domingo, 31 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 1 DE JUNIO – LUNES - 9ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO







1 DE JUNIO – LUNES -
9ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 12, 1-12

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores: “Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores, y se marchó de viaje. A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado: a este lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le que daba uno, su hijo querido, y lo envió el último pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: “Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra herencia". Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?” Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente y se marcharon.

1. La clave de interpretación de esta parábola hay que buscarla en el antisemitismo que pronto brotó en la Iglesia naciente. Jesús fue judío. Pero fue también un crítico muy severo de las desviaciones en que habían incurrido los dirigentes del judaísmo: sumos sacerdotes, letrados y senadores, los tres grupos que formaban el Sanedrín y a los que Jesús dirige la parábola. Además, Jesús presentó a Dios y la Religión de forma muy distinta de como se entendía todo eso en la tradición anterior.

2. Pero la parábola distingue muy bien entre los dirigentes y el pueblo. Los dirigentes son acusados de asesinos. El pueblo está de parte de Jesús, hasta tal punto que aquellos dirigentes no mataron a Jesús, allí mismo, porque tenían miedo al pueblo. Jesús se enfrentó a los dirigentes, al Dios de los dirigentes y a la Religión que ellos manipulaban.

3. En todo caso, Jesús no fue antisemita. Ni dio pie al antisemitismo. Sin embargo, lo que sí es cierto es que Jesús: 1) Nos dejó una “imagen” de Dios, encarnado y humanizado, que no coincide con el Dios de la tradición de Israel; 2) Modificó el modo de entender y practicar la religión, no identificada ya con leyes, ritos y espacios sagrados; 3) Por todo esto, para Jesús, lo determinante para el encuentro con Dios no es lo que se reduce a “lo religioso” y “lo sagrado", sino la totalidad de “lo laico", ya que el punto de ese encuentro no es la práctica religiosa, sino el amor, que nos ha de unir a todos con todos, también con los semitas. Un punto capital en el que los cristianos no hemos sido precisamente un ejemplo.

sábado, 30 de mayo de 2015

Párate un momento: DOMINGO - 31 DE MAYO - Fiesta de la Santísima Trinidad. Ciclo B






DOMINGO - 31 DE MAYO -

Fiesta de la Santísima Trinidad. Ciclo B

    El año litúrgico comienza con el Adviento y la Navidad, celebrando cómo Dios Padre envía a su Hijo al mundo. En los domingos siguientes recordamos la actividad y el mensaje de Jesús. Cuando sube al cielo nos envía su Espíritu, que es lo que celebramos el domingo pasado. Ya tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Estamos preparados para celebrar a los tres en una sola fiesta, la de la Trinidad. Esta fiesta surge bastante tarde, en 1334, y fue el Papa Juan XII quien la instituyó. Quizá se pretendía (como ocurrió con la del Corpus) contrarrestar a grupos heréticos que negaban la divinidad de Jesús o la del Espíritu Santo. Cambiando el orden de las lecturas subrayo la relación especial de cada una de ellas con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Dios Padre (Deuteronomio 4, 32-34. 39-40)

     Moisés habló al pueblo, diciendo
 - «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»

     Como es lógico, un texto del Deuteronomio, escrito varios siglos antes de Jesús, no puede hablar de la Trinidad, se limita a hablar de Dios. Su autor pretende inculcar en los israelitas tres actitudes:
1) admiración ante lo que el Señor ha hecho por ellos, revelándose en el Sinaí y liberándolos previamente de la esclavitud egipcia;
2) reconocimiento de que Yahvé es el único Dios, no hay otro; cosa que parece normal en un mundo como el nuestro, con tres grandes religiones monoteístas, pero que suponía una gran novedad en aquel tiempo;
3) fidelidad a sus preceptos, que no son una carga insoportable, sino el único modo de conseguir la felicidad.

