17 DE FEBRERO
– MIERCOLES DE CENIZA –
SIETE SANTOS
FUNDADORES
Lectura de la profecía de Joel (2,12-18):
Ahora —oráculo del Señor—
“convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestros corazones, no
vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro
Dios,
un Dios compasivo y
misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.
¡Quién sabe si cambiará y se
arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta en Sion,
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:
«Ten compasión de tu pueblo,
Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».
¿Por qué van a decir las gentes:
«Dónde está su Dios»?
Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.
Palabra de Dios
Salmo: 50,3-4.5-6a.12-13.14.17
R/. Misericordia, Señor: hemos pecado
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi
culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu
presencia. R/.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu
firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo
espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu
alabanza. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(5,20–6,2):
Hermanos: Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo
exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os
reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo
hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de
Dios en él.
Y como cooperadores suyos, os
exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice:
«En el tiempo favorable te
escuché,
en el día de la salvación te
ayudé».
Pues mirad: ahora es el tiempo
favorable, ahora es el día de la salvación.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre
celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna,
no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas
y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han
recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que
hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie
en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los
hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra
en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu
Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran
sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya
han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para
que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido;
y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Palabra del Señor
1. Este evangelio es un llamamiento a pasar por la vida -en cuanto
eso depende de nosotros- de la forma más desapercibida posible. Por
eso Jesús les dice a los cristianos: "No hagáis el bien para que os vean.
Porque si hacéis el bien con esa intención, no os sirve para nada".
Dios quiere que hagamos el bien, pero de tal manera que el bien se traduzca
en bondad. Que no se note el bien que hacemos. Y, por tanto, que aparezcamos
como los demás. Porque Dios está en lo escondido y ve solamente lo que se
hace en lo escondido.
Dios se vuelve ciego ante lo solemne, lo grandioso, lo que llama la
atención. Lo que Dios quiere de nosotros es que quienes viven a nuestro lado se
sientan más
seguros, tengan paz, sean felices.
Y eso se consigue solamente mediante la bondad, no mediante el cumplimiento
ostentoso de lo que está mandado.
2. La limosna, la oración, el ayuno se hacen, con frecuencia, de
forma que quien hace esas cosas se note que las hace. Y todo eso se hace así
"con buena intención": para dar ejemplo, para hacer el bien a
otros, para que la Iglesia se haga presente en la sociedad…
Al Dios de Jesús no le interesa en absoluto nada de eso. Dios no quiere lo
fastuoso, lo que llama la atención.
3. La doctrina del mérito ante Dios fue un mal invento de los teólogos
antiguos. Con el Padre del Cielo no se hacen negocios. Hacer el bien en
lo escondido es buscar únicamente el bien de los demás, no el negocio celestial
de uno mismo. O mejor dicho: lo que Dios espera de nosotros
es que siempre seamos personas que contagian bondad. He ahí el sentido
profundo de
la limosna, la oración y el ayuno.
La cuaresma nos invita a un repaso general de nuestra forma de vivir, a
reorganizarnos en relación con Dios (oración), con los hermanos (limosna), con
nosotros mismos (ayuno), a reavivar nuestra sensibilidad y nuestra libertad,
dominando los propios caprichos o inclinaciones meramente instintivas. Y,
naturalmente, sin que nada de ello quede viciado por motivos falsos. En lo más
santo se puede infiltrar también el pecado, por ejemplo, el de vanidad o de
orgullo: actuando para que otros nos alaben o aplaudan. Sería un volver a las
exterioridades, sin haber cambiado el corazón.
QUE SIGNIFICA
MIERCOLES DE CENIZA
Este miércoles 17 de febrero, comienza la Cuaresma, tiempo de preparación
para la Pascua. Recordamos algunas cosas esenciales que todo católico debe
saber para poder vivir intensamente este tiempo litúrgico.
1. Es el primer día de la Cuaresma
Con el Miércoles de Ceniza inician los 40 días en los que la Iglesia llama a
los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los
misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
El Miércoles de Ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. En
este se explica que, en la Misa, se bendice e impone en la frente de los fieles
la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año
anterior.
2. La imposición de las cenizas surge en los primeros siglos del
cristianismo
La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. Por
aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se
presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el
Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.
