3 DE FEBRERO – MIERCOLES –
4ª – SEMANA DEL T.O. –
B –
SAN BLAS y San Oscar, Obispos
Lectura de la carta a los Hebreos (12,4-7.11-15):
HERMANOS:
Todavía no habéis
llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la
exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces
la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama
y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba
para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no
corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento,
sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados
en ella.
Por eso, fortaleced
las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda
llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Buscad la paz con
todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor.
Procurad que nadie se
quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño,
contaminando a muchos.
Palabra de Dios
Salmo: 102,1-2.13-14.17-18a
R/. La misericordia del
Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos
V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
V/. Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.
V/. La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue
Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó
a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
" - ¿De dónde saca todo eso? - ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado?
- ¿Y esos milagros de sus manos? - ¿No es este el carpintero, el hijo de
María, hermano de Santiago y José y Judas y Simeón? Y sus hermanas, - ¿no
viven con nosotros aquí?"
Y desconfiaban de él.
Jesús les decía:
"No desprecian a
un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa".
No pudo hacer allí
ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se
extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra
del Señor
1. Lo más claro,
que se destaca en este relato, es que en Nazaret la gente no valoraba ni a
Jesús, ni a María. Jesús era un trabajador manual sin cultura y al que los vecinos
consideraban incapaz de hablar bien en público. Además, si se extrañan de los
milagros que le salían de las manos, es que sospechaban que practicaba actos de
magia, lo que aumentaba el descrédito.
Para los vecinos del
pueblo, Jesús era un tipo que hacía cosas raras. Y que, entre quienes bien lo
conocían, no merecía crédito, estima o aprecio. Así lo ve el evangelio de
Marcos.
2. Jesús tenía
hermanos y hermanas. No eran parientes, sino hijos de la misma madre. En
todo el Nuevo Testamento, siempre que aparece la palabra griega adelphoi, para
señalar relaciones de parentesco, significa hermanos de sangre, sin que haya ni
una sola excepción. Es este un tema que ha sido bien estudiado por los
especialistas en el estudio de los evangelios (John P. Meier).
3. Jesús se
sintió despreciado en su pueblo, entre sus parientes y en su casa. Es duro
esto. Es posible que, al decir eso, estuviera repitiendo un refrán de aquel
tiempo. En cualquier caso, ya sabemos que los
parientes de Jesús pensaban que estaba loco (Mc 3, 21).
El problema de fondo
está en que cuando una persona no se acomoda a lo que los demás esperan de
ella, esa persona cae en desgracia. La "conducta desviada" (G.
Theissen) de los profetas tiene un costo muy alto y les acarrea
desprecio, rechazo, persecución y hasta puede ocurrir que los maten.
Sin duda alguna, las
relaciones de Jesús con su familia no fueron ni fáciles, ni gratificantes.
Verse despreciado es siempre algo muy duro de soportar. Pero si el desprecio
viene de los seres más queridos, el sufrimiento es mayor.
SAN BLAS y San Oscar, Obispos
San Blas (año 316) y San Oscar, (año 865)
Nació en Francia a principios del
siglo IX y fue educado en el monasterio de Corbie. En el año 826 marchó a
Dinamarca a predicar la fe cristiana, pero sin mucho fruto; en Suecia, en
cambio, obtuvo mejores resultados. Fue elegido obispo de Hamburgo, y el papa Gregorio
IV, después de confirmar su nombramiento, lo designó legado pontificio para
Dinamarca y Suecia.
Tuvo que enfrentarse a una serie
de dificultades en su obra evangelizadora, pero todas las superó su fortaleza
de ánimo. Murió en el año 865. l
Blas significa: "arma de la divinidad". (año
316) San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).
Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba de la
gran influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a
sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así
muchos adeptos para el cristianismo.
Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió
obispo.
Cuando estalló la persecución de Diocleciano, se fue
San Blas a esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y
animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la
ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y
a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba
escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y
que estos animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un
día él vio que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y
entonces espantó a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la
cacería.
Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron
preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal,
pues todas las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión, salieron
a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas
temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión
pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa
religión hasta el último momento de su vida.
Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con
garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió
ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos
perseveraran en la fe.
El gobernador, al ver que el santo no dejaba de
proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo
llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la
inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición obtenía la
curación de muchos.
Pero hubo una curación que entusiasmó mucho a todos.
Una pobre mujer tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una
espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar
el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le
colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la
espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó
entusiasmado.
Le cortaron la cabeza (era el año 316). Y después de su
muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban.
Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él.
Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los
cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las
enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de
San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: "Por
intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta". Cuando
los niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: "San Blas
bendito, que se ahoga el angelito".
A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que
nos consiga de Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta,
pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta
que consiste en hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de
hablar de nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.
San Oscar (año 865)
Este gran misionero fue el evangelizador y primer
obispo de los países escandinavos, o sea: Dinamarca, Suecia y Noruega. Murió
muy joven, agotado de tanto misionar y de tanto trabajar por extender el reino
de Cristo. Su muerte sucedió el 3 de febrero del año 865.
Propósito: Pediré a Dios que me conceda su gran
fortaleza para ser fiel creyente hasta el final de la vida. Si no pido esta
gracia quizás no la reciba, pero si la pido muchas veces la voy a conseguir,
porque Jesús prometió: "Todo el que pide, recibe".
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