Dios Hijo (Mateo 28, 16-20)

    En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
̶ «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
    
     El texto del evangelio, el más claro de todo el Nuevo Testamento en la formulación de la Trinidad, pero al mismo tiempo pone de especial relieve la importancia de Jesús.
A lo largo de su evangelio, Mateo ha presentado a Jesús como el nuevo Moisés, muy superior a él. El contraste más fuerte se advierte comparando el final de Moisés y el de Jesús. Moisés muere solo, en lo alto del monte, y el autor del Deuteronomio entona su elogio fúnebre: no ha habido otro profeta como Moisés, «con quien el Señor trataba cara a cara, ni semejante a él en los signos y prodigios…» Pero ha muerto, y lo único que pueden hacer los israelitas es llorarlo durante treinta días.
     Jesús, en cambio, precisamente después de su muerte es cuando adquiere pleno poder en cielo y tierra, y puede garantizar a los discípulos que estará con ellos hasta el fin del mundo. A diferencia de los israelitas, los discípulos no tienen que llorar a Jesús sino lanzarse a la misión para hacer nuevos discípulos de todo el mundo. ¿Cómo se lleva a cabo esta tarea? Bautizando y enseñando. Bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo equivale a consagrar a esa persona a la Trinidad. Igual que al poner nuestro nombre en un libro indicamos que es nuestro, al bautizar en el nombre de la Trinidad indicamos que esa persona le pertenece por completo.
En la primera lectura, Dios exigía a los israelitas: «guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo»; en el evangelio, Jesús subraya la importancia de«guardar todo lo que os he mandado».

Dios Espíritu Santo (Romanos 8, 14-17)

     Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

     La formulación no es tan clara como en el evangelio, pero Pablo menciona expresamente al Espíritu de Dios, al Padre, y a Cristo. No lo hace de forma abstracta, como la teología posterior, sino poniendo de relieve la relación de cada una de las tres personas con nosotros.
Lo que se subraya del Padre no es que sea Padre de Jesús, sino Padre de cada uno de nosotros, porque nos adopta como hijos.
Lo que se dice del Espíritu Santo no es que «procede del Padre y del Hijo por generación intelectual», sino que nos libra del miedo a Dios, de sentirnos ante él como esclavos, y nos hace gritarle con entusiasmo: «Abba» (papá).
Y del Hijo no se exalta su relación con el Padre y el Espíritu, sino su relación con nosotros: «coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados».

Reflexión final

     La fiesta de la Trinidad provoca en muchos cristianos la sensación de enfrentarse a un misterio insoluble, no es la que más atrae del calendario litúrgico. Sin embargo, cuando se escuchan estas tres lecturas la perspectiva cambia mucho.
El Deuteronomio nos invita a recordar los beneficios de Dios, empezando por el más grande de todos: su revelación como único Dios. (Esto no debemos interpretarlo como una condena o infravaloración de otras religiones).
El evangelio nos recuerda el bautismo, por el que pasamos a pertenecer a Dios.
     La carta a los Romanos nos ofrece una visión mucho más personal y humana de la Trinidad.
     Finalmente, las tres lecturas insisten en el compromiso personal con estas verdades. La Trinidad no es solo un misterio que se estudia en el catecismo o la Facultad de Teología. Implica observar lo que Jesús nos ha enseñado, y unirnos a él en el sufrimiento y la gloria.




Párate un momento: Evangelio del día: 30 DE MAYO - SÁBADO - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO







30 DE MAYO - SÁBADO -
8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


Mc 11,27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén, y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, y le preguntaron: "¿Con qué autoridad haces
esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?”. Jesús les replicó: “Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres?. Contestadme". Se pusieron a deliberar: “Si decimos que es de Dios, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído?”. Pero como digamos que es de los hombres... (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta). Y respondieron a Jesús: “No sabemos". Jesús les replicó: “Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto".


1. Los sacerdotes, los senadores y los letrados eran los tres grupos que componían el Sanedrín. Es decir, aquellos tres colectivos constituían la nobleza clerical, la nobleza secular y los teólogos que tenían como misión ser los intérpretes oficiales de la Ley religiosa de Israel. En definitiva, Jesús se encontró, de repente, ante la cúpula del poder religioso y del poder político de aquel país. Pues bien, como eran los hombres del poder, cuando vieron lo que Jesús había hecho y había dicho al expulsar a los mercaderes del templo, lo que les interesaba no es si ellos, efectivamente, eran o no eran unos “bandidos” o los protectores de la “cueva de bandidos". Lo único que les importaba era “con qué autoridad” actuaba Jesús. Y “quién le había dado aquella autoridad". Los poderosos solo viven preocupados por el poder. No les importa lo que piensa o lo que quiere Dios. No les interesa la moral del comportamiento. Son hombres obsesionados con el tema del poder.


