9 – DE MAYO
– MARTES –
5 - SEMANA DE
PASCUA – A
San Gregorio Ostiense
Lectura del libro de los
Hechos de los apóstoles (14,19-28):
EN aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron
a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya
por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la
ciudad.
Al día
siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en
aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y
a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe,
diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de
Dios.
En cada
Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor,
en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de
predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para
Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión
que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que
Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la
puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios
Salmo:
144,10-11.12-13ab.21
R/. Que tus
amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (14,27-31a):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os
dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro
corazón ni se acobarde.
Me habéis
oído decir:
“Me voy y
vuelvo a vuestro lado”.
Si me
amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os
lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré
mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga
poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y
que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Palabra del Señor
1. El
miedo es quizá la peor de las amenazas que tenemos que soportar los cristianos. Por eso, Jesús les pide a sus discípulos que no se dejen
dominar por el miedo, que no tiemblen ni se
acobarden.
- ¿Por qué
esta petición?
Porque Jesús
les estaba pidiendo algo que le produce miedo a una persona religiosa.
Se trataba de
desmontar la idea de Dios y la experiencia de Dios, que habían heredado de sus mayores y que habían vivido en su cultura. Y, en lugar del "Dios de siempre", tenían que acostumbrarse a ver a Dios, no en
lo divino "sino en lo humano"; no en "lo sagrado", sino
"en lo profano"; no en "lo religioso", sino "en lo
laico".
- ¿No es esto
como para suscitar verdadero miedo?
2. Por
más que Jesús sea "imagen" de Dios, el mismo Jesús dice que él
no es igual a Dios: "El Padre es más
que yo". Jesús sabe y afirma su condición de creatura (protótocos), el "primogénito" de la creación (Col 1,
15). Lo cual pone al descubierto la gravedad de lo que
Jesús les está pidiendo a los discípulos y a todos sus seguidores: tienen que
ver a Dios en un ser humano. Esto, para aquellos hombres y para
nosotros, es fuerte, demasiado fuerte.
3. Por
más que lo pensemos y lo digamos, el hecho es que a Dios no lo vemos en lo
humano, en un ser humano. Por la sencilla razón de que lo humano nos resulta
insignificante, rutinario, feo, incluso despreciable o repugnante.
- ¿Ver en eso
a Dios?
Esta es la
cuestión, la gran cuestión, para nuestra fe en Dios.
Gregorio
Ostiense, obispo († c. a. 1044). Abad del monasterio de san Cosme y san Damián,
en Roma. Obispo de Ostia. Vivió varios años en España como legado papal.
Vida de San Gregorio Ostiense
Son bastante confusas las noticias que
tenemos sobre este santo muy venerado en las tierras de La Rioja y Navarra.
Se le conoce como abad del monasterio de
san Cosme y san Damián, en Roma.
El papa Juan XVIII lo hace obispo de
Ostia y luego lo eleva al cardenalato, pasando a ser Bibliotecario Apostólico,
puesto que mantuvo durante cuatro papados. Participa en el gobierno de la
Iglesia, tomando parte en asuntos arduos y complicados de política exterior al
tiempo que procura no descuidar el ministerio pastoral.
Parece ser que vino a España en la
primera mitad del siglo XI, como Legado papal ante las Cortes de Burgos y
Pamplona. Muy probablemente tuvo que ver su envío desde Roma con las cuestiones
relativas a la organización eclesiástica de España en una coyuntura en la que
se hacía muy necesaria la determinación de los límites de las diócesis que era
origen y fuente de numerosos conflictos y no sólo por interferencias de
jurisdicción episcopal, sino también por la pertenencia a distintos soberanos.
Ello conllevaba negociaciones con los reyes y con los obispos interesados, y
para esa labor hacía falta un hombre con tacto político y gran sentido
eclesial.
Era asunto difícil y espinoso por los
muchos intereses que encerraba era la delimitación de la diócesis de Valpuerta
cuya extensión perteneció en gran parte a la desaparecida diócesis visigoda de
Calahorra y que llegó a perdurar hasta el 1086, después de la muerte del santo,
fecha en que quedó incorporada a Burgos (Campus Castellae) que absorbió en
torno a sí a todos los obispados circundantes.
También en el sur de Pamplona, en torno a
Nájera, erigen los reyes Santa María la Real como panteón real. Ya había
aparecido la figura del Nagalensis o Navarensis o Nazarensis episcopus desde el
925, abarcando las fronteras diocesanas hasta territorios que interfieren
Valpuerta y Alava, amén de ocupar toda la Rioja, donde habían proliferado,
durante los tres siglos de dominación musulmana, y con la ilusión de ser cada
una la continuidad de Calahorra, las diócesis de Albelda, Castella Vetus, San
Millán de la Cogolla y Nájera, cuya historia constituye una verdadera maraña,
complicada aún más todavía por la presencia de prelados auxiliares u honorarios
hasta que se reconquistó Calahorra, en el 1046, y recuperó su antigua capitalidad,
aglutinando a las mencionadas.
No siempre dieron buen fruto, o el fruto
apetecido, las negociaciones del Legado, pero sí que pudieron hacerse sin
discordias entre los reyes y sin enfrentamientos entre los obispos y, desde
luego, sentaron las bases para que la obra trascendiera al gestor.
Gregorio no olvidó nunca lo principal de
su persona, el ejercicio del ministerio sacerdotal. Predicó en Calahorra y
Logroño entre otras poblaciones de la Rioja y Navarra, destacando en sus
pláticas la necesidad de conversión y penitencia. Parece ser que esta fue la
ocasión en que santo Domingo de la Calzada vivió algún tiempo en su compañía,
sirviéndole de paje.
Se cuenta que en cierta ocasión libró los
campos riojanos de una plaga de animalitos, y por eso le invocan los agricultores
de una manera especial contra la langosta.
Vivió alrededor de cinco años en España.
Agotado y enfermo se retiró a Logroño
donde parece que murió alrededor del año 1044; pero su cuerpo se venera en la
iglesia de san Gregorio de Pinave, entre Viana y Logroño.
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