martes, 16 de febrero de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 18 DE FEBRERO – JUEVES DESPUES DE CENIZA – San Eladio

 

 

 


18 DE FEBRERO

– JUEVES DESPUES DE CENIZA –

San Eladio

 

Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):

 

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.

Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».

 

Palabra de Dios

Salmo: 1

 

R/. Dichoso el hombre

que ha puesto su confianza en el Señor

 

V/. Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche. R/.

 

V/. Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

da fruto en su sazón

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

 

V/. No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

Porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25

    En aquel tiempo, dijo Jesús:

"El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día".

Y dirigiéndose a todos, dijo:

"El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará.

¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?".

 

Palabra del Señor

 

 

1.  El Padre del Cielo no quiere, en modo alguno, que sus hijos sufran.  Ni quiere que fracasen en la vida o que los maten. El Padre, del que nos habló Jesús, es siempre bueno (Mt 5, 43-48). De forma que se trata de un Padre que ni sabe, ni quiere, ni puede hacer el mal, permitir el mal, ser causa de sufrimiento para sus hijos. El Padre de Jesús no pudo querer el sufrimiento y la muerte en la cruz.

Entonces, - ¿cómo se explica que Jesús pidiera a gritos escapar de aquella muerte (Hb 5, 7) y al mismo tiempo tuviera que añadir "hágase tu voluntad"? (Mt 25, 39).  - ¿Cómo entender que Dios "entregara a su Hijo a la muerte"? (Rm 8,  32).

 

2.  Lo que el Padre-Dios quiso es que Jesús se pusiera de parte de todos los que sufren por culpa de los que causan sufrimiento a los demás. Los que tienen poder (económico, político, religioso...) causan -con demasiada frecuencia- demasiado sufrimiento a los que carecen de poder.

Jesús se puso de parte de estos y fue víctima de aquellos. Por eso murió en la cruz. Dios no quiere más sufrimiento que el que brota de la lucha contra el sufrimiento.

 

3.  En el Nuevo Testamento hay textos sobre la muerte de Jesús que nos llevan a pensar en la teología judía del "sacrificio" (Lv 17, 11; Dt 12, 23) y la "expiación" (Ex 29, 36 s). Pero esa teología ya no vale para los cristianos. Porque Jesús murió colgado de una cruz para enseñarnos una cosa fundamental y decisiva, a saber: que la solidaridad y hacer el bien son los sacrificios que agradan a Dios (Hb 13, 16). Ya no se puede decir que sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hb 9, 22).

El Padre de Jesús no es el "dios vampiro" que necesita sangre y dolor para aplacarse y perdonar. La muerte de Jesús no fue un ajuste de cuentas entre Dios y Dios. Fue el final de una vida para los demás.  Solo eso es lo que nos salva a los humanos.

El Nuevo Testamento no es una mera continuación del Antiguo.  La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan Bautista; a partir de entonces, se anuncia el Reinado de Dios (Lc 16, 16). Juan representa el límite final de "lo antiguo"; Jesús es el punto de partida de "lo nuevo".

 

San Eladio

 


En Toledo, en Hispania, san Eladio, que, después de haber dirigido los asuntos públicos en el palacio real, fue abad del monasterio de Agali y, elevado después al obispado de Toledo, se distinguió por los ejemplos de caridad.

 

VIDA

Arzobispo importante por su cometido entre los visigodos toledanos de su tiempo. Tuvo el buen gusto de admitir al diaconado a san Ildefonso que le sucedería también en la sede arzobispal de Toledo. Pasó dieciocho años al servicio de los cristianos como sucesor de los Apóstoles, desde que murió Aurasio, su antecesor en el mismo ministerio, y construyó también el templo de santa Leocadia.

Su padre llevó antes que él su nombre y ocupaba un cargo importante en la Corte. En familia de buenos cristianos nació Eladio, en Toledo, pasando la segunda mitad del siglo VI. Llega a sobresalir tanto en el cuidado de los negocios y tan merecedor es de confianza que el rey lo nombra administrador de sus finanzas ¡un antecedente de los ministros de Hacienda de hoy!

No se le sube a la cabeza de mala manera el honor, ni las riquezas, ni el poder que su cargo conlleva. No, no se dejó deslumbrar por la grandeza. Desde siempre era conocida su devoción y la fidelidad a las prácticas de vida cristiana. San Ildefonso dice de él que «aunque vestía secular, vivía como un monje». Y no le faltaba razón, porque frecuentaba el retiro monacal del monasterio Agaliense próximo a Toledo y algo se le pegaría.

Entre los afanes de las cuentas, recaudaciones, ajustes y distribución de dineros le llega la hora de la vocación a cosas más altas. Hay un cambio de negocio y quien lo propone es el Señor. Con voluntad desprendida deja bienes, afanes terrenos, comodidades, familia y mucho honor. Tomado hábito, a la muerte del abad, los monjes le eligen para esa su misión.

Después viene otra muerte, porque así vamos pasando los hombres. Se resiste Eladio a aceptar la distinción de arzobispo, pero la silla toledana necesita un sucesor después de la muerte de Aurasio. Los años no son obstáculo para reformar el estamento eclesiástico, mejorar el estado secular y cuidar el culto divino. Como obispo no puede olvidar a los más necesitados en lo material porque sin caridad no hay cristianismo creíble; y es en este punto donde su discípulo y sucesor Ildefonso escribe: «Las limosnas y misericordias que hacía Eladio eran tan copiosas que era como si entendiese que de su estómago estaban asidos como miembros los necesitados, y de él se sustentaban sus entrañas»; este era un motivo más para cuidar la austeridad de su mesa arzobispal, debía ser frugal en la comida para no defraudar a los pobres.

Aún tuvo más entresijos su vida; negoció delicadamente con Sisebuto la ardua cuestión que planteaba la convivencia diaria entre las comunidades de judíos y cristianos que era fuente permanente de conflictos religiosos y de desorden social.

Murió el 18 de febrero del año 632.

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid

 

 

 

 

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