martes, 23 de febrero de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 DE FEBRERO - JUEVES – 1ª – SEMANA DE CUARESMA - B San Valerio de Astorga

 

 


25 DE FEBRERO - JUEVES – 

1ª – SEMANA DE CUARESMA - B

San Valerio de Astorga

 

Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):

 

EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor. Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:

 «¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.

Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.

Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 137,1-2a.2bc.3.7c-8

 

R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

porque escuchaste las palabras de mi boca;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R/.

 

 Daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera tu fama.

Cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma. R/.

 

 Tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo.

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!

Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

 

Palabra del Señor

 

1.  La primera enseñanza, que Jesús deja aquí patente, es que la oración de petición nunca falla. Lo que, a juicio de Jesús es cierto, por más que tantas veces tengamos la impresión -y hasta la evidencia- de que las cosas no son así. La insistencia de Jesús queda fuera de duda.

Lo que no podemos saber es "cómo nos oye el Señor y cómo escucha nuestra petición". De la misma manera que no siempre pedimos lo que más nos conviene, igualmente el Padre del cielo nos concede lo que nosotros no vemos como lo que realmente más necesitamos.

 

2.  Para fundamentar nuestra fe en la oración, Jesús recurre al argumento de la relación "padre-hijo": un padre (al menos, así era en aquellos tiempos) no le niega la ayuda al hijo que suplica y necesita esa ayuda. Pero la argumentación de Jesús es más fuerte.  Porque Jesús no se refiere a los padres "buenos", sino a los "malos". Y viene a decir: "si hasta los "malos" dan cosas buenas a sus hijos, - ¿cuánto más el Padre del cielo, que es "el más bueno" de todos los padres imaginables, dará lo mejor a sus hijos que le suplican?

 

3.  La "regla de oro", tal como la propone Jesús como final de este relato, se presenta en su formulación positiva, no la negativa, tal como la presentaba, por ejemplo, el rabino Hilel (J. Jeremías, U. Luz).

En la forma positiva, es más universal. Y, por eso, más totalizante. En esto se resume "la ley y los profetas". Es decir, todo lo que Dios nos pide y espera de nosotros. Todo, absolutamente todo, se condensa en que seamos siempre buenos.  Y no nos cansemos de serlo.

La bondad es la mayor fuerza para cambiar este mundo tan convulso. Y para hacer la vida más soportable.

 

San Valerio de Astorga

 


Confesor († s. VII)

 

Vida de San Valerio de Astorga

 

Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.

 

Nacido en Astorga y cristiano desde pequeño. La región del Bierzo es el escenario de sus virtudes y de su vida. Quiso entrar en el monasterio que fundó san Fructuoso en Compludo, pero por razones todavía hoy desconocidas no pudo entrar.

 

Fallido el intento monacal, comienza una vida de oración y penitencia viviendo al estilo de los antiguos eremitas. Su modo de vivir, poco frecuente en la época, hace que de boca en boca vaya pasando la noticia de su existencia entre los habitantes del lugar que empiezan a visitarle en la ermita que hay junto al castillo llamado de la Piedra, en Astorga. Allá concurren con deseos de escucharle y de ser confortados en sus penas. El clérigo el cuidador de la ermita sólo comienza a interesarse por ella cuando advierte el sonar de las monedas y huele los pingües beneficios de las ofrendas; como se posesiona de ellas de mala manera, el santo se marcha para no facilitar su codicia extrema; pero hasta los pocos libros que tenía hubo de dejarlos en la ermita por considerar el clérigo chupón que fueron de ella.

 

La gente del lugar le echa de menos y le sugieren un nuevo sitio para vivir, rezar y predicar. En Ebronato le edifican los fieles un oratorio donde se instala y recomienza. Como la gente se arremolina en torno a él, el obispo nombra un presbítero para que atienda la pequeña iglesia construida; Justo se llama el pastor y su justicia en el nombre se queda. De nuevo queda Valerio sin techo y reducido a la miseria. La gente sigue queriéndole y sufre la mala envidia de Justo que en alguna ocasión llegó a emplear la violencia física contra Valerio.

 

En el mismo Bierzo, allí donde Fructuoso fundó el monasterio de san Pedro, encuentra un lugar tranquilo y puede reanudar una vez más su vida penitente y orante de eremita. El obispo de Astorga, Isidoro, le llama y pide su compañía para asistir al concilio de Toledo, al que no llegan por la muerte del prelado.

 

También escribió dejando por escrito testimonio de la época. Esta literatura se conservó en el monasterio de Carracedo y la mantuvo como tesoro la iglesia de Oviedo. Su pluma dejó a la posteridad la vida de san Fructuoso, un abundante grupo de máximas y consejos a los religiosos del Bierzo, las revelaciones de los monjes Máximo y Bonelo y la historia del abad Donadeo.

 

Terminó su vida a finales del siglo VII y sus reliquias se conservaron en el Altar Mayor de la iglesia del monasterio de san Pedro de los Montes, de la orden benedictina, cerca de Ponferrada.

 

A quien se interna en su vida le da la sensación de que Dios lo preparó para la contrariedad. Y lo muy curioso del caso es que sus enfrentados siempre fueron clérigos. ¿Tan feo les pareció Valerio? Muchos de los buenos afirman, con pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un santo verdadero; pero quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le cuesta convivir con los demás es al que lleva vida recta.

 

Fuente: Spider + archimadrid

 

 

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