17 DE ABRIL SÁBADO –
2ª – SEMANA DE PASCUA – B –
Santa Catalina Tekakwitha
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua
griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no
se atendía a sus viudas.
Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del
servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros,
hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de
esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno
de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y
Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les
impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número
de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios
Salmo: 32,1-2.4-5.18-19
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de
ti
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,16-21):
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron
la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había
alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían
remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba
a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el
sitio adonde iban.
Palabra del Señor
1. El relato de la multiplicación de los panes termina diciendo
que aquellas gentes, entusiasmadas al ver que Jesús les había dado de comer en
abundancia, quisieron proclamarlo rey. Jesús no aceptó semejante propuesta:
despidió a la gente, mandó a los discípulos a la otra orilla del lago, lejos de
aquella posible tentación, y él se fue solo al monte, a orar. Jesús era un
"hombre de Dios", no un "hombre del poder", ni "hombre
de fama" y, menos aún, un "populista".
La profunda humanidad de Jesús se alimentaba de su profunda espiritualidad.
2. Alejarse del lugar del éxito, de la popularidad y del aplauso
de la gente, resultó difícil, como una noche oscura, en un mar encrespado y con
viento contrario. Así las cosas, lo que más sintieron fue el miedo, no la cercanía
de Jesús que les buscaba rápido, para alcanzarlos, con la ingravidez del que se
desliza por encima de las aguas agitadas.
3. La palabra de Jesús: Soy yo, va
acompañada de un mandato que siempre agrada: No temáis.
La cercanía de Jesús, la presencia de Jesús va siempre acompañada de una
experiencia que todos necesitamos y que tanto deseamos:
liberarnos del miedo.
Son demasiados los miedos que nos atenazan,
nos atormentan, nos avergüenzan. Miedos inconfesables, miedos que no
podemos superar. La presencia de Jesús se nota en la paz, la alegría y la
ilusión que va unida a la victoria sobre el miedo.
Santa Catalina Tekakwitha
Martirologio Romano: En Sault, de la provincia de Québec, en Canadá, Santa
Catalina Tekawitha, virgen, la cual, nacida entre los indígenas del lugar,
recibió el bautismo el día de Pascua y ofreció a Dios su virginidad, que ya
había conservado antes de convertirse, sufriendo muchas amenazas y vejaciones
(† 1680).
Etimológicamente: Katari = Catalina = Aquella que es pura y casta, es
de origen griego.
Fecha de beatificación: 22 de junio de 1980 por el Papa Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 21 de octubre de 2012 por S. S. Benedicto XVI.
Breve Biografía
Esta primera indígena canonizada, conocida como
"El lirio de los Mohawks",nació en Ossernenon, estado de Nueva York,
en 1656. Su padre pertenecía a la tribu Mohawk de la cual era jefe, y su madre
a la Algonquin. La familia la completaba un hermano varón. Los tres murieron en
1660 a consecuencia de una epidemia de viruela que atacó ferozmente a todo el
pueblo, diezmándolo. Kateri también contrajo la enfermedad que respetó su vida
pero le desfiguró el rostro y le afectó a la vista. Una vez arrasada la aldea,
que fue pasto de las llamas, se trasladó a Kahnawakey quedó bajo la tutela de
dos tíos y una tía que no tenían descendencia. Uno de estos familiares no
ocultaba su desprecio por la religión. La llamaban Tekakwithapor su
significado: «la que pone las cosas en orden», nombre que se ganó con su
eficiente trabajo sirviendo a la esposa del tío que la acogió en su casa.
En los pocos años que convivió con su madre
Tagaskouita–que había conocido el catolicismo antes de ser raptada y obligada a
desposarse tras una guerra entre clanes tribales–, le habló de Dios. Ella
sufrió la hostilidad de su marido, que era pagano, y su inquina hacia los
religiosos jesuitas. Y vivió apenada por ver a sus hijos maniatados y sin
libertad de decisión para optar por el credo católico. Pero mantuvo firme su fe
contra viento y marea. Kateri recordaba canciones religiosas que su madre
sabía, y que entonaban juntas en casa de sus parientes.
