27 DE NOVIEMBRE – VIERNES –
34ª – SEMANA DEL T. O. – A –
La Medalla Milagrosa
Lectura
del libro del Apocalipsis (20,1-4.11-15):
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con la llave
del abismo y una cadena grande en la mano. Sujetó al dragón,
la antigua serpiente, o sea, el Diablo o
Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y puso
un sello encima, para que no extravíe a las naciones antes que se cumplan los
mil años. Después tiene que ser desatado por un poco de tiempo. Vi unos tronos
y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las
almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los
que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca
en la frente ni en la mano. Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil
años.
Vi un trono blanco y grande, y al que
estaba sentado en él. De su presencia huyeron cielo y tierra, y no dejaron
rastro. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron
los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados
según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió a sus muertos, Muerte
y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras.
Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego —el lago de fuego es
la muerte segunda—. Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue
arrojado al lago de fuego.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de
Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Palabra de Dios
Salmo
83
R/.
He aquí la morada de Dios entre los hombres.
V/. Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.
V/. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mío y Dios mío. R/.
V/. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichoso el que encuentra en ti su
fuerza.
Caminan de baluarte en baluarte. R/.
Evangelio según san Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, expuso Jesús una
parábola a sus discípulos:
"Fijaos en la higuera o en
cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano
está cerca.
Pues, cuando veáis que suceden estas
cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta
generación todo esto se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no
pasarán".
Palabra del Señor
1. Por los evangelios sinópticos,
sabemos que las comunidades primitivas pusieron en boca de Jesús afirmaciones
contundentes en el sentido de que "algo importante" iba a suceder y
por eso los cristianos vivían en una apremiante expectación (Mc 9, 1; Mt 10,
23; Lc 21, 32-33).
¿A qué se referían en concreto tales
expectativas?
Por más que no nos sea posible
saberlo con seguridad (cf. J. A. Fitzmyer), no es menos
cierto que aquellas primeras comunidades de creyentes en Jesús vivían en el
convencimiento de que un cambio muy profundo se estaba gestando. Un cambio que
afectaría a toda la historia siguiente de la humanidad.
¿Qué cambio podría ser este?
2. Por lo menos, es seguro
que el gran acontecimiento que aquella generación vivió fue el mismo
acontecimiento de Jesús, el Crucificado y el Resucitado, que fue el origen y el
punto de partida, no solo ni principalmente, de una nueva era, sino por encima
de todo lo demás, el arranque de un proceso lento, largo e imparable de la
humanización.
En Jesús, Dios se humanizó. Y la
humanización de Dios, en aquel judío enteramente y singular, es el inicio de la
creciente superación de la deshumanización que a todos nos sigue causando
tantos sufrimientos y tanta degradación.
Es este un tema capital que la teología
cristiana no ha desentrañado debidamente.
Quizá hemos necesitado mucho tiempo para
empezar a vislumbrar las consecuencias que lleva consigo la realidad que
estamos viviendo.
3. En todo caso, nuestra esperanza
no se derrumba. Se mantiene firme, no obstante, toda la deshumanización que
a estas alturas de la historia nos sigue acosando.
Jesús lo dijo: "el cielo y la
tierra pasarán, mis palabras no pasarán". Así es: la palabra y la promesa
de Jesús sigue adelante en la historia. Es la palabra y la promesa de una
creciente humanización que, al hacernos más humanos, por eso mismo nos
hace más divinos.
Es decir, nos hace alcanzar la anhelada
meta de un mundo más humano. Y de una esperanza firme en que la vida
tiene sentido. Porque tiene futuro.
El futuro definitivo del Trascendente
que nos espera para siempre. Vamos dejando atrás tiempos de asombrosas
desigualdades. De manera que, casi sin darnos cuenta, las nuevas generaciones tienen
una sensibilidad para exigir los derechos humanos, la igualdad entre los
pueblos y los mortales, la dignidad y el valor de la vida, el derecho que todos
tenemos al goce y al disfrute de la existencia humana, que no se habían
generalizado como ahora son ya patrimonio de la humanidad. Lo cual quiere decir que la causa de Jesús sigue adelante.