La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi
400 años D.C. y a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone las cenizas al
inicio de este tiempo.
3. La ceniza recuerda la necesidad de la misericordia de Dios
La ceniza es un símbolo. Su función está descrita en un importante documento
de la Iglesia, más precisamente en el artículo 125 del Directorio sobre la
piedad popular y la liturgia:
“El comienzo de
los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el
austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de
Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se
sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el
sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser
redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior,
la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que
cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar
a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el
significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al
esfuerzo de la renovación pascual”.
4. Las cenizas tienen varios significados
La palabra ceniza, que proviene del latín "cinis", representa el
producto de la combustión de algo por el fuego. Esta adoptó tempranamente un
sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia.
La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su
fin: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7);
"hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
5. Las cenizas se producen de las palmas del Domingo de Ramos
Para la ceremonia se deben quemar los restos de las palmas bendecidas el
Domingo de Ramos del año anterior. Estas son rociadas con agua bendita y luego
aromatizadas con incienso.
6. Las cenizas se imponen en la frente al término de la homilía
Este acto tiene lugar en la Misa al término de la homilía y está permitido
que los laicos ayuden al sacerdote. Las cenizas son impuestas en la frente,
haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras
bíblicas: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o «Conviértete
y cree en el Evangelio».
Luego, quien recibe las cenizas debe retirarse en silencio meditando la
frase o invitación que la acaban de hacer.
7. Las cenizas también pueden imponerse sin Misa
Cuando no hay sacerdote la imposición de cenizas puede realizarse sin Misa,
de forma extraordinaria. Sin embargo, es recomendable que al acto se preceda
con una liturgia de la palabra.
Es importante recordar que la bendición de las cenizas, como todo sacramental,
solo puede realizarla un sacerdote o diácono.
8. Las cenizas pueden ser recibidas por no católicos
Puede recibir este sacramental cualquier persona, inclusive no católica.
Como especifica el Catecismo (1670 y siguientes) los sacramentales no confieren
la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los sacramentos, pero por la
oración de la Iglesia estos «preparan a recibirla y disponen a cooperar con
ella».
9. No es obligatorio recibir las cenizas
El Miércoles de Ceniza no es día de precepto y por lo tanto la imposición de
ceniza no es obligatoria. No obstante, ese día concurre una gran cantidad de
personas a la Santa Misa, algo que siempre es recomendable.
10. No existe tiempo exacto para llevar las cenizas en la frente
Cuanto uno desee. No existe un tiempo determinado.
11. En Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia
El Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia, como en el
Viernes Santo, para los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de esos
límites es opcional. Ese día los fieles pueden tener una comida “fuerte” una
sola vez al día.
La abstinencia de comer carne es obligatoria desde los 14 años. Todos los
viernes de Cuaresma también son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes
del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de
ofrecimiento como el rezo del rosario.
SIETE SANTOS
FUNDADORES
(año 1233)
Eran siete amigos, comerciantes de
la ciudad de Florencia, Italia. Sus nombres: Alejo, Amadeo, Hugo, Benito,
Bartolomé, Gerardino y Juan.
Pertenecían a una asociación de devotos de la Virgen María, que había en
Florencia, y poco a poco fueron convenciéndose de que debían abandonar lo
mundano y dedicarse a la vida de santidad. Vendieron sus bienes, repartieron el
dinero a los pobres y se fueron al Monte Senario a rezar y a hacer penitencia.
La idea de irse a la montaña a santificarse les llegó el 15 de agosto, fiesta
de la Asunción de la Stma. Virgen, y la pusieron en práctica el 8 de
septiembre, día del nacimiento de Nuestra Señora. Ellos se habían propuesto
propagar la devoción a la Madre de Dios y confiarle a Ella todos sus planes y
sus angustias. A tan buena Madre le encomendaron que les ayudara a convertirse
de sus miserias espirituales y que bendijera misericordiosamente sus buenos
propósitos. Y dispusieron llamarse "Siervos de María" o
"Servitas".
En el monte Senario se dedicaban a hacer muchas penitencias y mucha oración,
pero un día recibieron la visita del Sr. Cardenal delegado del Sumo Pontífice,
el cual les recomendó que no se debilitaran demasiado con penitencias
excesivas, y que más bien se dedicaran a estudiar y se hicieran ordenar
sacerdotes y se pusieran a predicar y a propagar el evangelio. Así lo hicieron,
y todos se ordenaron de sacerdotes, menos Alejo, el menor de ellos, que por
humildad quiso permanecer siempre como simple hermano, y fue el último de todos
en morir.
