18 – DE
MAYO – JUEVES –
6 - SEMANA DE
PASCUA – A
SAN JUAN – I
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (18,1-8):
EN aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un
tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado
hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos
abandonasen Roma.
Se juntó con
ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa;
eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en
la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y
Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando
testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías.
Como ellos se
oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:
«Vuestra
sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con
los gentiles».
Se marchó de
allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa
estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga creyó en el Señor
con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo,
creían y se bautizaban.
Palabra de Dios
Salmo:
97,1-2ab.2cd-3ab.3cd-4
R/. El
Señor revela a las naciones su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su
fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,16-20):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de
poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».
Comentaron
entonces algunos discípulos:
«¿Qué
significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me
volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».
Y se
preguntaban:
«¿Qué
significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
Comprendió
Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis
discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro
de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros
lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Palabra del Señor
1. Os
animo a la leer con atención y reflexionar la palabra de Dios. Es el mejor
alimento diario de nuestra fe, si queremos seguir a Jesús. Y lo primero que hay
que hacer para tomar esta decisión de seguirle, es escuchar su llamada, tener
el oído despierto. Sabemos bien que la fe no consiste primordialmente en creer
algo sobre Jesús, sino en creerle a él, seguir con nuestra vida a su persona y
entregarle nuestro corazón.
Los apóstoles
no siempre comprendían lo que Jesús les explicaba, pero confiaban en él, en su
persona y estaban a su lado. “No entendemos lo que dice”, se lee en el
evangelio de hoy. Y es que para entender a Jesús primero hay que quererle. Sin
darnos cuenta, nos acostumbramos a vivir de manera rutinaria y repetitiva. Nos
falta la alegría de quienes viven alimentándose de su Palabra y dando gracias
cada día de haberle conocido. Jesús es nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro
mejor Amigo que nunca falla. Él nos lleva de la mano hasta el Padre.
2. Jesús
les anuncia que están llamados a dar a luz un mundo nuevo, basado en el amor y
guiado por el Espíritu Santo. El dar a luz produce un sufrimiento, pero acaba
en una alegría inmensa. Este momento está cercano, casi a la mano. Van a tener
valor para enfrentar todas las dificultades que se presenten, porque Jesús está
con ellos como el Padre ha estado siempre con Jesús.
Pero cuando
falta el seguimiento de Jesús, cuidado y reafirmado una y otra vez en el propio
corazón y en la comunidad cristiana, nuestra fe corre el riesgo de quedar
reducida a una aceptación de creencias, de costumbres, de palabras que no
entendemos.
Es fácil
entonces instalarnos en algunas prácticas religiosas, sin dejarnos cuestionar
por las llamadas que Jesús nos hace desde el evangelio que leemos cada día.
Sólo seremos sus discípulos si le damos el abrazo de la fe y lo imitamos con
nuestra vida.
3. Sucedió
el 19 de agosto 2000 en Roma con ocasión de la XV Jornada Mundial de la
Juventud ante dos millones de jóvenes reunidos en la Vigilia de oración con el
Santo Padre. Massimiliano, nacido en Roma, dio su testimonio: “He nacido en una
sociedad en la que todo se puede comprar y en la que tengo de todo. Tengo una
familia unida, en casa no me falta de nada, tengo estudios en la Universidad,
tengo asegurado mi puesto de trabajo. No he conocido ni la guerra ni las
deportaciones ni el control de la libertad, como muchos de los jóvenes que
están aquí. Me considero un joven privilegiado. Pero un día leyendo el
Evangelio de Jesús encontré estás palabras que me impresionaron muchísimo –las
que Jesús dijo al joven rico: “Todavía te falta una cosa...” ¿A mí
me faltaba algo todavía? Sí, era cierto: ME FALTABA EL AMOR A LOS POBRES... “
Hoy, en pleno siglo XXI, este joven ha sentido el llamamiento a dar lo
que tenía a los pobres y a seguir a Cristo. En su encuentro con los pobres de
Roma, este joven busca ahora vivir como Jesús, entregando su vida por los
demás. Y continúa diciendo: “Procuro hacerme amigo de ellos: ellos ya conocen
mi nombre y yo conozco el nombre de algunos de ellos. Y todo esto no lo hago yo
solo, pues estoy con un grupo de amigos que tienen los mismos ideales que yo”.
(año 526)
Nació en Toscana, y fue elegido papa en el año 523. Enviado como legado de
Teodorico a Justino, emperador de Constantinopla, fue detenido a su vuelta y
encarcelado. Su gestión no había sido del agrado del monarca. Murió en Rávena
en el año 526.
Era italiano, de
Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey
Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador
Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de
esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan
empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy
grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al
Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino
quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía
ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de
esa gran ciudad.
Más de 15,000 fieles
salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las
manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de
Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias
a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos
públicos.
Y Teodorico se
encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde
el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en
la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron
martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.
Y dicen los
historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber
hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados
que le servían en el almuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario