21 DE ABRIL - MIÉRCOLES – 3ª - SEMANA DE PASCUA – B –
NTRA. SRA. DIVINA PASTORA
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (8,1-8):
Aquel día, se desató una violenta
persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se
dispersaron por Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a
Esteban e hicieron gran duelo por él.
Saulo, por su parte, se ensañaba con la
Iglesia, penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres.
Los que habían sido dispersados iban de
un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra. Felipe bajó a la
ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba
con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía,
y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando
gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de
alegría.
Palabra de Dios
Salmo: 65,1-3a.4-5.6-7a
R/. Aclamad al Señor, tierra entera
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus
obras!». R/.
«Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre».
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los
hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna
enteramente. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Juan (6,35-40):
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de vida.
El que viene a mí no tendrá hambre, y el
que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y
no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y
al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha
enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último
día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo
el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el
último día».
Palabra del Señor
1. Jesús es el pan de
vida. Aquí Jesús no habla todavía de la eucaristía. El
"pan de vida", según se pensaba entonces, es la ley religiosa dada
por Moisés a Israel. Jesús, por tanto, al decir que él es el "pan de
vida", lo que en realidad afirma es que, con su venida
al mundo, se acabó la religión basada en el cumplimiento de
leyes y normas, y empezó otra forma de entender y vivir la religión. Es la
religión que consiste en vivir como vivió Jesús, pensar como pensó Él y tener
las costumbres y preferencias que Él tuvo.
2. Al proponer este proyecto de religión, Jesús no pide un imposible. Ni se trata de un proyecto de renuncias y sacrificios heroicos. Todo lo contrario. Lo que Jesús promete es que quien tome en serio su proyecto no pasará ni hambre ni sed.
Es decir, encontrará la satisfacción
de sus apetencias más básicas.
Lo que es tanto como asegurar que, en
cualquier caso, la religión tiene que ser un proyecto de satisfacción, es
decir, de felicidad.
3. El problema, a juicio
de Jesús, está en que la fe se conecta, no con "lo que se oye", sino
con "lo que se ve". Lo que se oye es doctrina, teorías...; lo que se
ve son hechos de vida. Y aquí es donde tropezamos con la dificultad.
Los que vieron a Jesús, lo lógico es
que creyeran en él. Nuestra dificultad radica en que no vemos a Jesús, sino
cosas y conductas que, muchas veces, poco o nada tienen que ver con Jesús. Por
eso, el recurso al Evangelio, a la "memoria" de su vida y su palabra,
eso es lo que podrá fortalecer la fe que sacia nuestras apetencias
más legítimas.
NTRA. SRA. DIVINA PASTORA
Nuestra Señora la Divina Pastora de las
Almas
La maternidad
divina de la Santísima Virgen y el hecho de que ella nos guía siempre a su
hijo, están unidos en esta advocación
Historia
Entre las innumerables advocaciones con
que la mariana ciudad de Sevilla venera a la Inmaculada Madre de Dios, siempre
Virgen María, destaca por su origen sevillano el Título de Divina Pastora de
las Almas. Fue el Capuchino Fray Isidoro de Sevilla quien, en vísperas del 24
de Junio de 1703, a la vera de las murallas de la ciudad, en el Claustro bajo
de su convento, contempló a la Madre de Dios y Nuestra "bajo la sombra de
un árbol..., sedente en una piedra, ... cubierto el busto hasta las rodillas de
blanco pellico ceñido a la cintura, ... manto azul aterciopelado, ... sombrero
pastoril, y junto a la diestra, el báculo de su poderío. En la mano izquierda,
rosas, (sostendrá al niño) y la mano derecha sobre un cordero que acoge hacia
su regazo. Algunas ovejas la rodeaban y todas, en sus boquillas llevaban rosas,
simbólicas del Ave María. En la lontananza una oveja extraviada era perseguida
por el lobo, pero pronunciado el Ave María, aparecía San Miguel con la flecha
que hunde en la testuz del lobo maldito".
Fray Isidoro
de Sevilla encargó un cuadro a Alonso Miguel de Tovar y se puso a predicar y
propagar la doctrina y la devoción al pastorado de María. La acogida del pueblo
sevillano no se hizo esperar y pronto surgió una Hermandad que adoptaba como
Titular esta advocación de la Virgen. A ésta siguieron otras.
Oración a la Divina Pastora
Cardenal Castillo Lara
"Virgen
Santísima, que en nuestra historia has manifestado muchas veces tu benevolencia
y cariño por este pueblo, te pedimos que no nos abandones en este
momento!"
Nuestro Señor
Jesucristo ha querido, quizás, darnos una dura lección por nuestras infidelidades,
por no haber sabido aprovechar los dones que nos dio de una naturaleza tan
fértil y rica, de una población inteligente, trabajadora y generosa, y por no
haber ayudado debidamente a los más necesitados y no haber vivido limpiamente
nuestra fe cristiana.
Ayúdanos,
dulce Divina Pastora, a aprender la lección y danos a todos la claridad de la
mente para conocer y evitar el peligro, y la fuerza para superar
democráticamente este momento difícil.
Consíguenos el
don de la paz, de la reconciliación, de la conversión y danos la alegría de la
recuperada libertad.
Así sea.
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