5 DE NOVIEMBRE – JUEVES –
31ª – SEMANA DEL T. O. – A –
Santa Ángela de la Cruz
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,3-8a):
Los circuncisos somos nosotros, que
damos culto con el Espíritu de Dios, y que ponemos nuestra gloria en Cristo
Jesús, sin confiar en la carne. Aunque, lo que es yo, ciertamente tendría
motivos para confiar en la carne, y si algún otro piensa que puede hacerlo, yo
mucho más, circuncidado a los ocho días de nacer, israelita de nación, de la
tribu de Benjamín, hebreo por los cuatro costados y, por lo que toca a la ley,
fariseo; si se trata de intransigencia, fui perseguidor de la Iglesia, si de
ser justo por la ley, era irreprochable. Sin embargo, todo eso que para mí era
ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo
pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.
Palabra de Dios
Salmo: 104,2-3.4-5.6-7
R/. Que se alegren los que buscan al Señor
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su
nombre santo,
que se alegren
los que buscan al Señor. R/.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente
su rostro.
Recordad las
maravillas que hizo,
sus prodigios,
las sentencias de su boca. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob,
su elegido!
El Señor es
nuestro Dios,
él gobierna toda
la tierra. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-10):
En aquel tiempo, solían acercarse a
Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y
los escribas murmuraban entre ellos:
«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola:
«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, - ¿no
deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los
hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos
para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había
perdido."
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un
solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan
convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, - ¿no
enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las
vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me
había perdido."
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de
Dios por un solo pecador que se convierta.»
Palabra del Señor
1. Todo el capítulo 15 del
evangelio de Lucas está dedicado a explicar cómo se relaciona y cómo se
comporta Dios con los pecadores, perdidos y extraviados.
Esta explicación es capital para
comprender cómo es el Dios que Jesús nos dio a conocer. No olvidemos que los
evangelios son teología narrativa.
Es decir, en los relatos (el
acontecer) se nos revela la teología (el ser) de Dios (Bernhard
Welte).
Por tanto, al ver cómo se porta Dios
con los extraviados, comprendemos cómo es ese Dios en el que creemos. La
conducta de una persona nos
revela cómo es esa persona.
2. Ahora bien, lo que
queda más patente en este capítulo del evangelio de Lucas es que el Dios de
Jesús quiere tanto a los perdidos y extraviados que no puede pasar sin ellos.
Por eso Dios ni juzga, ni condena a los extraviados, sino que los busca hasta
que los encuentra, y los acoge cuando vuelven. Sin reprocharles nada, sin
pedirles explicaciones, sin amenazas, sin juicio ni castigo. Es más, cuando
Dios encuentra al extraviado, se alegra, lo lleva en sus hombros, convoca a
todos los que se pueden alegrar con él, y organiza un banquete de fiesta.
Porque su alegría es indecible.
Esto es lo que se destaca en las tres
parábolas: la oveja perdida (15, 3-7), la moneda extraviada (15, 8-10) y el
hijo "perdido" (15, 11-32). Así es el Dios que nos presenta Jesús.
3. Por esto, Jesús se
comportó con los más extraviados y perdidos, con los despreciables pecadores,
de forma que todos acudían a escucharle. Cuando esta clase de personas se
acercan a alguien es porque en esa persona encuentran comprensión, tolerancia,
respeto, acogida, y jamás escuchan un reproche, ni siquiera un recelo o una
sospecha. Ya sea por su vida "pública", bien sea por su vida
"privada". Y si además se les invita a comer, compartiendo la misma
mesa, la amistad, el gozo y la alegría de la mutua confianza, entonces y así, nos
vemos sorprendidos por la inesperada teofanía del Dios de Jesús.
Así es el Dios en el que creemos. -
¿No vale la pena parecerse a este Dios?
Dios se "encarnó". Dios se
"humanizó". Y así nos enseña a nosotros a ser
"profundamente humanos".