2. Ahora bien, la autoridad (“exousía”) que Jesús les dio a los apóstoles no era “poder” o “potestad” (menos aún, la “sacra potestas", de la que se habla en la Constitución sobre la Iglesia, del Vaticano II, en LG 22). La autoridad que dio Jesús a los Doce fue la misión de expulsar demonios y curar enfermedades (Mt 10, 1; Mc 3, 13). No era un poder para someter a los fieles, ni se trataba de un poder doctrinal o teológico. Se trataba (y se trata) de la misión de aliviar el dolor del mundo. Remediar sufrimientos y hacer más felices a los seres humanos.


3. Por tanto, la misión de los Apóstoles
y de la Iglesia que surgió de aquellos hombres y sus comunidades — no es una “misión religiosa", sino una “misión humanitaria”. Es la tarea de humanizar este mundo y hacer más soportable esta vida. Una misión cuyos destinatarios son todos los que tienen que soportar lo más duro de la vida: la pobreza, la enfermedad, la injusticia, las consecuencias de la injusticia del sistema y las desigualdades que el sistema produce. No se trata de convertir a la Iglesia en una ONG. No es eso. Si la misión de humanizar el mundo se toma en serio, y con todas sus consecuencias, es una misión tan complicada y tan difícil, que únicamente es posible desde una fe intensa, una espiritualidad profunda y una fe y oración al Padre que supone una intensa espiritualidad. Pero una religiosidad así, no necesita ni templos, ni rituales, ni sacerdotes, ni poderes sagrados, etc, etc. Lo que necesita es centrar la vida en la persona de Jesús, en la forma de vida que llevó Jesús. Eso es lo que tiene que hacer la Iglesia y quienes a ella pertenecemos.



viernes, 29 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 29 DE MAYO - VIERNES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






29 DE MAYO - VIERNES -
8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 11, 11-26.

Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo, y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: “Nunca más coma nadie de ti”. Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía diciendo: "¿No está escrito: Mi casa se llama Casa de Oración para todos los pueblos?”. Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos". Se enteraron los sumos sacerdotes y los letrados, y como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: “Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado". Jesús contestó: “Tened fe con Dios. Os aseguro que si uno de vosotros dice a ese monte: “Quitate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del Cielo os perdone vuestras culpas”.

1.   Todo este relato en su conjunto es, sin duda, una composición elaborada por Marcos, de forma que un “hecho parabólico” —el episodio de la higuera—, envuelve e interpreta el “hecho histórico” de la expulsión de los comerciantes del templo. El centro de todo el relato es el templo y lo que allí hizo y dijo Jesús. Pero la interpretación de lo que sucedió en el templo es lo que le sucedió a la higuera. O sea, el relato viene a decir que la lección del Evangelio se centra en esto: el templo es como un árbol que no tiene nada más que apariencia de frondosidad y vida, pero en realidad es una mera representación de nada, porque es un “árbol sin fruto, estéril y maldito” (Joel Marcus, W.R. Telford). Es una apariencia de vida que no da vida, ni alimenta, ni satisface. Más aún, al ser calificado, por el propio Jesús, como una “guarida de bandidos” (Mc 11, 17), el templo queda definido como un lugar, un espacio, una institución, no solamente estéril, sino además un sitio enormemente peligroso, ya que el “bandidaje” es lo mismo que “amenaza” y posiblemente despojo o incluso muerte.

2.   Ni la parábola de la higuera, ni el hecho histórico de la destrucción del templo (realizada por las legiones de Roma el año 70), apuntan a una “purificación” del templo, sino que señalan con claridad la “desaparición” del templo como lugar de encuentro con Dios. Si tenemos en cuenta que el templo —o sus equivalentes en otras tradiciones religiosas— es el espacio y la institución para el encuentro con Dios, este relato evangélico nos viene a decir que la parábola de la higuera y el hecho violento del templo representan “la transformación radical de la religión”. Según el IV evangelio, Jesús se lo dijo a la samaritana: “Se acerca la hora en que no daréis culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén... la hora en que los que dan culto verdadero adorarán al Padre en espfritu yen verdad” (Jn 4, 21-23). El encuentro con Dios ya no está localizado en un sitio, en un ritual, en la sumisión a una religión determinada. A Dios se le encuentra en la vida.