Es sencillamente imparable.
Conmemoración de la aparición de la
Virgen a Santa Catalina Labouré. La imagen que vio Santa Catalina es la impresa
en millones de medallas y estampas: La Virgen vestida de blanco con sus palmas
abiertas y rayos de luz saliendo de sus dedos hacia la tierra, junto a Ella, un
globo luciente con la cruz encima. La Madre de Dios insistió a Catalina para
que la humanidad rezara más y así Ella poder prodigar más gracias.
Vida de La Medalla Milagrosa
Las apariciones
El 1830 es un año
clave: tiene lugar en París la primera aparición moderna de la Virgen
Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la "era de María", una etapa
de repetidas visitaciones celestiales. Entre otras: La Salette, Lourdes, Fátima
... Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para traernos gracia,
para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para
recordarnos el camino de salvación y advertirnos las consecuencias de optar por
otros caminos.
Santa Catalina
Labouré
Catalina nació el
2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ). Entró a la vida
religiosa con la Hijas de la Caridad el 22 de enero de 1830 y después de tres
meses de postulantado, 21 de abril, fue trasladada al noviciado de París, en la
Rue du Bac, 140.
El Corazón de San Vicente
La novicia estaba
presente cuando trasladaron los restos de su fundador, San Vicente de Paul, a
la nueva iglesia de los Padres Paules a solo unas cuadras de su noviciado. El
brazo derecho del santo fue a la capilla del noviciado. En esta capilla,
durante la novena, Catalina vio el corazón de San Vicente en varios colores. De
color blanco, significando la unión que debía existir entre las congregaciones
fundadas por San Vicente. De color rojo, significando el fervor y la
propagación que habían de tener dichas congregaciones. De color rojo oscuro,
significando la tristeza por el sufrimiento que ella padecería. Oyó
interiormente una voz: " el corazón de San Vicente está profundamente
afligido por los males que van a venir sobre Francia ". La misma voz
añadió un poco más tarde: " El corazón de San Vicente está más consolado
por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen
María, el que ninguna de las dos congregaciones perezca en medio de estas
desgracias, sino que Dios hará uso de ellas para reanimar la fe ".
Visiones del Señor en la
Eucaristía
Durante los 9
meses de su noviciado en la Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la gracia
especial de ver todos los días al Señor en el Santísimo Sacramento.
El domingo de la
Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró durante el evangelio
de la misa como un Rey, con una cruz en el pecho. De pronto, los ornamentos
reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo que la cruz, como unos despojos
desperdiciarles. "Inmediatamente - escribió sor Catalina - tuve las ideas
más negras y terribles: que el Rey de la tierra estaba perdido y sería
despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban cosas malas ".
Catalina sueña con ver a la
Virgen
El domingo 18 de
Julio 1930, víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl, La maestra de novicias
les había hablado sobre la devoción a los santos, y en particular a la Reina de
todos ellos, María Santísima. Sus palabras, impregnadas de fe y de una ardiente
piedad, avivaron en el corazón de Sor Laboure el deseo de ver y de contemplar
el rostro de la Santísima Virgen. Como era víspera de San Vicente, le habían
distribuido a cada una un pedacito de lienzo de un roquete del santo. Catalina
se lo tragó y se durmió pensando que S. Vicente, junto con su ángel de la
guarda, le obtendrían esa misma noche la gracia de ver a la Virgen como era su
deseo. Precisamente, los anteriores favores recibidos en las diversas
apariciones de San Vicente a Sor Catalina alimentaban en su corazón una
confianza sin límites hacia su bienaventurado padre, y su candor y viva
esperanza no la engañaron. "La confianza consigue todo cuanto espera"
(San Juan de la Cruz).