Santa Ángela de la Cruz
Santa Ángela de la
Cruz Guerrero González
María de los Ángeles Guerrero González nació en Sevilla el 30 de enero de
1846 y murió también allí el 2 de marzo de 1932. Humilde religiosa española,
fundó la congregación religiosa llamada Compañía de las Hermanas de la Cruz
dedicada a ayudar a los pobres y a los enfermos.
Fue canonizada en Madrid por san Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.
Ángela
Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres, nació el 30 de
enero de 1846 en Sevilla en el seno de una familia sencilla. Sus padres,
Francisco Guerrero y Josefa González, tuvieron catorce hijos, pero sólo seis
llegaron a mayores de edad a causa de la terrible mortalidad infantil, aún
persistente durante todo el s. XIX.
Sus
padres eran—hasta la exclaustración de los religiosos en 1836—los cocineros del
Convento de los Padres Teatinos de Sevilla. Su padre murió pronto. Sin embargo,
la madre llegara a ver la obra de su hija, y las Hermanitas de la Cruz la
llamaran con el dulce nombre de "la abuelita" y quedaran admiradas de
las muchas virtudes que florecían en el jardín de su alma. Ella supo
trasplantarlas al jardín del alma de su hija Ángela. Se dice que un día, siendo
aún muy pequeña, desapareció y todos la buscaron. Todos menos su madre que
enseguida adivinó donde estaba: en la iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo
los altares. Ya mayor dirá: "Yo, todo el tiempo que podía, lo pasaba en la
iglesia, echándome bendiciones de altar como hacen las chiquillas".
Por
carecer de recursos, apenas puede aprender a leer y escribir. Ángela, que
crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de
bondad natural. Ya de joven, nadie osaba hablar mal o pronunciar blasfemias en
su presencia. Si hablaban algo menos puro, al verla llegar, decían, cambiando
de conversación: "Callad, que viene Angelita".
Ángela
necesita trabajar desde los doce años para ayudar a su familia, cuando apenas
ha tenido ocasión de asistir a la escuela: en el taller de calzado de doña
Antonia Maldonado, en la calle del Huevo, trabajó durante algún tiempo como
zapatera. Dña. Antonia estaba encantada de ella y exhortaba a las demás a que
la imitaran. Hacia rezar el rosario y rendían más que antes.
El
Padre Torres Padilla era muy amigo de la familia donde trabajaba como zapatera.
Le habían hablado de la maravilla de aquella joven.
De
1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte
su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares
pobres que visita. En 1865 se cierne una oleada de cólera sobre Sevilla que
azota a las familias pobres hacinadas en los "corrales de vecindad".
Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños
castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en
conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a
monja". Cuenta ahora con diecinueve años.
Quiso
entrar en las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz de Sevilla, aunque
no la admitieron por temor a que no pudiera soportar los duros menesteres del
convento en su cuerpo menudo y débil.
Después
ingresó en las Hermanas de la Caridad. Llegó a vestir el hábito, pero hubo de
salir del convento al enfermar. Viendo que no podía ser monja en el convento,
se dijo a si misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos
religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871 nos revela que "María de
los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo Crucificado" promete vivir
conforme a los consejos evangélicos: ya que le ha fallado ser monja en el
convento, será monja fuera. Dos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor
Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir
siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en
ella junto a Jesús. De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.
Ángela
comienza a afirmarse en una idea que le ha venido con fuerza: "hay que
hacerse pobre con los pobres".
En
invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el
voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón
inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le
asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17
de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se
verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los
hombres.
Ángela
ha encontrado tres compañeras: Josefa de la Peña, una terciaria franciscano
"pudiente", que ha decidido dar el paso que su contacto con los
pobres le está pidiendo; Juana María Castro y Juana Magadán, dos jóvenes
pobres, sencillas y buenas. Con el dinero de Josefa Peña alquilan su
"convento": un cuartito con derecho a cocina en la casa número 13 de
la calle San Luis, y desde allí organizan su servicio de asistencia a los
necesitados a lo largo del día y de la noche. Poco después se trasladan al
número 8 de la calle Hombre de Piedra, y comienzan a adquirir notable
consistencia en el clima religioso de Sevilla. Estrenan hábito y sus compañeras
comienzan a llamarle "Madre", cuando aún no se ha borrado de su
rostro la primavera de la niñez. Entre duras penitencias y mortificaciones,
fieles a la causa de los pobres, consiguen obtener en 1876 la admisión y
bendición del Cardenal Spinola.