3. Pero, ¿de qué vida se trata? ¿Qué significa eso? Se trata de (y significa) “la sustitución” del templo por la fe. A renglón seguido de la higuera “maldita” y “seca", o sea muerta, Jesús les dice a los apóstoles: “Tened fe en Dios. Os aseguro que quien le diga a este monte: levántate y arrójate al mar... lo tendrá” (Mc 11,21). La fe “no traslada montañas”. La fe firme, lo que hace es que le dice al monte, donde estaba el templo, que desaparezca en las profundidades del mar. Es decir, la fe firme en Jesús desplaza al templo. Lo que significa que la fe desplaza a la religión. Ante la fe que se adhiere firmemente a Jesús, desaparecen los templos y todo lo que suponen. ¿Y qué nos queda? Llevar una vida como la que llevó Jesús: sensibilidad ante el sufrimiento humano, bondad con todos, oración al Padre. En eso consiste el culto en espíritu y en verdad.



jueves, 28 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 28 DE MAYO - JUEVES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






28 DE MAYO - JUEVES -
8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó, con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí". Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí". Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo". Llamaron al ciego, diciendo: “Ánimo, levántate, que te llama’. Soltó el manto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿ Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado". Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

1.   Conviene, ante todo, fijarse en que este episodio de la vida de Jesús ocurre en la ciudad de Jericó. El redactor del relato ha indicado la entrada y la salida de esta ciudad. Y no debe pasar desapercibido que esta ciudad, a pocos kilómetros de la capital, Jerusalén, fue la primera ciudad conquistada por los israelitas cuando entraron en la “tierra prometida”. Josué fue el conquistador (Jos 2, 5. 13-6, 26 ). Jesús “entra” y “sale” de Jericó. No se queda allí. Su destino es el final trágico y de vergüenza ante el que supera toda posible instalación y todo miedo. Jesús “pasó” (Hech 10, 38) haciendo el bien. No “se quedó", en ninguna parte, para hacer el bien o aliviar el sufrimiento humano. Esa tarea, ahora, nos corresponde a nosotros, los que —en la medida en que “hacemos el bien”— hacemos también presente a Jesús en esta tierra. Jesús está presente, no solo en el cielo y en la Eucaristía. Está presente en cada ser humano, especialmente en el que pasa por la vida haciendo el bien, contagiando bondad y felicidad.

2.    El mendigo ciego, que pedía limosna, se llamaba “Bartimeo”. Un nombre arameo y griego, que significa “el hijo de Timeo”. Aquel mendigo y ciego, aquel desgraciado pordiosero, era literalmente “el hijo del Honrado", ya que eso exactamente significa el término griego “Timeo”.
    La sociedad está organizada y gestionada de manera que “los hijos de la honradez” viven en la desgracia, el desamparo y la mendicidad. Y al mismo tiempo, “los hijos de la corrupción” (el robo, la mentira, el abuso de poder...) son la “gente importante", que nos presenta sus intereses como derechos; y sus ganancias como leyes intocables de la economía. Es la sociedad —según dicen— que “nos conviene”. ¿A todos? Les conviene a los que tienen la llave del poder, por más que a semejante poder le hayan puesto el pomposo nombre de “estado de derecho", en el que la “mayoría absoluta” tiene siempre la sartén por el mango.


3.    La lectura “bíblica” del Evangelio hace interminables análisis sobre las palabras y sus complicadas significaciones. La lectura “religiosa” del Evangelio nos intenta explicar su significado “espiritual”. La lectura “evangélica” nos enfrenta desde cada relato, a la dura realidad que estamos viviendo. Estas tres lecturas son necesarias. Pero ocurre, por desgracia, que pocas veces llegamos, con visión (no con ceguera) a la tercera lectura. Por eso es tan frecuente que, de las homilías o de las explicaciones del Evangelio, no llegamos a sacar ni un 10% aprovechable.



miércoles, 27 de mayo de 2015

Párate un momento: 27 DE MAYO - MIÉRCOLES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






27 DE MAYO - MIÉRCOLES -
8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirle lo que le iba a suceder: “Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará ". Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Les preguntó: "¿ Qué queréis que haga por vosotros?”. Contestaron: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Jesús replicó: “No sabeis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?”. Contestaron: “Lo somos". Jesús les dijo: “El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado”. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso; el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que lo sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.

1. El evangelio de Marcos ha unido, en este relato, dos episodios que señalan un contraste que impresiona. -Primero, el segundo anuncio que Jesús hizo de su inminente condena a muerte (10, 32-34). -Segundo, la manifestación más dura, que hay en todo el Evangelio, de la ambición de los apóstoles (10, 35-45). ¿Sucedieron estos dos episodios tal y como los sitúa Marcos, el uno a continuación del otro? En principio, no parece creíble que, si efectivamente los que acompañaban a Jesús iban “desconcertados” y “con miedo” (10, 32), entonces precisamente se pusieran a pedirle a Jesús los puestos y los cargos de más importancia. Pero el hecho es que, no solo Marcos, sino igualmente Mateo relata estos dos hechos unidos (20, 17-28) y, por tanto, vinculados el uno al otro.