En 1667 unos jesuitas fueron huéspedes de su tío y,
aprovechando que tenía en sus manos la misión de atenderles, pudo profundizar
en ese Dios amor que le bullía dentro porque ellos le hablaban de Jesús y de
María. Sin embargo, no tuvo ocasión de confiarse y manifestar cuán grandes eran
sus deseos de ser bautizada. Pero en 1674 otro de los jesuitas que había
fundado la misión de San Pietro en Caughuawaga, el padre James de Lamberville,
llegó a su tribu para evangelizar. Y Kateri vio el momento de cumplir su
ardiente anhelo de convertirse en cristiana. De hecho, aunque sus tíos la
prometieron a un joven guerrero, había rehusado casarse con él porque algo
había en su interior, que no sabía descifrar, y que la empujaba a cumbres más
altas. La ruptura del acuerdo establecido hacía años causó gran conmoción en su
entorno y la mayor parte de la tribu no se lo perdonó.
Una oportuna lesión en el pie le permitió abrir su
corazón al jesuita en casa de su tío, y pedirle secretamente la gracia del
bautismo. Le explicó que su madre y la amiga de ella, Anastasie
Tegonhatsihongo, al ser cristianas le habían enseñado algunos principios de fe,
pero tenía sed de profundizar en ellos. No había dado antes este paso por temor
a su familia. El sacerdote constató que Kateri no era precisamente una párvula
del amor divino, sino que en la joven latían fuertemente virtudes que conforman
la santidad; es decir, que el Espíritu Santo estaba actuando dentro de ella
conduciéndola por el sendero de la perfección. Y en la Pascua de 1676, siempre
en medio de gran cautela, la bautizó en la misión de San Pedro, cercana a la
aldea. En ese momento le dieron el nombre de Kateri (Catalina).
La decisión tomada por la joven atrajo la hostilidad de
la gente. Fue objeto de insultos e incluso vio amenazada su vida. Cuando el
padre Lamberville se percató de que la situación que rodeaba a la muchacha era insostenible,
se ocupó de sacarla de allí. Anastasie se encontraba ya en la conocida pradera
de la Magdeleine en Nueva Francia, más allá del río san Lorenzo, y la esperaba
con los brazos abiertos. En 1677 Kateri huyó abandonando a su tío con la ayuda
de unos amigos. Logró llegar a la misiónaunque para ello había tenido que
recorrer más de 300 km. caminando por el bosque. Los jesuitas la consideraron
un tesoro. Anastasiela instruyó en la fe y logró materializar su sueño de
entregarse a la oración y a la penitencia. Le horrorizaba el pecado y se
flagelaba sin compasión afligida por las faltas que hubiera podido cometer.
Convirtió los campos de maíz en el escenario ideal para
rezar el rosario burlando los rigores climatológicos, sin tener en cuenta el
esfuerzo que ello suponía. Mientras, en las riveras del río hacía cruces de
madera. Para no importunar a quienes le daban cobijo, y llevada de su gran amor
a la Eucaristía y a Jesús crucificado, se mantenía discretamente cercana a la
capilla, esperando su apertura desde la madrugada. Luego permanecía allí hasta
que culminaba la última misa que se oficiaba. En 1677, año en el que recibió la
primera comunión, la misión de San Francisco Javier se trasladó a Sault St.
Louis, cerca de Montreal en Canadá. En 1678 conoció a Marie-Thérèse
TekaiaKentha, que se había convertido al catolicismo, compartiendo ambas
similares anhelos de penitencia. Todo lo realizaban en común bajo la atenta
mirada de su director espiritual, el padre Pierre Cholenec.
En 1679 Kateri emitió su voto de virginidad, una
decisión que tenía un peso importante al proceder de una persona aborigen. Con
ella dio un gran testimonio. Después de visitar un convento de religiosas en
Montreal consultó si podría poner en marcha una fundación con algunas amigas,
pero su confesor le hizo ver que no estaba preparada para tal empresa. Su
misión fue catequizar a los niños y prestar impagable ayuda a los enfermos y
ancianos; todo ello sin dejar de mortificarse. Su débil organismo no resistió
tantos envites, pese a que el padre Cholenec había tenido que poner coto a sus
excesos porque se temía lo peor. Y así fue. Al final, contrajo una tuberculosis
que segó su vida el 17 de abril de 1680, cuando tenía 24 años. Sus últimas
palabras fueron: «¡Jesús, te amo!». La muerte liberó su rostro de las huellas
de la viruela. En todo momento había dado pruebas de fe, esperanza y caridad.
Fue heroica en su paciencia, resignación y alegría en el sufrimiento.
Junto a san Francisco de Asís se la considera patrona
de la naturaleza y de la ecología.
NdE: En Estados Unidos de Norteamérica se celebra su
fiesta el día 14 de julio.
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