Todo
el resto de su vida estaría marcado por el signo doliente de la Cruz, pero
también por la felicidad de quien se siente "luz en el mundo mostrando una
razón para vivir". La Compañía va a crecer, y con ella el agradecimiento
del pueblo sevillano y de todos los rincones de Andalucía a donde llega el
espíritu de Sor Ángela. Como afirma José María Javierre en su preciosa obra
Madre de los pobres: 'Que yo sepa, es el único caso en el mundo. Existe una
ciudad donde pronunciáis el nombre de una persona y todos los habitantes,
todos, sonríen: -Era buena, era una santa."
La
siguen bastantes jóvenes y mayores que quieren imitar a Sor Ángela y seguir su
mismo género de vida. Todos caben en sus casas. La austeridad será nota
distintiva de sus casas. Roma da aprobación a su Obra.
Fallecimiento
Falleció
el 2 de marzo de 1932 como consecuencia de un accidente cerebrovascular,
personas de todas las clases sociales rindieron homenaje a la hoy Santa que,
por privilegio del Gobierno de la Segunda República Española, fue sepultada en
la cripta de la Casa Madre en Sevilla.
Dos
días después el Ayuntamiento republicano de la ciudad de Sevilla, presidido por
el alcalde don José González Fernández de Labandera, decidió por unanimidad que
constase en acta el sentimiento de la Corporación por la muerte de la religiosa
y decidió se rotulase con su nombre la entonces llamada calle Alcázares, donde
estaba y continúa el convento. Esta decisión tiene gran importancia, si tenemos
en cuenta las ideas anticlericales imperantes en la época.
Canonización
El
Papa Juan Pablo II la beatificó el 5 de noviembre de 1982. El 20 de diciembre
de 2002, la Iglesia reconoció oficialmente su santidad, al aprobar el milagro
que le había sido atribuido, la curación, científicamente inexplicada, de un
niño que sufría una obstrucción de la arteria central de la retina del ojo
derecho y recuperó repentinamente la visión. Fue canonizada por Juan Pablo II
el 4 de mayo de 2003 en la madrileña Plaza de Colón, con el nombre de Santa
Ángela de la Cruz.
El
7 de mayo de 2003, el cuerpo incorrupto de la Santa es trasladado desde la Casa
Madre hasta la Catedral de Sevilla, donde presidió los actos en su honor, por
la Canonización. Una gran multitud se concentró a su paso, adornándose los
templos y calles del recorrido para la ocasión.
En
2012, la Compañía de la Cruz tiene más de cincuenta conventos, 700 hermanas y
unas 50 novicias que realizan el noviciado en Sevilla. Los países donde se
encuentra son España, Argentina e Italia. En España en las comunidades
autónomas de Andalucía, Extremadura, Canarias, Madrid, Comunidad Valenciana,
Castilla y León, Castilla La Mancha y Galicia.
Oración a Santa Ángela de la Cruz
Dios de toda bondad, que iluminaste a Santa
Ángela virgen, con la sabiduría de la cruz, para que reconociese a tu Hijo
Jesucristo en los pobres y enfermos abandonados, y los sirviese como humilde
esclava, concédenos la gracia que te pedimos por su intercesión, en esta
novena.
Así también, inspira en nosotros el deseo de
seguir su ejemplo, abrazando cada día nuestra propia cruz, en unión con Cristo
crucificado y sirviendo a nuestros hermanos con amor.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, Hijo tuyo y
Señor nuestro.
Amén.
(Fuente: hermandades-de-sevilla.org y
wikipedia)
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