jueves, 8 de abril de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 DE ABRIL SÁBADO OCTAVA DE PASCUA – B – San Miguel de los Santos

 

 


 

10 DE ABRIL SÁBADO

OCTAVA DE PASCUA – B –

San Miguel de los Santos

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,13-21):

En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no encontraban respuesta.

Les mandaron salir del Sanedrín y se pusieron a deliberar entre ellos, diciendo:

«¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a nadie de ese nombre».

Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo:

«¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído».

Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido.

 

Palabra de Dios

 

 

Salmo: 117,1.14-15.16-18.19-21

 

R/. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

El Señor es mi fuerza y mi energía,

él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos R/.

«La diestra del Señor es poderosa.

La diestra del Señor es excelsa».

No he de morir, viviré

para contar las hazañas del Señor.

Me castigó, me castigó el Señor,

pero no me entregó a la muerte. R/.

Abridme las puertas de la salvación,

y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:

los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste

y fuiste mi salvación. R/.

                                                                                     

Secuencia (Opcional)

Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte

en singular batalla,

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?»

«A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,9-15):

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.

También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.

Y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

 

Palabra del Señor

 

1.  Este texto no fue escrito por el autor del evangelio de Marcos. No aparece en los papiros y códices más antiguos e importantes. Fue añadido algún tiempo después. Y ha sido aceptado como auténtico por las comunidades cristianas y por la autoridad de la Iglesia. Su antigüedad, tan cercana al texto original de Marcos, lo autentifica.

 

2.   El mismo Jesús que había liberado a la Magdalena de los males que la oprimían es el Jesús que se le muestra a ella y a los demás discípulos.  Se afirma, una vez más, la identidad del Jesús resucitado y del Jesús que había muerto. Como se ha dicho muy bien, solo puede haber resurrección donde previamente ha habido muerte. Pero, además, los textos evangélicos no hablan solo de muerte, sino más concretamente de muerte en cruz.

 

3.   La consecuencia que se sigue de lo dicho es clara: si la resurrección nos habla de la cruz y se comprende desde la cruz, de forma que sin cruz no hay resurrección, los crucificados de la historia son el lugar más apropiado para comprender la resurrección de Jesús (J. Sobrino).

Dios no resucitó a un muerto cualquiera. Dios resucitó a un crucificado. La resurrección de Jesús es el argumento, que tenemos los cristianos, para fundamentar la esperanza de las víctimas de la historia para reivindicar la vida y la dignidad que les fueron arrebatadas por la violencia.

 

San Miguel de los Santos

 


 

En Valladolid, ciudad de España, san Miguel de los Santos, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que se entregó por completo a obras de caridad y a la predicación de la palabra de Dios. (1625)

 

Nació un 29 de septiembre de 1591 en Vic (Barcelona, España), en el seno de una familia muy piadosa y siendo el séptimo de ocho hermanos.

Ingresa en el convento de los trinitarios calzados de Barcelona en 1603. En 1606 inicia el noviciado en San Lamberto (Zaragoza), profesando el 30 de septiembre de 1607.

Llevado por el espíritu de la reforma, se pasa a la descalcez. Toma el nuevo hábito en Oteiza, cerca de Pamplona. Realiza su segundo noviciado en Madrid y Alcalá de Henares, profesando en esta ciudad el 29 de enero de 1609.

Fue conventual en La Solana y Sevilla de 1609 a 1611. Estudió filosofía en Baeza desde 1611 a 1614, año que fue enviado a Salamanca a cursar la teología. Al cabo de un año regresó a Baeza, donde concluyó sus estudios teológicos. Desconocemos el lugar y fecha de su ordenación. Durante los siete años que reside en Baeza (1615-1622) ejerció de confesor, predicador y vicario. Finalmente es enviado a Valladolid en mayo de 1622, como ministro del convento, en donde fallece el 10 de abril de 1625, a los treinta y tres años.

Vivió su ideal cristiano en la descalcez trinitaria, con sencillez y rigurosa observancia. Destacó por su profundidad mística, mostrada, sobre todo, en su devoción al sacramento de la Eucaristía y en sus frecuentes éxtasis. Se distinguió también por la continua mortificación de su cuerpo y por una intensa vida de apostolado. Se le atribuye un breve tratado místico sobre la tranquilidad del alma. La Orden Trinitaria lo reconoce como patrón de la juventud trinitaria. Fue beatificado el 2 de mayo de 1779 y canonizado el 8 de junio de 1862, fecha en que, la Orden de la Santísima Trinidad, celebra su fiesta.

 

 

 

 

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