27 – DE
MAYO – SÁBADO –
7 - SEMANA DE
PASCUA – A
San Agustín de
Cantorbery
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (28,16-20.30-31):
Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una
casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después,
convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo:
«Hermanos,
estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de
nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y
querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la
muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no
es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros
y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas
cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los
que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al
Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Palabra de Dios
Salmo:
10,4.5.7
R/. Los
buenos verán tu rostro, Señor
El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los
hombres. R/.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la
justicia:
los buenos verán su rostro. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (21,20-25):
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien
Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le
había preguntado:
«Señor, ¿Quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor,
y éste ¿qué?»
Jesús le
contesta:
«Si quiero
que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se
empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero
no le dijo Jesús que no moriría, sino:
«Si quiero
que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Éste es el
discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos
que su testimonio es verdadero.
Muchas otras
cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no
cabrían ni en todo el mundo.
Palabra del Señor
1. Seguramente, este relato, relativo a la posible supervivencia del discípulo amado hasta la venida del Señor, tenga su explicación en la ardiente e inminente expectativa de la parusía o vuelta definitiva de Cristo a la tierra, que estuvo muy presente entre los cristianos en los últimos tiempos del s. I (R. E. Brown).
Sea lo que
sea de esta cuestión, la insistencia de Jesús se centra de nuevo en el "seguimiento" fiel de Pedro. Sin duda alguna, el interés de
Jesús se centró en eso como herencia última y capital
que él quería para sus discípulos. El "liderazgo del seguimiento"
-ningún otro liderazgo- fue lo que Jesús quiso.
Es penoso
constatar que, en la teología cristiana, ha resultado ser mucho más determinante la "fe" que el "seguimiento" de Jesús.
2. La
insistencia final del redactor de este evangelio se explica, seguramente, porque sin duda había discípulos que no terminaban de aceptar un evangelio
que supo unir la espiritualidad más honda con un relato que, en su conjunto,
tenía que resultar revolucionario. No solo para los gnósticos, con los que
muestra su desacuerdo más profundo, sino además contra los hombres religiosos
que entendían la religiosidad de otra manera.
El IV
evangelio no acepta la religión del Templo y de los sacerdotes, de las leyes y
los rituales. Es la religión que une, a un tiempo, el espíritu laico con la mística
más libre y más fuerte.
3. Y esta forma de entender y de vivir la religión, cuando se vive a fondo, resulta inaceptable para muchas personas. Porque son muchos los que no quieren libertad, sino seguridad. La seguridad que proporciona el misterio, la ley, el ritual. Pero eso tiene el grave inconveniente de que, mediante ese modelo de religión, lo que se consigue es perpetuar el sistema establecido, con sus injusticias y desigualdades, que se anteponen a la memoria viva de Jesús, el Señor.
San Agustín de Cantorbery
San Agustín, obispo de Canterbury, en
Inglaterra, el cual, habiendo sido enviado junto con otros monjes por el papa
[san Gregorio I Magno] para predicar la palabra de Dios a los anglos, fue
acogido de buen grado por el rey Etelberto de Kent, e imitando la vida
apostólica de la primitiva Iglesia, convirtió al mismo rey y a muchos otros a
la fe cristiana y estableció algunas sedes episcopales en esta tierra. Murió el
día 26 de mayo (604/605).
Vida de San Agustín de
Cantorbery
San Agustín de Cantorbery es considerado
uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y
San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la
evangelización de Inglaterra.
Era superior del convento benedictino de
Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596
tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el
espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad,
y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de
convertir a esos paganos sajones.
Y sucedió que, al llegar Agustín y
sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a
Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes
de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a
que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a
emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal
manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas
gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto
que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer
regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena
voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le
enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les
regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les
dio un templo en Cantorbery para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora
la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Cantorbery.
El rey dejó en libertad a los súbditos
para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se
instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas
gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se
hicieron bautizar 10.000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que
ocupaban los cargos más importantes de la nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes
a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió
le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y
cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas
gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró
muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un
simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal
virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las
siguientes recomendaciones 1º. No destruir los templos de los paganos, sino
convertirlos en templos cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los
paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo, ellos celebraban
las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban
todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º.
Dividir el país en tres diócesis: Cantorbery, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas
recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el
Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En
las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia
muy venerable que infundía respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde
Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos
importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas
como estas: "Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado
el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que
las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no
le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen
Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que
con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan
cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque
entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo Él se merece.
Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así
que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino
alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las
gentes". Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.
Después de haber trabajado por varios
años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor
número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la
Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Cantorbery murió santamente el
26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde
entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes
más.
(Fuente:
churchforum.org)
Oración a San Agustín de Cantorbery
San Agustín: apóstol de Inglaterra: te
rogamos por la Iglesia Católica en esa nación y en todas las naciones del
mundo. Pídele a Dios que nos envíe muchos evangelizadores que sean como tú.
Amén.
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