Un Viernes Santo recibieron de la Stma. Virgen María la inspiración de
adoptar como Reglamento de su Asociación la Regla escrita por San Agustín, que
por ser muy llena de bondad y de comprensión, servía para que se pudieran
adaptar a ella los nuevos aspirantes que quisieran entrar en su comunidad. Así
lo hicieron, y pronto esta asociación religiosa se extendió de tal manera que
llegó a tener cien conventos, y sus religiosos iban por ciudades y pueblos y
campos evangelizando y enseñando a muchos con su palabra y su buen ejemplo, el
camino de la santidad. Su especialidad era una gran devoción a la Santísima
Virgen, la cual les conseguía maravillosos favores de Dios.
El más anciano de ellos fue nombrado superior, y gobernó la comunidad por 16
años. Después renunció por su ancianidad y pasó sus últimos años dedicado a la
oración y a la penitencia. Una mañana, mientras rezaba los salmos, acompañado
de su secretario que era San Felipe Benicio, el santo anciano recostó su cabeza
sobre el corazón del discípulo y quedó muerto plácidamente. Lo reemplazó como
superior otro de los Fundadores, Juan, el cual murió pocos años después, un
viernes, mientras predicaba a sus discípulos acerca de la Pasión del Señor.
Estaba leyendo aquellas palabras de San Lucas: "Y Jesús, lanzando un
fuerte grito, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!" (Lc. 23,
46). El Padre Juan al decir estas palabras cerró el evangelio, inclinó su
cabeza y quedó muerto muy santamente.
Lo reemplazó el tercero en edad, el cual, después de gobernar con mucho
entusiasmo a la comunidad y de hacerla extender por diversas regiones, murió
con fama de santo.
El cuarto, que era Bartolomé, llevó una vida de tan angelical pureza que al
morir se sintió todo el convento lleno de un agradabilísimo perfume, y varios
religiosos vieron que de la habitación del difunto salía una luz brillante y
subía al cielo.
De los fundadores, Hugo y Gerardino, mantuvieron toda la vida entre sí una
grande y santísima amistad. Juntos se prepararon para el sacerdocio y
mutuamente se animaban y corregían. Después tuvieron que separarse para irse
cada uno a lejanas regiones a predicar. Cuando ya eran muy ancianos fueron
llamados al Monte Senario para una reunión general de todos los superiores.
Llegaron muy fatigados por su vejez y por el largo viaje. Aquella tarde
charlaron emocionados recordando sus antiguos y bellos tiempos de juventud, y
agradeciendo a Dios los inmensos beneficios que les había concedido durante
toda su vida. Rendidos de cansancio se fueron a acostar cada uno a su celda, y
en esa noche el superior, San Felipe Benicio, vio en sueños que la Virgen María
venía a la tierra a llevarse dos blanquísimas azucenas para el cielo. Al
levantarse por la mañana supo la noticia de que los dos inseparables amigos
habían amanecido muertos, y se dio cuenta de que Nuestra Señora había venido a
llevarse a estar juntos en el Paraíso Eterno a aquellos dos que tanto la habían
amado a Ella en la tierra y que en tan santa amistad habían permanecido por
años y años, amándose como dos buenísimos hermanos.
El último en morir fue el hermano Alejo, que llegó hasta la edad de 110
años. De él dijo uno que lo conoció: "Cuando yo llegué a la Comunidad,
solamente vivía uno de los Siete Santos Fundadores, el hermano Alejo, y de sus
labios oímos la historia de todos ellos. La vida del hermano Alejo era tan
santa que servía a todos de buen ejemplo y demostraba como debieron ser de
santos los otros seis compañeros". El hermano Alejo murió el 17 de febrero
del año 1310.
Que estos Santos Fundadores nos animen a aumentar nuestra devoción a la
Virgen Santísima y a no cansarnos nunca de propagar la devoción a la Madre de
Dios.
Y recuerda la historia de los padres antiguos. ¿quién confió en Dios y fue
abandonado por Él? (S. Biblia. Eclesiástico).
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