2. En todo caso, y sea cual sea la explicación que puedan dar los especialistas en el análisis de los textos evangélicos, lo que no admite duda es que los redactores de estos textos completos colocaron los relatos de tal forma, que de ellos brota espontánea e inevitablemente una forma de entender la vida y, por lo tanto, un “proyecto de vida” que interpela la conciencia de cada cristiano, de cada ciudadano y, sobre todo, de cada “hombre de Iglesia”. Estos dos relatos unidos, y tan contradictorios, siguen presentes y operantes en a vida. No solo en la vida de los clérigos y de los frailes y las monjas, sino de los ciudadanos en general. ¿Por qué?.

3. El contraste dramático está en que, al mismo tiempo —y vinculado lo uno a lo otro— estamos ya cansados y hartos de ver unidos el camino del “sufrimiento y la muerte” con el camino que lleva “al poder y la gloria”. Es más, los que viven con pasión su deseo de estar los primeros son con frecuencia los causantes de tanto dolor y de tanta humillación. Por no hablar de la violencia que generan las guerras, el dominio de los poderosos sobre los débiles y, en general, la gestión de la política y de la economía que se traduce en crear desigualdades asombrosas y la rabia de quienes se ven hundidos en el pozo de todas estas miserias, de las que saben que jamás van a salir, frente a los que en sus tronos de fama y poder disfrutan de casi todo lo que la vida puede ofrecer. Pero, sobre todo, para quienes manejamos los evangelios, lo más indignante es ver que en la Iglesia esto se tolera hasta tal extremo, que ya se ve como una cosa enteramente normal (y hasta necesaria) que haya obispos y gobernantes que viven convencidos de que es imponiéndose a los demás y hasta humillando a los demás como se tiene que gobernar la Iglesia. ¡No podemos seguir callando y aguantando estas cosas!


lunes, 25 de mayo de 2015

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26 DE MAYO
- MARTES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decirle a Jesús: ‘Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús dijo: “Os aseguro que quien deja casa, o hermanos, o madre o padre, o hijos o tierras, por mi y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casa y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones—, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros”.

1. Esta intervención de Pedro y la respuesta de Jesús indican claramente que los discípulos, efectivamente, siguieron a Jesús. Aquellos hombres lo dejaron todo y se fueron a compartir su forma de vida y las consecuencias
que de aquella vida se seguían. Es verdad que los discípulos nunca llegaron a fiarse plenamente de Jesús ya creer en él. En los evangelios — aparecen reproches frecuentes de Jesús a los discípulos por su falta de fe o por su poca fe. Por tanto, es compatible la falta de fe (o las dudas e inseguridades de la fe) con el seguimiento de Jesús. Esta es la primera lección que se deduce de este relato.

2. Pero en la respuesta de Jesús da a Pedro hay algo más que en la respuesta que el mismo Jesús le dio al joven rico. En el episodio del joven, Jesús solo le exige la renuncia al dinero. Aquí, Jesús habla de los que abandonan, no solo la “casa” y las “tierras", sino que además a eso se añade la separación de la familia, detalladamente enumerada. Jesús pide el despojo total. Es decir, despojarse de todo lo que nos puede dar “seguridad". ¿Por qué? Muy sencillo: el desprendimiento de toda “seguridad” es lo que hace posible en nosotros la “libertad”. Mientras se tenga o “dinero” o “familia’ (o los equivalentes: una “institución sólida y segura” o algo equivalente...), se siente la estabilidad y la seguridad de que no me va a faltar en la vida, al menos, lo fundamental. Pero ocurre que, mientras disponemos de seguridades a las que agarrarnos, estamos condicionados, limitados, atados. Y, por tanto, nos pondremos (sin darnos cuenta) constantes censuras, a la hora de hacer o decir, ante la sociedad o ante los poderes públicos (o privados) que nos pueden condicionar.

