5 – DE MAYO
– VIERNES –
4 - SEMANA DE
PASCUA – A
San Ángel de Sicilia
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles (13,26-33):
EN aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la
sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a
Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los
habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni
entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las
cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la
muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo
lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios
lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que
habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos
ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la
promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus
hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».
Palabra de Dios
Salmo: 2,6-7.8-9.10-11
R/. Tu eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy
«Yo mismo he establecido
a mi Rey
en Sión, mi monte
santo».
Voy a proclamar el
decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú
eres mi Hijo:
yo te he engendrado
hoy. R/.
Pídemelo:
te daré en herencia
las naciones,
en posesión, los
confines de la tierra:
los gobernarás con
cetro de hierro,
los quebrarás como
jarro de loza». R/.
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que
regís la tierra:
servid al Señor con
temor,
rendidle homenaje
temblando. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Juan (14,1-6):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la
casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a
prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré
conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya
sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
Palabra del Señor
1. Cuando terminó la cena de despedida, en la que se mezclaron la cercanía humana (Jesús como esclavo lavando los pies y el mandamiento del amor) y la tensión violenta de los trágicos anuncios de la traición de Judas y la negación de Pedro, Jesús inicia un largo discurso. Y lo primero que les dice es que no toleren la inquietud, la turbación, las perturbaciones del corazón (mé talasses-zo ymon hé kardía). Solo así, se puede vivir "en calma".
La conmoción de nuestra intimidad más profunda (corazón) nos hace sufrir
inútilmente y nos roba los mejores sentimientos: la esperanza, la ilusión y
hasta las ganas de vivir.
2. Jesús les dice que no les abandona para siempre. Todo lo
contrario: les va a preparar un sitio (tópos) en la casa del Padre común de
todos los humanos. Y será el mejor sitio de la casa. El sitio en que van a
estar junto a Jesús.
Se trata de un lenguaje simbólico. Porque cuando se trasciende la historia,
ya no hay espacios, ni tiempos, ni casas. Solo habrá lo que es
específicamente humano: la cercanía humana de quien nos quiere y a quien
queremos.
3. Cuando Jesús es la meta de los más nobles anhelos, por eso
mismo es también el camino para alcanzar esos anhelos.
Cuando anhelamos estar siempre con alguien, ese deseo, mantenido siempre,
es el camino para lograr la presencia y la intimidad que nunca acaban. Pero es
claro que esto no se improvisa cuando notamos que se nos acerca el final de
esta vida.
El deseo sincero de identificarnos con Jesús nos tiene que acompañar largos
años. Para que se haga vida en nuestra vida.
San Ángel de Sicilia
Nació en Jerusalén, en el seno de una
familia de judíos conversos.
A la temprana muerte de su hermano
gemelo, San Ángel decide ingresar a la Orden Carmelita, y es admitido en el
monasterio en el Monte Carmelo, en Palestina.
En el siglo trece, los Carmelitas pasaron
de ser una orden contemplativa a ser una orden de mendicantes; recordemos que
era el siglo de la revolución espiritual de San Francisco de Asís y de Santo
Domingo de Guzmán.
San Ángel es enviado eventualmente a
Roma, para llevar un mensaje al papa Honorio III. A continuación, recibe la
encomienda de dirigirse a Sicilia, para ayudar a predicar contra la herejía de los
cátaros, que habían tomado control de la isla.
Sin embargo, a poco de haber desembarcado
en Sicilia, San Ángel fue asesinado a traición con cinco puñaladas por la
espalda, ordenadas por el líder de los herejes. En el sitio donde murió se
edificó una iglesia, y su sepulcro se convirtió muy pronto en sitio de
peregrinación.
La Orden Carmelita venera a San Ángel
como santo por lo menos desde 1456. En 1459, el papa Pío II aprobó su culto.
Ángel se cuenta entre los primeros
Carmelitas que vinieron del Monte Carmelo a Sicilia, donde, según las fuentes
tradicionales dignas de fe, murió apuñalado a muerte en Licata a manos de
hombres impíos, en la primera mitad del siglo XIII.
Venerado como mártir, muy pronto se
edificó una iglesia sobre el lugar de su martirio, y allí fue colocado su
cuerpo.
Sólo en 1662 sus restos mortales fueron
trasladados a la iglesia de los Carmelitas de Licata.
El culto a san Ángel se difundió por toda
la Orden y también entre el pueblo. Él y san Alberto de Trápani son
considerados los "padres" de la Orden por ser los dos primeros santos
que recibieron culto en la Orden, y por esto fueron representados muchas veces
en la iconografía medieval al lado de la Virgen María.
En Sicilia existen muchos lugares que
tienen a san Ángel como patrono, y el pueblo lo invoca en las necesidades,
dirigiéndose a él con mucho afecto y cariño.
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