25 DE FEBRERO - JUEVES –
1ª – SEMANA DE CUARESMA - B
San Valerio de Astorga
Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):
EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el
Señor. Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde,
diciendo:
«¡Bendito seas, Dios de
Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no
tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras
siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que
estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy
huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme
grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para
su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.
Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y
nuestros sufrimientos en salvación».
Palabra de Dios
Salmo: 137,1-2a.2bc.3.7c-8
R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de
mi boca;
delante de los ángeles tañeré para
ti,
me postraré hacia tu
santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi
alma. R/.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores
conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque
todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le
pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos,
sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo
vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor
1. La primera enseñanza, que Jesús deja aquí patente, es que la
oración de petición nunca falla. Lo que, a juicio de Jesús es cierto, por más
que tantas veces tengamos la impresión -y hasta la evidencia- de que las cosas
no son así. La insistencia de Jesús queda fuera de duda.
Lo que no podemos saber es "cómo nos oye el Señor y cómo escucha
nuestra petición". De la misma manera que no siempre pedimos lo que más
nos conviene, igualmente el Padre del cielo nos concede lo que nosotros no
vemos como lo que realmente más necesitamos.
2. Para fundamentar nuestra fe en la oración, Jesús recurre al
argumento de la relación "padre-hijo": un padre (al menos, así era en
aquellos tiempos) no le niega la ayuda al hijo que suplica y necesita esa
ayuda. Pero la argumentación de Jesús es más fuerte. Porque Jesús no
se refiere a los padres "buenos", sino a los "malos". Y
viene a decir: "si hasta los "malos" dan cosas buenas a sus
hijos, - ¿cuánto más el Padre del cielo, que es "el más bueno" de
todos los padres imaginables, dará lo mejor a sus hijos que le suplican?
3. La "regla de oro", tal como la propone Jesús como
final de este relato, se presenta en su formulación positiva, no la negativa,
tal como la presentaba, por ejemplo, el rabino Hilel (J. Jeremías, U.
Luz).
En la forma positiva, es más universal. Y, por eso, más totalizante. En
esto se resume "la ley y los profetas". Es decir, todo lo que Dios
nos pide y espera de nosotros. Todo, absolutamente todo, se condensa en que
seamos siempre buenos. Y no nos cansemos de serlo.
La bondad es la mayor fuerza para cambiar este mundo tan convulso. Y para
hacer la vida más soportable.
San Valerio de Astorga
Confesor († s. VII)
Vida de San Valerio de Astorga
Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.
Nacido en Astorga y cristiano desde pequeño. La región del Bierzo es el
escenario de sus virtudes y de su vida. Quiso entrar en el monasterio que fundó
san Fructuoso en Compludo, pero por razones todavía hoy desconocidas no pudo
entrar.
Fallido el intento monacal, comienza una vida de oración y penitencia
viviendo al estilo de los antiguos eremitas. Su modo de vivir, poco frecuente
en la época, hace que de boca en boca vaya pasando la noticia de su existencia
entre los habitantes del lugar que empiezan a visitarle en la ermita que hay
junto al castillo llamado de la Piedra, en Astorga. Allá concurren con deseos
de escucharle y de ser confortados en sus penas. El clérigo el cuidador de la
ermita sólo comienza a interesarse por ella cuando advierte el sonar de las
monedas y huele los pingües beneficios de las ofrendas; como se posesiona de
ellas de mala manera, el santo se marcha para no facilitar su codicia extrema;
pero hasta los pocos libros que tenía hubo de dejarlos en la ermita por considerar
el clérigo chupón que fueron de ella.
La gente del lugar le echa de menos y le sugieren un nuevo sitio para vivir,
rezar y predicar. En Ebronato le edifican los fieles un oratorio donde se
instala y recomienza. Como la gente se arremolina en torno a él, el obispo
nombra un presbítero para que atienda la pequeña iglesia construida; Justo se
llama el pastor y su justicia en el nombre se queda. De nuevo queda Valerio sin
techo y reducido a la miseria. La gente sigue queriéndole y sufre la mala
envidia de Justo que en alguna ocasión llegó a emplear la violencia física
contra Valerio.
En el mismo Bierzo, allí donde Fructuoso fundó el monasterio de san Pedro,
encuentra un lugar tranquilo y puede reanudar una vez más su vida penitente y
orante de eremita. El obispo de Astorga, Isidoro, le llama y pide su compañía
para asistir al concilio de Toledo, al que no llegan por la muerte del prelado.
También escribió dejando por escrito testimonio de la época. Esta literatura
se conservó en el monasterio de Carracedo y la mantuvo como tesoro la iglesia
de Oviedo. Su pluma dejó a la posteridad la vida de san Fructuoso, un abundante
grupo de máximas y consejos a los religiosos del Bierzo, las revelaciones de
los monjes Máximo y Bonelo y la historia del abad Donadeo.
Terminó su vida a finales del siglo VII y sus reliquias se conservaron en el
Altar Mayor de la iglesia del monasterio de san Pedro de los Montes, de la
orden benedictina, cerca de Ponferrada.
A quien se interna en su vida le da la sensación de que Dios lo preparó para
la contrariedad. Y lo muy curioso del caso es que sus enfrentados siempre
fueron clérigos. ¿Tan feo les pareció Valerio? Muchos de los buenos afirman,
con pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un
santo verdadero; pero quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le
cuesta convivir con los demás es al que lleva vida recta.
Fuente: Spider + archimadrid
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