3. Es notable que, en la respuesta de Jesús, se advierte un elocuente paralelismo entre la expresión de Jesús “por mí y por la buena nueva” (Mc 10,29) y la segunda enumeración en donde habla de “persecuciones” (Mc 10, 30) (Joel Marcus). Para Jesús, seguirle a él y al Evangelio lleva consigo persecuciones. La razón de este paralelismo es muy clara: el sistema no soporta hombres libres. Porque la libertad es un peligro y muchos ven a las personas libres como una amenaza. De ahí, las persecuciones. Lo cual quiere decir que donde no hay persecuciones no hay seguimiento de Jesús.





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25 de Mayo - LUNES – 
 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc. 10,17-27

En aquel tiempo cuando salía Jesús al campo, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio no estafarás, honra a tu padre y a tu madre” Él replicó: “Maestro todo eso lo he cumplido desde pequeño". Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo—, y luego, sígueme". A estas palabras él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: “Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". Ellos se espantaron y comentaban: “Entonces, ¿quién puede salvarse?”. Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres no para Dios. Dios lo puede todo”.

1. Si algo hay claro, y que no admite dudas, en el relato del “joven rico’, es que para “seguir” a Jesús es indispensable despojarse del dinero. De manera que quien pone su confianza en el capital, que le da seguridad, ese ya puede despedirse de estar cerca de Jesús, de vivir como vivió Jesús. Y, por supuesto, de hacer lo que hizo Jesús. Y esto es así y será asi por mucho que busquemos a Jesús, por mucho que creamos en Dios, por más fieles que seamos a todos los mandamientos de la ley divina etc, etc, etc. El dinero es la clave del seguimiento. Porque es la clave que hace posible o imposible seguir a Jesús y ser fiel a su Evangelio.

2.  ¿Por qué es esto así? Es conocida la cualificación que no pocos teóricos de la economía le atribuyen al dinero en general y, más en concreto, al capital. Es un hecho que mucha gente le atribuye a la riqueza una extraña cualidad. La categoría de “fetiche", cosa que ya hizo notar Carlos Marx. Y es que, efectivamente, el dinero tiene, en la experiencia de muchas personas, una cierta cualidad teológica con carácter fetichista. Es decir se le atribuyen al dinero propiedades mágicas, que seducen, atraen y enajenan a la persona. De tal forma que quien posee el dinero se atribuye a sí mismo todo lo que con el dinero se puede conseguir: poder, salud, seguridad, fama, importancia, disfrute de la vida, etc.

3.  Así las cosas, el dinero se confunde — en la experiencia y en los sentimientos de no pocos sujeto — como una fuente inagotable de bienes,
de todos los bienes, también los religiosos, los culturales, los espirituales y sobre todo, los bienes apostólicos y pastorales. De manera que se llega a pensar y se tiene el convencimiento de que, teniendo dinero, se hará mucho bien, se difundirá la fe, se servirá mejor a Dios y a la Iglesia, etc, etc. Esto es lo que alucina a obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, cristianos laicos entusiastas... Pues bien, en esto está la clave de por qué hay tanta gente a la que le ilusiona el Evangelio, pero que en realidad vive demasiado lejos del Evangelio y más lejos aún de Jesús. Por esto es por lo que el propio Jesús fue tan tajante en su respuesta al joven rico.


sábado, 23 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 24 de mayo Domingo de Pentecostés (B)






24 de mayo
Domingo de Pentecostés (B)


Primera lectura (Hechos 2, 1-11)
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: “¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos son forasteros de Roma, Otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua”.


Salmo 103, 1ab,. 24ac. 29bc-30. 31. 34
R// Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuantas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.


Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo; envías tu aliento,
y los creas, y repueblas la faz de la tierra.


Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sean agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.


Segunda lectura
1 Corintios (12 3b-7. 12-13)
Hermanos: Nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


Evangelio según San Juan (20,19-23)
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - Paz a vosotros. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU

