lunes, 12 de abril de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 14 DE ABRIL MIERCOLES 2ª SEMANA DE PASCUA – B – San Valeriano

 

 

 


14 DE ABRIL MIERCOLES

2ª - SEMANA DE PASCUA – B –

San Valeriano

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:

«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».

Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:

«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».

Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado.

Uno se presentó, avisando:

«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».

Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 33,2-3.4-5.6-7.8-9

 

R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará.

El afligido invocó al Señor,

él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles

y los protege.

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. 

 

Palabra del Señor

 

1.  Jesús desmonta la teoría jurídica de la satisfacción, aplicada a la salvación. Dios no mandó a su Hijo al mundo porque estuviera ofendido e irritado por nuestros pecados. Dios nos dio a su Hijo porque nos quiere tanto, que no quiere que se pierda ninguno de los que creen en Jesús.

 

2.  - ¿Significa esto que quienes no creen en Jesús no tienen salvación? 

Jesús no habla ni de creencias religiosas ni de observancias o prácticas de piedad.

Jesús se refiere al comportamiento de cada uno.

El que es honrado, respetuoso, tolerante, buena persona, de forma que de él se puede decir que vive en la luz, ese está en camino de salvación.

El que se comporta perversamente, ese está en camino de perdición.

 

3.  Por tanto, el problema de la salvación, tal como lo presenta aquí Jesús, no es cuestión de religión, sino de ética. Se trata de vivir en la luz y en la verdad.

El que vive de tal forma que su vida es transparente y hace el bien que está a su alcance, ese es el que" hace sus obras según Dios".  La religión, con sus creencias y sus prácticas, es importante en la medida en que motiva a cada persona y le da la fortaleza necesaria para vivir en la luz y en la verdad.

San Valeriano

 


 

San Valeriano fue un santo aristócrata romano, marido de santa Cecilia, y mártir de la Iglesia católica. Es el santo del día 14 de abril.

Este santo mártir, fue un noble romano, pero pagano en ese entonces que fue esposo de la también noble y santa Cecilia de Roma, gracias a un acuerdo con los padres de la joven. Valeriano fue convertido al catolicismo de forma milagrosa por Cecilia, y en la primera noche de bodas recibió el sacramento del Bautismo por el Pontífice San Urbano I.

Cuando, tras la celebración del matrimonio, la pareja se había retirado a la cámara nupcial, Cecilia dijo a Valeriano que ella le había entregado su virginidad a Dios y que un ángel cuidaba su cuerpo; por consiguiente, Valeriano debía tener el cuidado de no violar su virginidad.

 

Según la tradición el dialogo entre Cecilia y Valeriano fue así:

 

Cecilia: Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.

Valeriano: Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides.

Cecilia: Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo, verás al ángel.

Valeriano obedeció y fue al encuentro de Urbano, el papa lo bautizó y Valeriano regresó como cristiano ante Cecilia.

Valeriano pidió ver al ángel, y un día volvió a su propia casa, donde Valeriano vio a Cecilia en plena oración con el ángel que cuidaba siempre de ella y, él ya creyente convencido, rogó que también su hermano Tiburzio recibiera la misma gracia y así fue.

 

Martirio

El prefecto Turcio Almaquio condenó a ambos hermanos, Valeriano y Tiburzio a la muerte. El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado para ejecutar la sentencia. Pero se convirtió al cristianismo y sufrió el martirio con los Valeriano y su hermano. Cecilia enterró sus restos en una tumba cristiana. Luego la propia Cecilia fue buscada por los funcionarios del prefecto. Fue condenada a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como sobrevivió, la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero también permaneció ilesa en el ardiente cuarto. Por eso el prefecto decidió que la decapitaran allí mismo. El ejecutor dejó caer su espada tres veces, pero no pudo separar la cabeza del tronco. Huyó, dejando a la virgen bañada en su propia sangre. Cecilia vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que después de su muerte su casa debía dedicarse como templo. El papa Urbano I la enterró en la catacumba del papa Calixto I, donde se sepultaban los obispos y los confesores.

 

 

 

 

 

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