26 DE FEBRERO - VIERNES –
1ª – SEMANA DE CUARESMA – B
SAN NECTOR
Lectura de la profecía de Ezequiel (18,21-28):
ESTO dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos
mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no
morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha
practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado —oráculo del Señor
Dios—, y no que se convierta de su conducta y viva?
Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las
acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta
sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.
Insistís: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es
injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere,
muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad
que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si
recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no
morirá».
Palabra de Dios
Salmo: 129,1-2.3-4.5-7a.7bc-8
R/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la
misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,20-26):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no
entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será
reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra
su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que
comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la
“gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a
presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano
tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais
todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te
metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas
pagado el último céntimo».
Palabra del Señor
1. Los escribas y fariseos eran los hombres más religiosos y
observantes que había en Israel, en tiempos de Jesús. Se puede asegurar que, si
nos atenemos al "hecho religioso" en
sí, nadie estaba (ni podía estar) por encima de estos dos grupos de
observantes, que, en su fidelidad a la religión, llegaban al
"fanatismo". Y, por supuesto, a la intolerancia. Sin
embargo, Jesús afirma que los discípulos del Evangelio tienen que superar a los
escribas y fariseos.
- ¿En qué? - ¿Cómo?
Jesús va a presentar una superación, que no es "cuantitativa",
sino "cualitativa". Jesús no pide "más observancia", sino
que insiste en "otra observancia".
El Evangelio no pide fidelidad a los "ritos", sino amor y bondad con las "personas". Este es el cambio que Jesús le dio a la religión. Así, el Evangelio supera al hecho religioso.
2. Por eso, es decir, porque el centro del "Proyecto de vida" de Jesús, ya no está en las observancias religiosas (ritos, ceremonias, lo sagrado), sino en el amor a las personas, por eso, Jesús plantea un problema, que nos tendría que hacer temblar. Se trata de esto: si estás en el templo, y vas hacia el altar, para presentar tu ofrenda al Señor (esto es un hombre religioso), pero en ese momento te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti (no si tú tienes algo contra tu hermano), mira, lo que tienes que hacer es dar media vuelta y no te acerques al altar. Vete, ante todo, y arreglas con tu hermano lo que él tenga contra ti. Y cuando eso esté resuelto, entonces vete a misa, vete al rezo, a la cofradía, al acto religioso, en definitiva.
3. Lo primero, las personas. Después, las ceremonias religiosas.
Por eso, yo no me explico cómo nos han (o nos hemos) organizado la conciencia,
de forma que vamos a actos religiosos, con una conciencia tan deforme, que -a
juicio de Jesús- hacemos una monstruosidad detrás de otra. Y nos quedamos con
la conciencia tranquila.
Empresarios que les roban a sus trabajadores, políticos que se hacen
millonarios a costa del hambre de las clases bajas, obispos que viven en palacios
sabiendo que hay criaturas durmiendo en la calle, etc. Y luego, esa gente (los
culpables de que las cosas estén así), el domingo, a misa, o sea al altar.
Somos cristianos deformes.
SAN NECTOR
En Perge, en Panfilia, pasión de san Néstor, obispo de
Magido y mártir, que en la persecución bajo el emperador Decio fue condenado
por el prefecto de la provincia a morir en una cruz, para que sufriese la misma
pena del Crucificado a quien confesaba.
Polio, gobernador de Panfilia y Frigia durante el
reinado de Decio, trató de ganarse el favor del emperador, aplicando cruelmente
su edicto de persecución contra los cristianos. Néstor, el obispo de Magido,
gozaba de gran estima entre los cristianos y los paganos. Aunque comprendió que
el martirio no se haría esperar, no pensó en sí mismo, sino en su grey y se
dedicó a buscar sitios de refugio para sus fieles, pero él mismo no se ocultó,
aguardando tranquilamente su hora. Cuando se hallaba orando, le avisaron que
los oficiales de justicia le buscaban. Tras recibir sus respetuosos saludos, el
obispo les dijo: «¿Qué os trae por aquí, hijos míos?» Ellos replicaron: «El
irenarca y los magistrados de la curia desean veros». San Néstor hizo la señal
de la cruz, se cubrió la cabeza y les siguió hasta el foro. Cuando el obispo
entró, toda la corte se puso de pie como señal de respeto. Los oficiales le
hicieron sentar en un sitial frente a los magistrados. El irenarca le preguntó:
-Señor, ¿estáis al tanto
de la orden del emperador?
-Yo sólo conozco la orden
del Todopoderoso, no la del emperador- respondió el obispo.
El magistrado replicó:
-Os aconsejo que procedáis
con calma para que no tenga yo que condenaros.
Como San Néstor se
mostrase inflexible, le amenazó con la tortura, pero el obispo replicó:
-La única tortura que temo
es la que Dios pueda infligirme. Puedes estar seguro de que, en el tormento y
fuera de él, no dejaré de confesar a Dios.
Contra su voluntad, la corte tuvo que enviarle ante el
gobernador. El irenarca le condujo, pues, a Perga. Aunque no tenía amigos en
esa ciudad, su fama le había precedido de suerte que los magistrados empezaron
por rogarle amable y cortésmente que abjurase de su religión. Néstor se negó
con firmeza. Entonces Polio ordenó que le tendiesen en el potro. En tanto que
el verdugo le desgarraba con garfios los costados, Néstor cantaba: «En todo
tiempo daré gracias al Señor y mi boca no se cansará de alabarle». El juez le
preguntó si no se avergonzaba de poner su confianza en un hombre que había
muerto crucificado. Néstor contestó:
-Bendita sea entonces mi
vergüenza y la de todos los que invocan al Señor.
Polio le dijo:
- ¿Vas a ofrecer sacrificios, o no?
- ¿Estás con Cristo o con nosotros?
El mártir replicó:
-Con Cristo ahora y
siempre: con Él estoy ahora y con Él estaré eternamente.
Entonces Polio le sentenció a morir crucificado. Desde
la cruz, san Néstor exhortó y alentó a los cristianos que le rodeaban. Su
muerte fue un verdadero triunfo, pues, cuando el obispo pronunció sus últimas
palabras: «Hijos míos, postrémonos y oremos a Dios por Nuestro Señor
Jesucristo», cristianos y paganos se arrodillaron a orar, en tanto que el
mártir exhalaba el último suspiro.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler»
No hay comentarios:
Publicar un comentario