4 DE NOVIEMBRE – MIERCOLES –
31ª – SEMANA
DEL T. O. – A –
SAN CARLOS BORROMEO
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
(2,12-18):
Ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba
presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra
salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el
querer y la actividad para realizar su designio de amor.
Cualquier cosa que hagáis, sea sin
protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios
sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis
como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir.
El día de Cristo, eso será una honra
para mí, que no he corrido ni me he fatigado en vano. Y, aun en el caso de que
mi sangre haya de derramarse, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra
fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte, estad
alegres y asociaos a la mía.
Palabra de Dios
Salmo: 26,1.4.13-14
R/. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se
volvió y les dijo:
«Si alguno se viene conmigo y
no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus
hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí
no puede ser discípulo mío.
Así, - ¿quién de vosotros, sí quiere
construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene
para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y
no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir
y no ha sido capaz de acabar."
- ¿O qué rey, si va a dar la batalla
a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá
salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía
lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia
a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Palabra del Señor
1. Jesús pronunció estas
palabras cuando iba de camino hacia Jerusalén (Lc 14, 25). Jesús sabía que iba
derecho al enfrentamiento final que le llevaría a la cruz. Él sabía esto, no
porque tuviera ciencia divina (cosa que no consta en ninguna parte, ni nadie
sabe, ni puede saber, lo que es eso), sino porque tenía sensatez humana, con la
que había aprendido que quienes se enfrentan a un sistema religioso-político,
como él lo venía haciendo, terminaban sus días de la peor manera.
Así aceptó Jesús "la función más
baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado" (Gerd
Theissen). Y conste que lo que Jesús vio que era una constante en su tiempo, lo
sigue siendo hoy.
2. Jesús tomó esta
decisión y echó por este camino porque se dio cuenta de que solo quienes
llegan a este radicalismo son los que mantienen el ideal y la esperanza de que
este mundo pueda ser distinto: un mundo con menos egoísmo y ambiciones y con
más humanidad y gente más honrada. Con un ejemplo basta: desde hace
un siglo, los que han logrado que este mundo sea más soportable no han
sido los que han organizado y ganado las guerras; ni los que han acumulado
enormes capitales, y menos aun los que han matado a todos sus
enemigos.
Los que han hecho algo determinando y
definitivo por el bien de este mundo, algo que ha quedado como memoria de
esperanza, han sido los que tomaron decisiones que les han llevado a la muerte:
Gandhi, Martin L. King, Oscar Romero, Maximiliano Kolbe y tantos otros cuyos
nombres nadie conoce.
3. Jesús dice que para
llegar a esto hay que superar y pasar por encima de todos los lazos humanos que
nos condicionan la libertad y nos incapacitan para superar el miedo. Es duro
esto. Pero es posible. A partir de una mística que se traduce en fuerza. La
fuerza que solo entienden los que la tienen.
Se trata de la fuerza que tiene la
BONDAD. La bondad de los débiles, de los descalificados, de los que fracasan.
Los que viven de forma que así se "autoes-tigmatizan", esos son los
que hacen este mundo más humano, más habitable, más gozoso para vivir en él.
SAN CARLOS BORROMEO
Nació en Arona
(Lombardía) en el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue
agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán.
Fue un verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis,
convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las
almas y fomentó en gran manera las costumbres cristianas.
Murió el día 3 de noviembre del año
1584.
San
Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús;
"Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la
ganará".
Era
de familia muy rica. Su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de
la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. El consideró la muerte
de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque
el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a pedirnos cuentas.
Renunció a sus riquezas y fue ordenado sacerdote y más tarde arzobispo de
Milán. Aunque no faltan las acusaciones de que su elección fue por nepotismo
(era sobrino del Papa), sus enormes frutos de santidad demuestran que fue una
elección del Espíritu Santo.
Como
obispo, su diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza,
Piamonte y Liguria. Los atendía a todos. Su escudo llevaba una sola palabra:
"Humilitas", humildad. El, siendo noble y riquísimo, vivía
cerca del pueblo, privándose de lujos. Fue llamado con razón "padre de los
pobres"
San Carlos Borromeo Decía
que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y
que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en
vez de tener tiempo de sobra para perder.
Para
con los necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores
era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo
y severo.
Fue
el primer secretario de Estado del Vaticano (en el sentido moderno).
Fue
blanco de un vil atentado, mientras rezaba en su capilla, pero salió ileso,
perdonando generosamente al agresor.
Fundó
seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos
institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para
organizar según ellos sus propios seminarios.
Fue
amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de
Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.
Murió
joven y pobre, habiendo enriquecido enormemente a muchos con la gracia. ……murió
diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa
noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo,
estaba agonizando.
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