14 DE FEBRERO DOMINGO –
6ª – SEMANA DEL T.O. –
B –
Santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo
Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46):
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel,
y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera
de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El
sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado
enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y
gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá
impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»
Palabra de Dios
Salmo 31,1-2.5.11
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi
pecado. R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón
sincero. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(10,31–11,1):
Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para
gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni
a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos,
no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid
mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al
sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones,
de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba
fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
Poder y compasión.
Tras
la curación de la suegra de Pedro y de otros muchos enfermos, Marcos cuenta el
primer gran milagro de Jesús: la curación de un leproso. El texto sólo se
comprende a fondo teniendo en cuenta los casos parecidos, y muy distintos, de
Moisés y Eliseo.
La
lepra en el antiguo Israel: diagnóstico y exclusión
«La lepra, en el
sentido moderno, no fue definida hasta el año 1872 por el médico noruego A.
Hansen. En tiempos antiguos se aplicaba la palabra "lepra" a otras
enfermedades, por ejemplo a enfermedades psicógenas de la piel» (J.
Jeremias, Teología del AT, 115, nota 36).
En Levítico 13 se tratan las diversas enfermedades
de la piel: inflamaciones, erupciones, manchas, afección cutánea, úlcera,
quemaduras, afecciones en la cabeza o la barba (sarna), leucodermia, alopecia.
Se examinan los diversos casos, y el sacerdote decidirá si la persona es pura o
impura (caso curable o incurable). De ese capítulo está tomado el breve
fragmento de la primera lectura de este domingo:
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
̶ Cuando alguno tenga una inflamación,
una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra,
será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes. Se
trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la
cabeza. El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera
desgreñada, con la barba tapada y gritando:
"¡Impuro, impuro!" Mientras
le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es Impuro y vivirá solo y tendrá su
morada fuera del campamento.»
̶ Si quieres, puedes limpiarme.
Compadecido, extendió la mano y lo
tocó, diciendo:
̶ Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente, y
quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
̶ No se lo digas a nadie; pero, para
que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que
mandó Moisés, para que les sirva de testimonio.
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar
bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun
así acudían a él de todas partes.
Petición del leproso.
Tres detalles
son importantes en la actitud del leproso:
1) no se atiene a la ley que le prohíbe acercarse a
otras personas;
2) se arrodilla ante Jesús, en señal de profundo
respeto;
3) confía
plenamente en su poder; todo depende de que le parezca bien, no de que pueda.
Reacción de Jesús y
resultado.
Podía haber respondido a la petición del leproso con
las simples palabras: «Quiero, queda limpio». Con ello, a diferencia de Moisés
y de Eliseo, habría demostrado su poder: no necesita pedir la intervención de
Dios, ni recurrir a remedios casi mágicos. Sin embargo, antes de demostrar su
poder muestra su compasión. Marcos habla de lo que siente («compadecido») y de
lo que hace («extendió la mano y lo tocó»). Es lo que esperaba el sirio Naamán
que hiciera Eliseo: tocar su parte enferma. Quien tocaba a un leproso quedaba impuro;
pero a Jesús no le preocupa este tipo de impureza.
Advertencia.
Aparentemente, Jesús da dos órdenes al recién
curado:
1) que no se lo diga a nadie;
2) que se presente al sacerdote.
La primera
(no decirlo a nadie) resulta extraña, porque Jesús no pretende pasar
desapercibido. Es probable que las dos órdenes estén relacionadas entre sí,
formando una sola: «no te entretengas en decírselo a nadie, sino ve a presentarte al
sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés». ¿Qué había
ordenado Moisés? Según el Levítico, el curado debe ofrecer: dos aves puras (se
suponen tórtolas o pichones), dos corderos sin defecto, una cordera añal sin
defecto, doce litros de
flor de harina amasada con aceite y un cuarto de litro de aceite. Con todo ello
el sacerdote realiza un complejo ritual que dura ocho días. Además, el curado
deberá afeitarse completamente el primer día y raparse de nuevo el octavo.
Las palabras finales de Jesús parecen tener un tinte
polémico: «para que les conste». Se pasa del singular (el sacerdote) al
plural (les conste), como si Jesús pensase en todos sus adversarios
que no lo aceptan.
Reacción del curado.
No obedece a ninguna de las dos órdenes de Jesús. Ni
se calla ni acude al sacerdote. Según la traducción litúrgica, «empezó a pregonar
bien alto y a divulgar el hecho». El texto griego resulta más ambiguo. Se
podría traducir también: «Empezó a predicar mucho y a divulgar la palabra».
Como si el leproso curado, en vez de atenerse a lo mandado por Moisés
prefiriese convertirse en un misionero cristiano. Aunque esta propuesta resulte
sugerente, no encaja bien con lo que sigue.
Consecuencias.
Jesús no puede entrar abiertamente en ningún pueblo.
Debe permanecer en descampado, y aun así acuden a él. ¿Por qué esta reacción
suya? Sabiendo lo que cuenta Marcos más tarde, la respuesta sería: para no
verse agobiado por la multitud de gente que acude a él.
