce a pensar casi con certeza que el autor, al ser obispo y
de Roma, debe ser el papa Clemente, el cuarto papa, tercer sucesor de Pedro,
después de Lino y Cleto, por eso se le atribuye con toda probabilidad. De
hecho, así lo entendieron Eusebio de Cesarea que califica la carta como
"universalmente admitida, larga y admirable", Orígenes y el resto de
los escritores eclesiásticos.
Clemente está incluido en el
Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios.
Algunas Actas legendarias
-con toda probabilidad falsas- lo presentan emparentado con la familia
imperial, como si fuera primo de Domiciano, o pariente de aquel Flavio Clemente
al que mandó matar el emperador por el crimen de "ateísmo". Otros
testimonios aducen su condición de liberto de la casa Flavia; unos afirman que
procedía del paganismo, mientras que otros lo presentan con ascendencia judía.
Hay quien lo quiere identificar con el homónimo mencionado por al Apóstol Pablo
en la carta a los filipenses como colaborador suyo, y hasta afirma alguno más
que fue convertido en Roma por la predicación de Pedro.
Sea como fuere, a través del
escrito se ve la fina figura de un papa conocedor del Antiguo y Nuevo
Testamento y bien experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma
arrebatada de la fe, origen de la disposición humilde de donde nace la
aceptación de la autoridad; expone -con la seguridad que dan las disposiciones
divinas y no las componendas humanas- la existencia de la autoridad jerárquica
proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama a la comunidad
universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y "rebaño";
no falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la
concordia de la fe y recuperar la paz.
Es admirable descubrir con
nitidez la conciencia de su autoridad y de su obligación universal al
intervenir en uno de los primeros conflictos, en virtud de su suprema
autoridad. Con tono dignísimo y de gran solicitud paternal, Roma ordenó y fue
obedecida.
La carta se considera tan
autorizada por los destinatarios que sesenta años más tarde aún se leía a los
fieles, en la asamblea dominical, según consta por testimonio de Dionisio de
Corinto.
Párrafos de la carta de
Clemente dan a entender que se escribió al finalizar una de las persecuciones,
probablemente la de Domiciano, emperador al que el poder lo cambió
inesperadamente de pacífico a cruel.
Clemente murió mártir al
final del siglo I.
En torno a su muerte tampoco
falta el relato imaginativo de las actas tardías (s. IV) configuradas con una
frondosa literatura que intenta realzar la figura del santo. Suponen que el
emperador Trajano le desterró al Quersoneso, en Crimea, condenándole a trabajos
forzados en una cantera, por negarse a dar culto a los ídolos. La leyenda
referirá abundancia de hechos prodigiosos como el haber sido arrojado al agua
en el mar Negro con un ancla atada a su cuello; pero un ángel enviado por Dios
hizo en el fondo del mar un magnífico sepulcro de mármol; cada aniversario de
su muerte podían los fieles visitarlo a pie seco y cuando una madre olvidó en
una ocasión allí a su hijo, lo encontró al año siguiente vivo.
El ancla que está presente en
su iconografía más bien nos sugiere la firmeza de la fe y la seguridad de la
unidad de las que fue Clemente eminente campeón con su enérgica defensa al
mantener el principio de la autoridad primacial de la sede romana. En medio de
las persecuciones, es el obispo de Roma la indiscutible voz suprema del
magisterio.
Fuente:
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/santoral/santoral.htm
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