jueves, 19 de noviembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 21 DE NOVIEMBRE – SÁBADO – 33ª – SEMANA DEL T. O. – A – Presentación de santa María Virgen

 

 


21 DE NOVIEMBRE – SÁBADO –

 33ª – SEMANA DEL T. O. – A –

Presentación de santa María Virgen

 

Lectura del libro del Apocalipsis (11,4-12):

Me fue dicho a mí, Juan:

«Aquí están dos testigos míos, estos son los dos olivos y los dos candelabros que están ante el Señor de la tierra. Y si alguien quiere hacerles daño, sale un fuego de su boca y devora a sus enemigos; y si alguien quisiera hacerles daño, es necesario que muera de esa manera. Estos tienen el poder de cerrar el cielo, para que no caiga lluvia durante los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plagas siempre que quieran.

Y cuando hayan terminado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad, que se llama espiritualmente Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Y gentes de los pueblos, tribus, lenguas y naciones contemplan sus cadáveres durante tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en un sepulcro. Y los habitantes de la tierra se alegran por ellos y se regocijan y se enviarán regalos unos a otros, porque los dos profetas fueron un tormento para los habitantes de la tierra».

Y después de tres días y medio, un espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos, y se pusieron de pie, y un gran temor cayó sobre quienes los contemplaban.

Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía:

«Subid aquí».

Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos se quedaron mirándolos.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 143,1.2.9-10

R/. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!

Bendito el Señor, mi Roca,

que adiestra mis manos para el combate,

mis dedos para la pelea. R/.

Mi bienhechor, mi alcázar,

baluarte donde me pongo a salvo,

mi escudo y refugio,

que me somete los pueblos. R/.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,

tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:

para ti que das la victoria a los reyes,

y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-40):

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:

«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano».

Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».

Jesús les dijo:

«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.

Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».

Intervinieron unos escribas:

«Bien dicho, Maestro».

Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

 

Palabra del Señor.

 

1.- Una de las cuestiones teológicas fundamentales, que distinguían a los saduceos de los fariseos, era que no creían en la resurrección para la vida eterna, mientras que los fariseos sí creían en eso.

Conviene recordar que en todo el Antiguo Testamento no se menciona la fe en la vida eterna. Solo en Dn 12, 2; 2 Mac 7, 9 y Jub 23, 31.

La fe de los fariseos era, en cierto modo una innovación teológica.

 

2.  Los saduceos, para defender su postura, echan mano de la ley del levirato, muy extendida en el Oriente antiguo. Y plantean a Jesús un caso extravagante, pero no caen en la cuenta de que la vida, posterior a la resurrección de los muertos, no necesita perpetuarse mediante las leyes biológicas que son

fuente de fecundidad y de vida en este mundo.    Aunque, hablando con más precisión, de la vida después de la muerte solo podemos hablar por negaciones: sabemos lo que no es. Pero nunca sabremos en este mundo lo que es la vida que, por la fe, esperamos para después de la muerte.

 

3.  Además, es importante dejar claro que la "ley del levirato" (de "levir" = cuñado), según establece Deut 25, 5-10, tenía la finalidad de asegurar el nombre y la herencia de la familia (J. Dheilly).

Es evidente que eso no tiene, ni puede tener, sentido cuando hablamos de la "otra vida".

 

Presentación de santa María Virgen


En este día en que se recuerda la dedicación, en el año 543, de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén, celebramos, junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la «dedicación» que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.

 

Ana y Joaquín, en un acto de fe quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña.

 

Esta fiesta arranca desde el lejano año 543. Fue el tiempo en que se dedicó una basílica a “La Virgen María la Nueva”.

Se levantó en el mismo monte Sión en la explanada del Templo.

Las Iglesias orientales, muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este día la Entrada de María en el Templo para indicar que, aunque era purísima, no obstante, cumplía con los ritos antiguos de los judíos para no llamar la atención.

La liturgia bizantina la trata como "la fuente perpetuamente manante del amor, el templo espiritual de la santa gloria de Cristo Nuestro Señor".

En Occidente, se la presenta como el símbolo de la consagración que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente.

Este episodio de la Virgen María no se encuentra en los cuatro evangelios. Sí que aparece, por el contrario, en un libro apócrifo, el “Protoevangelio de Santiago”.

Pero, como siempre, quien manda es el pueblo cristiano. Desde siempre la espiritualidad y la piedad popular han estado marcadas y han subrayado la disponibilidad de María la Virgen ante los mandatos e insinuaciones mínimas del Señor Dios.

Por eso, tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito resonante entre todos los cristianos.

María estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad. Según este evangelio apócrifo, la escena no puede ser más sencilla:" Ana y Joaquín, en un acto de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña".

No pensaron una cosa mejor que consagrársela de por vida. Cuando tenía tres años, la llevaron al Templo, la cogió un sacerdote mediante unas palabras que recuerdan el Magnificat, el himno del Virgen María en acción de gracias por lo que el Señor había hecho con ella.

Esta fiesta data del siglo VI.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre y las Hermanas de la Presentación!

 

Fuente: Catholic.net

 

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