jueves, 18 de mayo de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 – DE MAYO – SÁBADO – 6 - SEMANA DE PASCUA – A San Bernardino de Siena

 

 


 

20 – DE MAYO – SÁBADO –

 6 - SEMANA DE PASCUA – A

San Bernardino de Siena

 

       Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,23-28):

 

PASADO algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.

Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.

Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 46,2-18-9.10

R/. Dios es el rey del mundo

 

Pueblos todos, batid palmas,

aclamad a Dios con gritos de júbilo;

porque el Señor altísimo es terrible,

emperador de toda la tierra. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:

tocad con maestría.

Dios reina sobre las naciones,

Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Los príncipes de los gentiles se reúnen

con el pueblo del Dios de Abrahán;

porque de Dios son los grandes de la tierra,

y él es excelso. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,23b-28):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.

Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.

Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.

Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

 

Palabra del Señor

 

1.   Impresionan estas palabras de Jesús a quienes creen y se fían de él. Porque, en realidad, lo que viene a decir Jesús es que quienes acuden al Padre, siendo creyentes y seguidores de Jesús, su oración no es solo ni principalmente oración de ellos, sino que es oración de Jesús mismo al Padre. Y es que el seguimiento de Jesús nos une de tal manera a Jesús, que nuestros deseos o necesidades son deseos o necesidades del mismo Jesús.

 

2.   Hasta ese extremo la fe y el seguimiento nos hacen uno con Jesús. Y a Jesús con cada creyente y cada discípulo. Por eso, semejante oración es infalible. Porque, en esa plegaria, es el mismo Jesús el que pide por boca del orante, mediante los deseos del que hace la petición. Lo que supone una identificación exacta de lo que uno quiere con lo que siempre quiso y pidió Jesús mientras vivió en esta tierra.

Seguir a Jesús es identificarse con él. Y esa identificación se realiza y se verifica en la identificación de deseos y de peticiones al Padre.

 

3.  En el fondo, esto nos viene a decir que la oración perfecta es la que identifica los propios deseos con los deseos de Jesús. Y uno siente como necesidades propias las mismas cosas que Jesús vio y vivió como las más urgentes y necesarias. 

Cuando dos personas se quieren tanto que llegan a identificar lo que les gusta, lo que les preocupa, lo que les interesa, lo que anhelan, no cabe la menor duda de que ese cariño mutuo es muy fuerte. Porque, si ya es difícil en la vida respetar los deseos de los otros, ¡cuánto más difícil y exigente tiene que ser identificar los propios con los deseos del otro!

 

San Bernardino de Siena


 

 

San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzo, en Italia.

 

Vida de San Bernardino de Siena

 

Nacido en Massa Marittima, territorio de Siena, (hoy en región Toscana, Italia), el año 1380.

Queda huérfano y es criado por una tía. Ya desde chico le gustaban las cosas de Dios. Componía altares e imitaba a los predicadores. De adolescente era se cuidaba de hablar y actuar con pureza.

Cuando tenía 20 años hubo una gran peste en Italia que arrasó a Siena. Él y otros jóvenes amigos suyos fueron al hospital y sirvieron por 3 meses hasta que acabó la epidemia.

A los 22 años lo dejó todo para entrar en la comunidad franciscana. Tanto movía los corazones con su prédica que se cerraban las tiendas y hasta las clases en la universidad para escucharle. Se convirtieron innumerables pecadores que venían a él arrepentidos.

Entró en la Orden de los Frailes Menores, se ordenó sacerdote y desplegó por toda Italia una gran actividad como predicador, con notables frutos.

Propagó la devoción al santísimo nombre de Jesús. Tuvo un papel importante en la promoción intelectual y espiritual de su Orden; escribió, además, algunos tratados de teología.

Propaga la devoción a la Eucaristía. Acostumbraba a llevar consigo una tablilla, mostrando la Eucaristía con rayos saliendo de ella y en el medio, el monograma IHS que el ayudó a popularizar como símbolo de la Eucaristía. Fue gran reformador de la Orden Franciscana.

No faltan las pruebas: El Papa Martín V lo suspende como predicador pero San Juan Capistrano, le ayuda a arreglar su situación.

Rechazó 3 episcopados, fundó más de 200 monasterios e intervino para traer la paz entre dos bandos, los güelfos y los gibelinos.

A los 63 años se le apareció San Pedro Celestino que le avisa de su muerte ya cercana, la que acontece en la vigilia de la Ascensión. Muere en 1444 y seis años después es canonizado por el para Nicolás V.

Está sepultado en Aquila. Estuvo incorrupto y su ataúd sangró sin cesar hasta que vino la paz entre los bandos que peleaban en la ciudad.

 

(Fuente: corazones.org)

 

 

Oración a San Bernardino de Siena

San Bernardino, que propagaste la devoción al santísimo nombre de Jesús, danos un tierno amor al Redentor y obtén para nosotros la protección contra los males respiratorios, con los cuales tú mismo fuiste probado. Te lo pedimos por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

 

 

 

 

 

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