25 DE ABRIL - DOMINGO –
4ª - SEMANA DE PASCUA – B –
San Marcos Evangelista
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,8-12):
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo,
nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues,
quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de
Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de
entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha
convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se
nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Palabra de Dios
Salmo:117,1.8-9.21-23.26.28-29
R/. La piedra que desecharon los
arquitectos
es ahora la piedra angular
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo
somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos
hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él
se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):
En aquel tiempo dijo Jesús:
«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el
asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona
las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un
asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual
que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las
tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla.
Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para
entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi
Padre.»
Palabra del Señor
Pasado, presente y futuro
En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús
resucitado. A partir de este domingo y hasta la Ascensión las lecturas del
evangelio, tomadas siempre del evangelio de san Juan, se centrarán en diversos
aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y
sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.
No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se
usan imágenes muy distintas:
1ª lectura: Piedra angular para hablar de Jesús.
2ª lectura: Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros.
El Evangelio: El Pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros.
Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo de Jesús
y de nosotros.
Pasado y presente de Jesús (Hechos de los apóstoles 4,8-12)
Se supone conocido el relato anterior. Pedro y Juan suben al templo para la
oración de media tarde y en la puerta Hermosa encuentran tendido a un
lisiado que les pide limosna. Pedro lo agarra de la mano derecha, lo levanta y
lo cura. Ante el asombro del pueblo, Pedro pronuncia un discurso en el que
atribuye la curación a Jesús (este discurso se leyó en parte el domingo pasado,
3º del ciclo B). Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, se
irritan al escuchar sus palabras y al día siguiente los convocan ante el
Consejo y los interrogan.
La respuesta de Pedro es la siguiente:
En aquellos días, lleno de
Espíritu Santo, Pedro dijo:
«Jefes
del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos
interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien
claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el
Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los
muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros.
Él es “la
piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en
piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha
dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».
Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es
Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado
ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus
milagros. Sólo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios.
Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en
piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado
al lisiado, y el único que puede salvarnos a todos nosotros.
Presente y futuro del cristiano (1ª carta de Juan 3, 1-2)
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos
hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a
él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que
seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
lo veremos tal cual es.
La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de
nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro:
seremos semejantes a Dios.
Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y
otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza con
Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro,
cuando veamos a Dios cara a cara. Pero eso no impide que seamos ya realmente
hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos de un
deportista famoso o de un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con
nosotros.
Pasado y futuro de Jesús (evangelio de Juan 10, 11-18)
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las
ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al
lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a
un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las
mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al
Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas
las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por esto me
ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder
recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder
para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi
Padre».»
La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al
rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser
despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a
un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es
cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con
el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir
por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la
vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo
que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un
pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como “el buen
pastor” debería haber dicho: bueno y excepcional.
Este pasaje del evangelio concede también especial importancia al futuro de
Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que
haya un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades
cristianas que se irían formando en países paganos y a todos nosotros.
Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor nos ha salvado y nos ha
conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y
agradecerle el don que nos ha hecho.
San Marcos Evangelista
Suele identificársele con Juan, llamado Marcos. Este personaje aparece
varias veces en los Hechos de los Apóstoles. Se le cita por primera vez en Hechos
12:12, cuando Simón Pedro, milagrosamente liberado de la cárcel, se refugia en
casa de María, madre de "Juan, por sobrenombre Marcos". Acompañó a
Pablo de Tarso y a Bernabé en el primer viaje de Pablo (Hechos 13:5), pero se
separó de ellos cuando llegaron a Panfilia, regresando a Jerusalén (Hechos
13:13 en estos versículos se hace referencia a él simplemente como
"Juan"). Cuando Pablo iba a iniciar su segundo viaje, tuvo una grave
disputa con Bernabé a propósito de "Juan, llamado Marcos": Bernabé
quería que fuese con ellos, pero Pablo se negaba, ya que les había abandonado
en el viaje anterior. Pablo y Bernabé terminaron por separarse, y Marcos
acompañó al segundo en su viaje a Chipre (Hechos 15:37-39).
Marcos es considerado por la tradición cristiana el autor del evangelio que
lleva su nombre. Puesto que él no fue discípulo directo de Jesús, por lo que
basó su relato -siempre según la tradición- en las enseñanzas de Pedro. El
autor más antiguo que asignó a Marcos la autoría de este evangelio fue Papías
de Hierápolis, en la primera mitad del siglo II, en un testimonio citado por
Eusebio de Cesarea.
Desde el siglo II se dio por sentado que Marcos era el autor de este
evangelio. Aunque es imposible tener ningún tipo de certeza a este respecto, se
ha aducido convincentemente que no hay ninguna razón por la cual los primeros
cristianos tuvieran que adjudicar la autoría de este evangelio a un personaje
desconocido que no fue discípulo directo de Jesús, en lugar de atribuírsela a
uno de los apóstoles.
En el 828, las reliquias atribuidas a San Marcos fueron llevadas de
Alejandría por navegantes italianos, que las trasladaron a Venecia, donde se
conservan en la Basílica de San Marcos, construida expresamente para albergar
sus restos. Los coptos creen que la cabeza del santo quedó en Alejandría. Cada
año, en el día 30 del mes de Babah, la Iglesia Copta conmemora la consagración
de la iglesia de San Marcos, y la aparición de la cabeza del santo en la
iglesia copta de San Marcos, en Alejandría, donde se conservaría su cabeza.
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