Santos Cirilo, monje, y Metodio,
obispo
Fiesta de los santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo,
hermanos nacidos en Tesalónica, que fueron enviados a Moravia por el obispo
Focio de Constantinopla para predicar la fe cristiana, y allí inventaron signos
propios para traducir del griego a la lengua eslava los libros sagrados.
En un viaje que hicieron
a Roma, Cirilo, que antes se llamaba Constantino, enfermó y, habiendo profesado
como monje, descansó en el Señor en este día († 869).
Metodio, constituido
obispo de Sirmium por el papa Adriano II, evangelizó toda la región de Panonia,
y en todas las dificultades que tuvo que soportar fue siempre ayudado por los
Pontífices Romanos, recibiendo finalmente el premio por sus trabajos en la
ciudad de Velherad, en Moravia, el día 6 de abril († 885).
Eran dos hermanos. En el mundo se llamaban Constantino y
Miguel. Recibieron sus nombres de Cirilo y Metodio al entrar a la vida
religiosa. Son los dos grandes apóstoles de los países eslavos, como, por
ejemplo: Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Serbia, Croacia, etc. Nacieron
en Tesalónica, Grecia. Su padre era un importante funcionario gubernamental. En
su ciudad se hablaban varios idiomas, y entre ellos el eslavo. Fueron siete
hermanos. Metodio era el mayor y Cirilo el menor de todos.
Cirilo y Metodio ejercieron su misión evangelizadora en
el imperio de la Gran Moravia. Este Estado surgió a comienzos del siglo noveno.
Su centro se hallaba en Moravia, en la actualidad parte oriental de la
República Checa. También pertenecían a la Gran Moravia territorios eslovacos y
su influencia se extendía hasta Bohemia.
En la Gran Moravia propagaban el cristianismo
misioneros de Italia Septentrional y principalmente de la vecina Baviera. A
mediados del siglo noveno Moravia ya era cristiana, más el príncipe Rostislav,
deseando obtener plena independencia con respecto al imperio franco oriental -
la posterior Alemania-, solicitó al emperador de Bizancio, Miguel III, de
Constantinopla, el envío de sacerdotes cultos que afianzasen el cristianismo en
la Gran Moravia y estableciesen una organización eclesiástica independiente de Baviera.
El emperador de Bizancio encargó la misión a dos cultos hermanos, Cirilo y
Metodio, oriundos de Salónica, que dominaban la lengua eslava.
Cirilo y Metodio llegaron al imperio de la Gran Moravia
en el año 863 y desarrollaron aquí una extraordinaria labor religiosa y
cultural. Los hermanos Cirilo y Metodio nacieron en el seno de una familia
griega radicada en Salónica. Cirilo cuya labor misionera en la Gran Moravia se
extendiera durante cuatro años, aportó grande y fundamentalmente la cultura
granmorava, así, por ejemplo, el alfabeto compuesto de 38 letras, el que
reflejaba la gran riqueza sonora del eslavo antiguo. La escritura eslava de
Cirilo recibió el nombre de glagólica.
Cirilo es también el fundador de la literatura eslava.
Elaborada la escritura eslava, de inmediato se enfrascó en la traducción de
libros religiosos al eslavo antiguo. El primer libro traducido por Cirilo fue
el evangeliario, elemento indispensable para celebrar las misas y para la
catequesis. Con ayuda de sus discípulos vertió al eslavo antiguo también el
misal, el epistolario y otros libros litúrgicos.
Al concluir en Moravia la traducción de los cuatro
evangelios, Cirilo escribió el prólogo de esta obra, llamado Proglas. Se trata
de una composición poética, escrita en versos, según los cánones griegos,
considerada una obra fundamental de la literatura eslava.
Terminados sus cuatro años misioneros en la Gran
Moravia, Cirilo viajó a Roma e ingresó en un convento de monjes griegos.
Falleció a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el 14 de febrero del
869. Al morir, el primer educador y maestro de los eslavos tenía tan sólo 42
años.
Metodio, hermano de Cirilo y colaborador en la misión
en la Gran Moravia, nació alrededor del año 815, también en Salónica. El padre
lo destinó a la carrera militar para la cual Metodio tenía notables dotes.
Disgustado por violentos sucesos en la corte bizantina,
Metodio renunció al puesto de comandante militar e ingresó en un convento
ubicado al pie del Olimpo. Metodio se desempeñó como archidiácono del templo de
Hagia Sofia, de Constantinopla, y como profesor de filosofía. Metodio fue el
arzobispo metropolitano de los granmoravos, aunque no siempre encontró la
comprensión y el respaldo del príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk.
Bajo la dirección de Metodio se desarrolló la escuela
literaria morava de la cual salieron las traducciones al eslavo antiguo de todos
los libros del Viejo y del Nuevo Testamento. La traducción de las Sagradas
Escrituras fue realizada en la Gran Moravia en ocho meses. Metodio la dictó a
los escribanos que utilizaban una especie de taquigrafía.
San Metodio murió el 6 de abril del año 885 y fue
enterrado en su templo metropolitano en Moravia. La tradición sitúa el lugar de
su sepultura en Velehrad, Moravia del Sur. Sin embargo, el desmoronamiento del
imperio de la Gran Moravia como consecuencia de las incursiones de los magiares
ocasionó la destrucción de los asentamientos.
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