16 – DE
MAYO – MARTES –
6 - SEMANA DE
PASCUA – A
San Simón Stock
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,22-34):
EN aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los
magistrados ordenaron que les arrancaran y que los azotaran con varas; después
de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los
vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra
y les sujetó los pies en el cepo.
A eso de
media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los
escuchaban. De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los
cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se
les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la
cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos
se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo:
«No te hagas
daño alguno, que estamos todos aquí».
El carcelero
pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y
Silas; los sacó fuera y les preguntó:
«Señores,
¿qué tengo que hacer para salvarme?»
Le
contestaron:
«Cree en el
Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».
Y le
explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
A aquellas
horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se
bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la
mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
Palabra de Dios
Salmo:
137,1-2a.2bc.3.7c-8
R/. Señor, tu
derecha me salva
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi
boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (16,5-11):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy
al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que,
por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os
digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a
vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando
venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una
condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al
Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está
condenado».
Palabra del Señor
1. Tuvo
que ser dolorosa la despedida de los discípulos y Jesús. Porque no cabe duda de
que, entre Jesús y los discípulos se había creado una relación profunda,
fuerte. Pero no era cuestión solo de amistad. Es que, además de la "amistad",
allí había una vinculación de "fe" y, sobre todo, de
"seguimiento" de los discípulos en relación con Jesús.
Aquellos
hombres veían en Jesús la imagen de Dios, la cercanía de Dios, la presencia de
Dios. Allí se produjo un fenómeno de unión y experiencia religiosa tan fuerte,
que aquello fue el punto de partida de un
movimiento humano espiritual que aún perdura, que se ha ido transmitiendo
de generación en generación y que sigue vivo en todos los rincones del
mundo.
2. Pero,
aun siendo tan fuerte aquel vínculo de amistad y de fe, Jesús les dice que
"les conviene" que él se vaya, que él se quite de en medio. Porque,
si Jesús se queda en este mundo, eso representaría que, en esta tierra nuestra,
habría (y seguiría habiendo) un hombre genial, excelso, profético... Pero, por muy
excelso que fuera, siempre estaría localizado en un solo lugar. Mientras que,
al irse Jesús, al morir, entregó el Espíritu (Jn 19, 30) y cuando resucitó lo
volvió a entregar (Jn 20, 22).
Ahora bien,
el Espíritu nunca está limitado a un solo lugar. Todo lo contrario, el Espíritu
es una fuerza de libertad y expansión, que se derramó sobra toda carne (Hech 2,
17; cf. Joel 3, 1).
Es decir,
está y estará en todo ser mortal. Esto es más importante que la presencia
física de Jesús en esta tierra.
3. Pero
el hecho es más profundo. Y más genial.
Dios,
mediante la Encarnación, se ha "humanizado". Es decir, se
ha hecho presente en "lo humano'. Por eso, sin duda, Jesús dijo
que nos conviene su ausencia material. Porque lo que nos interesa a los mortales es su presencia de encarnación por la fuerza del
Espíritu.
- ¿Qué quiere
decir esto?
Que Jesús
está presente en cada ser humano, en todo ser humano. Por eso, donde
hay humanidad, allí está Jesús: Lo que hicisteis con uno de estos, a mí me lo
hicisteis (Mt 25, 40).
A Jesús lo
tenemos con nosotros, y nos relacionamos
con él, constantemente y sin darnos cuenta de que la humanización de la
convivencia es nuestra constante divinización.
San Simón Stock
Nace en el condado de
Kent (Inglaterra) en el año 1165. Su apellido Stock hace alusión a un
"hueco de tronco" donde de pequeño y de joven, Simón pasaba largas
horas en oración como un ermitaño.
Cuando llega el primer
carmelita a Inglaterra ingresa a la Orden. Lleva allí una vida ejemplar y
piadosa.
En un capítulo general
reunido en Aylesford fue nombrado general de la Orden del Carmelo. Desempeñará
este servicio hasta su muerte.
Era muy devoto de la
Virgen María, por lo que se le ha llamado "el amado de María". A Ella
le componía himnos, que luego recitaba.
Rezaba así San Simón
Stock cada día pidiendo por su Orden:
Flor del Carmelo Viña
floridal esplendor del cielo; Virgen fecunda y singular; oh Madre dulce de
varón no conocida; a los carmelitas, proteja tu nombre, estrella del mar.
Una de sus mayores
preocupaciones era la difusión de los carmelitas en Inglaterra y toda Europa;
por ello funda diversos conventos en las principales ciudades universitarias
como por ejemplo Oxford (Inglaterra), Cambridge (Inglaterra), Boloña (Italia) y
París (Francia).
A él se le aparece
el 16 de julio de 1251 la Virgen (en ese entonces Superior de la Orden del
Carmen) y le entrega un escapulario mientras le dice: "Toma este hábito,
el que muera con él no padecerá el fuego eterno". Llevar el escapulario
constituye una promesa de morir en gracia y salir del purgatorio lo antes
posible (a más tardar el sábado siguiente a la muerte). No es un amuleto o
protector mágico sino es un compromiso a vivir en forma mariana o sea imitando
las virtudes de la Santísima Virgen. Esta devoción se divulgó rápidamente.
Muere en Burdeos
(Francia) el 16 de mayo de 1265, haciendo una visita pastoral. Es enterrado
allí. En el año 1951 es trasladado a Aylesford.
Aunque es venerado por
los Carmelitas desde por lo menos 1564 nunca ha sido oficialmente canonizado,
aunque el Vaticano aprueba que los carmelitas celebren esta fiesta.
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