El Ángel la despierta
Todo era silencio
en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las 11:30 PM oyó que por tres
veces la llamaban por su nombre. Se despertó y apartando un poco las cortinas
de su cama miro del lado que venía la voz y vio entonces un niño vestido de
blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le dijo:
"Levántate pronto y ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera".
Sor Catalina
vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a su
preocupación interior y le dice: "No temas; son las 11;30 p.m.; todas
duermen muy bien. Ven yo te aguardo".
Ella no se detiene
ya ni un momento; se viste con presteza y se pone a disposición de su
misterioso guía, "que permanecía en pie sin separarse de la columna de su
lecho."
Vestida Sor
Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue marchando a "su lado
izquierdo". Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El cuerpo
del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba iluminado.
Al llegar a la
puerta de la capilla la encuentra cerrada; pero el niño toca la puerta con su
dedito y aquella se abrió al instante.
Dice Catalina:
"Mi sorpresa fue más completa cuando, al entrar a la capilla, vi
encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de media
noche". (todavía ella no ve a la Virgen)
El niño la llevó
al presbiterio, junto al sillón destinado al P. Director, donde solía predicar
a las Hijas de la Caridad, y allí se puso de rodillas, y el niño permaneció de
pie todo el tiempo al lado derecho.
La espera le
pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con
cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si las hermanas de vela, que
solían detenerse para hacer un acto de adoración, la veían.
Por fin llegó la
hora deseada, y el niño le dijo: "Ved aquí a la Virgen, vedla aquí"
Sor Catalina oyó
como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la
tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza
atravesaba majestuosamente el presbiterio, "fue a sentarse en un sillón
sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio".
Aparición de la Virgen
Sor Catalina en el
fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en presencia de la
Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: "Mira a la Virgen".
Le era casi
imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que paso dentro
de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.
Entonces el niño
le habló, no como niño, sino como el hombre más enérgico y palabras muy
fuertes: -"¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una
pobre criatura mortal en la forma que más le agrade?" "
Entonces, mirando
a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodillé en el presbiterio,
con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. "Allí pasé
los momentos más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo que
sentí".
Ella me dijo cómo
debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las penas y acudir
(mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar y desahogar
allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que tuviera
necesidad. Entonces le pregunté que significaban las cosa que yo había visto, y
ella me lo explicó todo ".
Instrucciones de la Santísima
Virgen
Fueron muchas las
confidencias que Sor Catalina recibió de los labios de María Santísima, pero
jamás podremos conocerlas todas, porque respecto a algunas de ellas, le fue
impuesto el más absoluto secreto.
La Virgen le dio
algunos consejos para su particular provecho espiritual: (La Virgen es Madre y
Maestra)
Como debía
comportarse con su director (humildad profunda y obediencia). Esto a pesar de
que su confesor, el padre Juan María Aladel, no creyó sus visiones y le dijo
que las olvidara.
La manera de comportarse en las penas, (paciencia, mansedumbre, gozo)
Acudir siempre (mostrándole con la mano izquierda) a arrojarse al pie del
altar y desahogar su corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que
tuviese necesidad. (corazón indiviso, no consuelos humanos)
La Virgen también
le explicó el significado de todas las apariciones y revelaciones que había
tenido de San. Vicente y del Señor.
Luego continuó diciéndole:
Dios quiere
confiarte una misión; te costara trabajo, pero lo vencerás pensando que lo
haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que
sufrir hasta que los digas a tu director. No te faltaran contradicciones; más
te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu director con confianza y
sencillez; ten confianza no temas. Veras ciertas cosas; díselas. Recibirás
inspiraciones en la oración. Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover
desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá
afligido por calamidades de todas clases (al decir esto la Virgen estaba muy
triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigarán gracias a todos
los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.
Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me causa
dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las
reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades a pesar de que hay
almas grandes en ellas. Díselo al que está encargada de ti, aunque no sea el
superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. El deberá hacer cuanto
pueda para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda otra comunidad
se unirá a las de ustedes. Vendrá un momento en que el peligro será grande; se
creerá todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi
visita y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos comunidades. Mas
no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá víctimas. (lágrimas en
los ojos). El clero de París tendrá muchas víctimas. Morirá el señor Arzobispo.
Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo será otra vez
traspasado; correrá la sangra por las calles (la Virgen no podía hablar del
dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido). El mundo
entero se entristecerá. Ella piensa: ¿cuándo ocurrirá esto? y una voz interior
asegura: cuarenta años y diez y después la paz.
La Virgen, después
de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina como
una sombra que se desvanece.
En esta aparición
la Virgen: - Le comunica una misión que Dios le quiere confiar. - La prepara
con sabios consejos para que hable con sumisión y confianza a su director. - Le
anuncia futuros eventos para afianzar la fe de aquellos que pudieran dudar de
la aparición. - Le Regala una relación familiar de madre-hija: la ve, se acerca
a ella, hablan con familiaridad y sencillez, la toca y la Virgen no solo
consiente, sino que se sienta para que Catalina pueda aproximarse hasta el
extremo de apoyar sus brazos y manos en las rodillas de la Reina del Cielo.
Todas las profecías se
cumplieron:
La misión de Dios
pronto le fue indicada con la revelación de la medalla milagrosa.
una semana después de esta aparición estallaba la revolución. Los
revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y finalmente era
destronado Carlos X, sustituido por el "rey ciudadano" Luis Felipe I,
gran maestro de la masonería.
El P. Aladel
(director) es nombrado en 1846 director de las Hijas de la Caridad, establece
la observancia de la regla y hacia la década del 60 otra comunidad femenina se
une a las Hijas de la Caridad.
En 1870 (a los 40
años) llegó el momento del gran peligro, con los horrores de la Comuna y el
fusilamiento del Arzobispo Mons. Darboy y otros muchos sacerdotes. Solo queda
por cumplir la última parte.
Aparición del 27 de noviembre del
1830
La tarde el 27 de
Nov. de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla,
estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír el roce de un
traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.
Aparece la Virgen
Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello.
Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados
hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la
Virgen María en su mayor belleza.
Sus pies posaban
sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y
aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la
altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una
crucecita.
La Stma. Virgen
mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al
cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos
adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas
direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.
Tenía tres anillos
en cada dedo; el más grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio,
y no más pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos
salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.
Mientras Sor
Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:
Este globo que ves
(a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a
cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo
sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las
almas que no piden.
Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las
gracias que nos vienen de Jesucristo.
El globo de oro
(la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus
brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre
el globo blanco de sus pies.
La Medalla Milagrosa:
En este momento se
apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció
escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por
nosotros, que acudimos a ti"
Estas palabras
formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba
por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la
mano izquierda.
Oyó de nuevo la
voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos
cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más
abundantes para los que la lleven con confianza".
La aparición,
entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la
medalla.
En el aparecía una
M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba
la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de
María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y
el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.
La misma aparición
se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y
a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya
no veras, hija mía; pero oirás mi voz en la oración".
Un día que Sor
Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la
medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones
son bastante elocuentes".
Símbolos de la Medalla y mensaje
espiritual:
En el Anverso:
-María aplastando
la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene
todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre Satanás. -El color de su
vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis,
vestida del sol. -Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de
su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a
quienes pidan. -Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la
definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la
Madre. -El globo bajo sus pies: Reina del cielos y tierra. -El globo en sus
manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.
En el reverso:
-La cruz: el misterio de redención- precio que
pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega -La M: símbolo de María y de su maternidad
espiritual. –
La barra: es una letra del alfabeto griego,
"yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.
Agrupados ellos:
La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.
-Las doce estrellas:
signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que nace en el
Calvario de su corazón traspasado. -Los dos corazones: la corredención. Unidad
indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.
Nombre:
La Medalla se
llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al
expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se
le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".
(Fuente: corazones.org)
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