miércoles, 24 de mayo de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 – DE MAYO – VIERNES – 7 - SEMANA DE PASCUA – A SAN FELIPE NERI

 


26 – DE MAYO – VIERNES –

7 - SEMANA DE PASCUA – A

SAN  FELIPE  NERI

 

     Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25,13-21):

 

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:

«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 10,4-7

 

    R/. El Señor puso en el cielo su trono

 

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios. R/.

 

Como se levanta el cielo sobre la tierra,

se levanta su bondad sobre sus fieles;

como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

El Señor puso en el cielo su trono,

su soberanía gobierna el universo.

Bendecid al Señor, ángeles suyos,

poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):

 

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»

Él le contestó:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Jesús le dice:

«Apacienta mis corderos.»

Por segunda vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»

Él le contesta:

 «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Él le dice:

«Pastorea mis ovejas.»

Por tercera vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»

Jesús le dice:

«Apacienta mis ovejas.

Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.

Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

 

                           Palabra del Señor

 

1.  La importancia de este diálogo, entre Jesús y Pedro, para el significado de Pedro en la Iglesia, es mayor de lo que imaginamos. Y por tanto, para el papado, como cabeza del colegio episcopal (concilios Vaticano I y II, Denzinger- Hünermann, 3055 y 4143).

Según la lectura que los Padres de la Iglesia y los teólogos cristianos, han hecho de este relato, está fuera de duda que Pedro (y el papado, que se ha fundamentado en él) es una pieza clave en la estructura de la Iglesia.

El papado, por tanto, no es un invento humano como tantos otros. Tiene su origen en los primeros orígenes del cristianismo, si nos atenemos a los recuerdos de Jesús, que nos dejaron los evangelios.

 

2.  Pero, tan importante como lo anterior, es saber que el papel de Pedro, tal como se plantea aquí (en su mismo origen), fue pensado por Jesús, nunca basado en la fuerza del poder, sino solamente en la ejemplaridad del amor.

Fue necesario que Pedro negase tres veces su fe en Cristo, en el palacio de Anás, para que afirmase tres veces su amor a Jesús, en el lago de Galilea.

El Pedro que negó la fe fue el Pedro seguro de sí mismo (aunque todos los demás..., yo no).

El Pedro que amó a Jesús fue el Pedro que se entristeció inseguro de sí.

Y fue este Pedro el que "siguió" (Jn 21, 19) definitivamente a Jesús.

 

3.  La gran contradicción y el gran escándalo es que el papado, que se ha terminado imponiendo en la Iglesia, no ha sido el papado del discípulo que sigue a Jesús, sino el papado del poder que apeteció Pedro cuando quiso situarse el primero (Mt 20, 20-28; Mc 10, 35-46) o el papado del Pedro que rechazó la pasión y el fracaso de Jesús (Mt 16, 21-23 par), que más se parece al orgullo de aquel Pedro que se sentía seguro de sí mismo, el que se veía superior a los demás.  

Se ha superpuesto el poder al amor.  Y por eso se ha confeccionado una historia turbia del papado, en la que han abundado falsificaciones como la "donación de Constantino" (s. VIII), pretensiones de poder sobre cualquier otro poder humano (s. XI) o teorías como la de la plenitudo potestatis, a partir de Inocencio III (s. XII-XIII). Desde entonces hasta el canon 331 del vigente Derecho Canónico, en la historia del papado ha habido hombres santos y hombres pecadores. Pero la institución, tal como ha sido gestionada, ha alejado -y sigue alejando- a grandes sectores de la sociedad de la "peligrosa memoria' del Jesús que se nos presenta en el Evangelio.

 

4.  Y lo más doloroso es que todo esto se vea confirmado ahora, en el papado de Francisco, el humilde sucesor de Pedro que se identifica con los más pobres, los enfermos, los ancianos y los niños.

El Papa que no es querido y aceptado por buena parte del clero y de la Curia Romana, cosa que es bien sabida en todo el mundo.

Es doloroso pensar que la Iglesia no coincide con el Evangelio.

 

SAN  FELIPE  NERI

 



 

Nació en Florencia en 1515; marchó a Roma y se dedicó al cuidado de los jóvenes; destacó en el camino de la perfección cristiana y fundó una asociación para atender a los pobres.

Ordenado sacerdote en 1551 fundó la Congregación del Oratorio, en la que se cultivaba ­especialmente la lectura espiritual, el canto y las obras de caridad. Brilló por sus obras de caridad con el prójimo, por su sencillez y su alegría. Murió en el año 1595.

“Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere; quien pida algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide; quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace”, decía San Felipe Neri, patrono de educadores y humoristas, así como fundador del Oratorio en Roma.

San Felipe Neri nació en Florencia (Italia) en 1515. Muy pronto quedó huérfano de madre, pero la segunda esposa de su padre fue para él y sus hermanos una verdadera mamá.

A los 17 años fue enviado a San Germano para que aprendiera de negocios y tuvo una experiencia mística que el Santo llamaría su “conversión”. Se fue a Roma sin dinero y sin proyecto alguno confiando en la Divina Providencia.

Obtuvo trabajo educando a los hijos de un aduanero florentino, quienes se portaban muy bien con la dirección de Felipe. En sus ratos libres se dedicaba a la oración. Más adelante realizó estudios de filosofía y teología, pero cuando se le abría una brillante carrera, abandonó los estudios y se entregó al apostolado.

En la Víspera de Pentecostés de 1544 pedía en oración los dones del Espíritu Santo cuando del cielo bajó un globo de fuego que se dilató en su pecho. San Felipe cayó al suelo pidiendo al Señor que se detenga, pero cuando recuperó plenamente la conciencia, tenía un bulto en el pecho del tamaño de un puño, que jamás le causó dolor.

Más adelante fundó la Cofradía de la Santísima Trinidad, conocida como la cofradía de los pobres. Fue ordenado sacerdote y ejerció el apostolado del confesionario varias horas al día. Con frecuencia caía en éxtasis en Misa y algunos llegaron a verlo levitando.

Organizó las conversaciones espirituales que solía terminar con la visita al Santísimo. El pueblo los llamaba los “oratorianos” porque se tocaba la campana para llamar a los fieles a rezar en su oratorio. Como quería irse de misionero a la India, San Juan Evangelista se le apareció y le dijo que su misión estaba en Roma.

Posteriormente inició la Congregación del Oratorio. La Virgen se le apareció y lo curó de una enfermedad de la vesícula. El Santo además tenía el don de la curación, de leer los pensamientos y de la profecía.

Al final de su vida, el 25 de mayo de 1595, día del Corpus Christi, San Felipe Neri estaba desbordante de alegría y no se le había visto tan bien en los últimos años. Confesó durante todo el día y recibió a los visitantes. Hacia la medianoche sufrió un ataque agudo y partió a la Casa del Padre.

San Felipe decía: “¿Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado a amarte, por qué me diste tan solo un corazón y este tan pequeño?” Tras la autopsia, se reveló que el Santo tenía dos costillas rotas y que estaban arqueadas para dejar más sitio al corazón. Sus restos reposan en la Iglesia de Santa María en Vallicela.

 

 

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