18 DE FEBRERO
– JUEVES DESPUES DE CENIZA –
San Eladio
Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la
muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus
caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás
y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para
poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te
dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy
que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar
para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la
tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición.
Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios,
escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en
la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».
Palabra de Dios
Salmo: 1
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza
en el Señor
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el
consejo de los impíos,
ni entra por la senda
de los pecadores,
ni se sienta en la
reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la
ley del Señor,
y medita su ley día y
noche. R/.
V/. Será como un árbol
plantado al borde de
la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus
hojas;
y cuanto emprende
tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que
arrebata el viento.
Porque el Señor
protege el camino de los justos,
pero el camino de los
impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús:
"El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los
ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer
día".
Y dirigiéndose a todos, dijo:
"El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz
cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá;
pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a
sí mismo?".
Palabra del Señor
1. El Padre del Cielo no quiere, en modo alguno, que sus hijos
sufran. Ni quiere que fracasen en la vida o que los maten. El Padre, del
que nos habló Jesús, es siempre bueno (Mt 5, 43-48). De forma que se trata de
un Padre que ni sabe, ni quiere, ni puede hacer el mal, permitir el mal, ser
causa de sufrimiento para sus hijos. El Padre de Jesús no pudo querer el
sufrimiento y la muerte en la cruz.
Entonces, - ¿cómo se explica que Jesús pidiera a gritos escapar de aquella muerte (Hb 5, 7) y al mismo tiempo tuviera que añadir "hágase tu voluntad"? (Mt 25, 39). - ¿Cómo entender que Dios "entregara a su Hijo a la muerte"? (Rm 8, 32).
2. Lo que el Padre-Dios quiso es que Jesús se pusiera de parte de
todos los que sufren por culpa de los que causan sufrimiento a los demás. Los
que tienen poder (económico, político, religioso...) causan -con demasiada
frecuencia- demasiado sufrimiento a los que carecen de poder.
Jesús se puso de parte de estos y fue víctima de aquellos. Por eso murió en
la cruz. Dios no quiere más sufrimiento que el que brota de la lucha contra el
sufrimiento.
3. En el Nuevo Testamento hay textos sobre la muerte de Jesús que nos
llevan a pensar en la teología judía del "sacrificio" (Lv 17, 11; Dt
12, 23) y la "expiación" (Ex 29, 36 s). Pero esa teología ya no vale
para los cristianos. Porque Jesús murió colgado de una cruz para enseñarnos una
cosa fundamental y decisiva, a saber: que la solidaridad y hacer el bien son
los sacrificios que agradan a Dios (Hb 13, 16). Ya no se puede decir que sin
derramamiento de sangre no hay perdón (Hb 9, 22).
El Padre de Jesús no es el "dios vampiro" que necesita sangre y
dolor para aplacarse y perdonar. La muerte de Jesús no fue un ajuste de cuentas
entre Dios y Dios. Fue el final de una vida para los demás. Solo eso es
lo que nos salva a los humanos.
El Nuevo Testamento no es una mera continuación del Antiguo. La Ley y
los Profetas llegaron hasta Juan Bautista; a partir de entonces, se anuncia el Reinado
de Dios (Lc 16, 16). Juan representa el límite final de "lo antiguo";
Jesús es el punto de partida de "lo nuevo".
San Eladio
En Toledo, en Hispania, san Eladio, que, después de haber dirigido los
asuntos públicos en el palacio real, fue abad del monasterio de Agali y,
elevado después al obispado de Toledo, se distinguió por los ejemplos de
caridad.
VIDA
Arzobispo importante por su cometido entre los visigodos toledanos de su
tiempo. Tuvo el buen gusto de admitir al diaconado a san Ildefonso que le
sucedería también en la sede arzobispal de Toledo. Pasó dieciocho años al
servicio de los cristianos como sucesor de los Apóstoles, desde que murió
Aurasio, su antecesor en el mismo ministerio, y construyó también el templo de
santa Leocadia.
Su padre llevó antes que él su nombre y ocupaba un cargo importante en la
Corte. En familia de buenos cristianos nació Eladio, en Toledo, pasando la
segunda mitad del siglo VI. Llega a sobresalir tanto en el cuidado de los
negocios y tan merecedor es de confianza que el rey lo nombra administrador de
sus finanzas ¡un antecedente de los ministros de Hacienda de hoy!
No se le sube a la cabeza de mala manera el honor, ni las riquezas, ni el
poder que su cargo conlleva. No, no se dejó deslumbrar por la grandeza. Desde
siempre era conocida su devoción y la fidelidad a las prácticas de vida
cristiana. San Ildefonso dice de él que «aunque vestía secular, vivía como un
monje». Y no le faltaba razón, porque frecuentaba el retiro monacal del
monasterio Agaliense próximo a Toledo y algo se le pegaría.
Entre los afanes de las cuentas, recaudaciones, ajustes y distribución de
dineros le llega la hora de la vocación a cosas más altas. Hay un cambio de
negocio y quien lo propone es el Señor. Con voluntad desprendida deja bienes,
afanes terrenos, comodidades, familia y mucho honor. Tomado hábito, a la muerte
del abad, los monjes le eligen para esa su misión.
Después viene otra muerte, porque así vamos pasando los hombres. Se resiste
Eladio a aceptar la distinción de arzobispo, pero la silla toledana necesita un
sucesor después de la muerte de Aurasio. Los años no son obstáculo para
reformar el estamento eclesiástico, mejorar el estado secular y cuidar el culto
divino. Como obispo no puede olvidar a los más necesitados en lo material
porque sin caridad no hay cristianismo creíble; y es en este punto donde su
discípulo y sucesor Ildefonso escribe: «Las limosnas y misericordias que hacía
Eladio eran tan copiosas que era como si entendiese que de su estómago estaban
asidos como miembros los necesitados, y de él se sustentaban sus entrañas»;
este era un motivo más para cuidar la austeridad de su mesa arzobispal, debía
ser frugal en la comida para no defraudar a los pobres.
Aún tuvo más entresijos su vida; negoció delicadamente con Sisebuto la ardua
cuestión que planteaba la convivencia diaria entre las comunidades de judíos y
cristianos que era fuente permanente de conflictos religiosos y de desorden
social.
Murió el 18 de febrero del año 632.
Fuente: Archidiócesis de Madrid
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