Ven Espíritu Santo. Despierta nuestra fe débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor insondable de Dios nuestro Padre a todos sus hijos e hijas, estén dentro o fuera de tu Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá también en nuestras comunidades e iglesias.
Ven Espíritu Santo. Haz que Jesús ocupe el centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie lo suplante ni oscurezca. No vivas entre nosotros sin atraernos hacia su Evangelio y sin convertirnos a su seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni nos desviemos de su mandato del amor. Que no se pierda en el mundo su memoria.
Ven Espíritu Santo. Abre nuestros oídos para escuchar tus llamadas, las que nos llegan hoy, desde los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones de los hombres y mujeres de nuestros días. Haznos vivir abiertos a tu poder para engendrar la fe nueva que necesita esta sociedad nueva. Que, en tu Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que a lo que muere, con el corazón sostenido por la esperanza y no minado por la nostalgia.
Ven Espíritu Santo y purifica el corazón de tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros. Enséñanos a reconocer nuestros pecados y limitaciones. Recuérdanos que somos como todos: frágiles, mediocres y pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y falsa seguridad. Haz que aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad y humildad.
Ven Espíritu Santo. Enséñanos a mirar de manera nueva la vida, el mundo y, sobre todo, a las personas. Que aprendamos a mirar como Jesús miraba a los que sufren, los que lloran, los que caen, los que viven solos y olvidados. Si cambia nuestra mirada, cambiará también el corazón y el rostro de tu Iglesia. Los discípulos de Jesús irradiaremos mejor su cercanía, su comprensión y solidaridad hacia los más necesitados. Nos pareceremos más a nuestro Maestro y Señor.
Ven Espíritu Santo. Haz de nosotros una Iglesia de puertas abiertas, corazón compasivo y esperanza contagiosa. Que nada ni nadie nos distraiga o desvíe del proyecto de Jesús: hacer un mundo más justo y digno, más amable y dichoso, abriendo caminos al reino de Dios.
Mi oración de hoy es humilde como la del salmista: «Tu Espíritu que es bueno, me guíe por tierra llana» (Sal. 142, 10).




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23 DE MAYO
- SÁBADO - 7a SEMANA DE PASCUA

Jn 21, 20-25

En aquel tiempo Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba (el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: Señor, ¿quién es el que te va a entregar?). Al verlo, Pedro, dice a Jesús: “Señor, y este "¿Qué?”. Jesús le contesta: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme". Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría, pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: “Si quiero que se quede hasta yo venga, ¿a ti qué?”. Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito: y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

1. Este diálogo final explica por qué el autor del IV Evangelio añadió el capítulo 21 a la primera redacción del texto. El “discípulo amado", autor de este evangelio, no iba a vivir hasta la definitiva venida del Señor. Pero ¿qué hay detrás de este incidente, a primera vista, sin importancia?

2. En el grupo de escritos que forman el IV Evangelio y las tres cartas, cuya autoría se atribuye a “Juan", Pedro ocupa un lugar eminente. Pero también es verdad que el IV Evangelio se caracteriza por la mención de un personaje particular de quien no puede afirmarse que perteneciera al grupo de los Doce. Se le designa en dos pasajes como “el otro discípulo”, (Jn 18, 15-16; 20,3-4.8) y seis veces como “el discípulo a quien Jesús amaba” (Jn 13, 23-26; 19, 25-27; 20, 2; 21, 7; 21, 20-23; 21, 24).


3. Reconociendo la singularidad de Pedro en la comunidad de los creyentes y el servicio de “pastoreo” (que implica la “estructura jerárquica”) que Jesús le encomienda, “el discípulo amado” nos indica que existe “otra’ manera de ser discípulo, que es la de ser especialmente amado por Jesús. En todo caso, la teología del IV Evangelio y las cartas de Juan indican que la comunidad de Jesús es un tejido de relaciones de amor entre los creyentes, sin que haya nada que decir de cómo se organiza cada comunidad. Para quienes viven esta “otra” manera de ser discípulo de Jesús, la organización se basa exclusivamente en el servicio mutuo (X. Léon-Dufour).



viernes, 22 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 22 DE MAYO - VIERNES - 7a SEMANA DE PASCUA








22 DE MAYO
- VIERNES - 7a SEMANA DE PASCUA

Jn 21, 15-19

    Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, preguntó a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” Él le contestó. “Si Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dice “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le contesta: “Si Señor, tú sabes que te quiero~". Él le dice: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le pregunta: “Simón hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú conoces todo, tu sabes que te quiero". Jesús le dice: “Apacienta mis o vejas.
     Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías pero cuando seas viejo, extenderás las manos otro te ceñirá y te llevará donde no quieras». Eso dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.

1.     Siempre se ha dicho que, a las tres negaciones de Pedro en la pasión, corresponden estas tres afirmaciones de fidelidad de Pedro a Jesús en la resurrección. Pero el contenido de las tres preguntas de Jesús, y el triple encargo o tarea que encomienda a Pedro, van mucho más lejos de lo que sería restaurar una amistad, una fe y una confianza.

