viernes, 5 de febrero de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 6 DE FEBRERO – SÁBADO – 4ª – SEMANA DEL T.O. – B – SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

 

6 DE FEBRERO – SÁBADO –

4ª – SEMANA DEL T.O. – B –

SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

 

Lectura de la carta Hebreos (13,15-17.20-21):

 

HERMANOS:

Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre.

No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los sacrificios que agradan a Dios.

Obedeced y someteos a vuestros guías, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables; así lo harán con alegría y sin lamentarse, cosa que no os aprovecharía.

Que el Dios de la paz, que hizo retornar de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, Jesús Señor nuestro, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo.

A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 22

 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

 

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas. R/.

 

V/. Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

 

V/. Preparas una mesa ante mi,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa. R/.

 

V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,30-34):

 

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo:

«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»

Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.

Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

 

Palabra del Señor

 

1.- Jesús quiso para sus discípulos que tuvieran tiempos de descanso, de paz y de sosiego, alejados del barullo y las angustias de la vida cotidiana, en un sitio tranquilo que invite al reposo y la paz del espíritu. También aquí, entonces como ahora. Y ahora más. Porque la vida se ha complicado, la sociedad, el trabajo, la convivencia, todo se ha puesto más tenso, más agobiante, más insoportable.

Así las cosas, Jesús, precisamente porque es ejemplo cabal de humanidad sin fisuras, es el primero que aprueba y quiere nuestros descansos, donde y como cada cual lo encuentre mejor y según sus posibilidades. Se trata de una necesidad, no es un lujo, ni un capricho. Jesús lo quiso también, como cualquier ser humano lo quiere.

 

2.- Pero, para Jesús, había algo mucho más importante. La primacía, en su vida, no la tenían sus intereses o conveniencias, sino los intereses y conveniencias de los otros. Y es que, en el fondo, Jesús no soportaba ver a la pobre gente. Literalmente, "se le conmovían las entrañas", según dice el texto griego (esplagnísthe).

Porque aquellas gentes iban por la vida "como ovejas sin pastor", desamparados de todo y de todos. Y si aquellas gentes acudían a Jesús, hasta no dejarle ni comer, ni descansar, eso quiere decir que Jesús tenía una fuerza de atracción irresistible.

 

3.- Pocas personas se encuentra uno en la vida con tal fuerza de atracción sobre los últimos de este mundo.  Porque en este mundo hay pocas personas con la humanidad de Jesús.  Hay que decirlo una vez más: solo la humanidad coherente y sin fisuras es la fuerza que puede dar respuesta al dolor y el anhelo de quienes buscan y no encuentran.

 

SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

 


Mártires de Japón

Pablo nació en Japón entre los años 1564 y 1566. Ingresó en la Compañía de Jesús y predicó con mucho fruto el evangelio entre sus conciudadanos.

Al arreciar la persecución contra los católicos, fue encarcelado junto con otros veinticinco, entre ellos san Pedro Bautista, franciscano español, con cinco hermanos de hábito.

Después de soportar graves ultrajes, fueron crucificados en Nagasaki el 5 de febrero de 1597.

 

Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, pasión de los santos Pablo Miki junto con veinticinco compañeros, Declarada una persecución contra los cristianos, ocho presbíteros o religiosos de la Compañía de Jesús o de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos, fueron apresados, duramente maltratados y, finalmente, condenados a muerte. Todos, incluso los adolescentes, por ser cristianos fueron clavados en cruces, manifestando su alegría por haber merecido morir como murió Cristo (1597).

El primero que llevó el anuncio de la fe cristiana a Japón fue San Francisco Javier, quien trabajó allí en de 1549 a 1551. En pocos años los cristianos llegaron a ser unos 300.000. Humanamente hablando, es doble el “secreto” que hizo posible esta expansión: el respeto que los misioneros jesuitas tuvieron por los modos de vida y las creencias japonesas no directamente opuestas a la enseñanza cristiana, y el empeño de insertar elementos locales en la predicación y en la administración.

Fue catequista jesuita un joven llamado Pablo Miki, nacido entre los años 1564 y 1566, de una rica familia de Kyoto. Quería ser sacerdote, pero su ordenación fue postergada “sine die”, porque la única diócesis todavía no tenía obispo. Además, en 1587 el emperador Toyotomi Hideyoshi, que se propuso la conquista de Corea, cambió su actitud benévola para con los cristianos y publicó un decreto de expulsión de los misioneros extranjeros.

La orden se cumplió en parte: algunos misioneros permanecieron en el país de incógnito, y en 1593 algunos franciscanos españoles, dirigidos por Pedro Bautista, llegaron a Japón procedentes de Filipinas y fueron bien recibidos por Hideyoshi. Pero poco después vino la ruptura definitiva, incluso por motives políticos anti-españoles y anti-occidentales. El 9 de diciembre fueron arrestados seis franciscanos (Pedro Bautista, Martín de la Asunción, Francisco Blanco, Felipe Las Casas, Francisco de San Miguel y Gonzalo García), tres jesuitas (Pablo Miki, Juan Soan de Gotó y Santiago Kisai) y quince laicos terciarios franciscanos, a los que se les añadieron después otros dos, que eran catequistas.

Después de haberles cortado el lóbulo izquierdo, los 26 fueron llevados de Meaco a Nagasaki, para exponerlos a la burla de las muchedumbres, que más bien admiraron la heroica valentía que manifestaron sobre todo en el momento de la muerte, cuando fueron crucificados en una colina de Nagasaki el 5 de febrero de 1597. Despertaron gran conmoción las palabras de perdón y de testimonio evangélico pronunciadas por Pablo Miki desde la cruz, y la serenidad y valentía que demostraron Luis Ibaraki (de 11 años), Antonio (de trece) y Tomás Cosaki (de catorce), que murieron cantando el salmo: “Laudate, pueri, Dominum...”

 

 

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