2.       Jesús repite tres veces una pregunta que nunca había hecho a nadie —que sepamos — durante su vida pública. En los evangelios no consta que Jesús le preguntara a alguien si lo quería. Es verdad que Pedro había negado, tres veces y en público, su relación con Jesús. Pero tales negaciones se podían haber resuelto con otro tipo de pregunta. No cabe duda que el Resucitado se muestra más Humanizado que antes de ser “constituido Hijo de Dios en plena fuerza a partir de su resurrección" (Rm 1, 4).
      En Jesús, lo divino se funde con lo humano, de forma que cuanto más divino y más sagrado, más humano y más laico.



3.       El encargo de Jesús a Pedro es constituirlo “pastor” de sus ovejas. Pedro prolonga en la historia el servicio del Buen Pastor (Jn 10, 11-16).  A diferencia de los “pastores mercenarios", el ministerio de Pedro no se define por el poder o la autoridad, sino por el despojo de todo interés, de manera que el interés primordial de Pedro, y de quienes prolonguen su ministerio a lo largo de los tiempos, ha de ser la seguridad y la protección de sus ovejas.



miércoles, 20 de mayo de 2015

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21 DE MAYO
- JUEVES - 7ª SEMANA DE PASCUA

Jn 17, 20-26

     En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo Jesús dijo: “No solo por ellos ruego, sino también par los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre en mí y yo en ti, para que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mi. Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no me ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.
     Les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos”.

1. Prescindiendo de problemas históricos, relacionados con la comunidad en la que se redactó este texto, y dado que de eso no tenemos un conocimiento seguro, lo más razonable será pensar en lo que este evangelio dice claramente y las consecuencias que entraña.

2. Aquí se insiste en que el deseo más fuerte de Jesús es la unidad de los que crean en él, sean quienes sean y estén donde estén. Además, Jesús pide una unidad tal, que sea un argumento para que el mundo crea que Jesús ha venido de Dios. O sea, la unidad entre los creyentes en Jesús tiene que ser un fenómeno que solo se pueda explicar porque en eso se palpa la intervención de una fuerza que rebasa lo meramente humano.

3. Si tenemos en cuenta que en este mundo hay gentes tan distintas, en culturas, lenguajes, formas de pensar y, sobretodo, intereses tan diversos y hasta opuestos, resulta evidente que la unidad que pide Jesús no puede ser:
1) Coincidencia de todos con las ideas y el lenguaje religioso de la cultura helenista de los ss. IV y V.
2) Uniformidad en prácticas rituales propias de la cultura latina de la Edad Media;
3) Sumisión de todos a un solo hombre, que es visto como el representante de Cristo en la tierra. 
   Parece razonable decir que la unidad que pide Jesús, para todos los que crean en él, tiene que ser algo más profundo y que sea algo motivador para cualquier ser humano. - ¿No podría decirse que estamos hablando de la unidad en lo que todos anhelamos y nunca alcanzamos?   - ¿No sería la unidad en el respeto, la tolerancia, el acercamiento a la igualdad en derechos y deberes, y, por supuesto, en el amor que todos necesitamos?   - ¿No habría que decir que, si se da esa unidad, es que la Humanidad, que se reveló en Jesús y en tantos otros hombres profundamente humanos, se ha hecho posible?    Si no coincidimos, al menos, en esto, hablar de unidad,  ¿no es hablar por hablar?.




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20 DE MAYO
- MIÉRCOLES - 7ª SEMANA DE PASCUA

Jn 17, 11 b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: “Padre santo: guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.   Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo para que también se consagren ellos en la verdad”.

1. Jesús pide aquí tres cosas para su comunidad de discípulos. Ante todo, Jesús pide unidad. Y no cualquier forma de unidad. Jesús le ruega al Padre: “Quesean uno, como nosotros". La unidad de los creyentes ha de ser, según el deseo de Jesús, la reproducción visible en el mundo de la unidad invisible que existe en Dios, tal como Jesús nos ha enseñado que es Dios: unión de seres que supera todas las desuniones que puede haber en esta vida. Es lo primero por lo que se tienen que afanar quienes dicen o piensan que siguen a Jesús.

2. En segundo lugar, Jesús pide alegría. Jesús lo dice con una expresión fuerte: “Que ellos mismos tengan mi alegría cumplida". La gran preocupación de Jesús es que se sientan felices, que en ellos se reproduzca la experiencia de gozo profundo, que supera los peores momentos, de forma que el clima humano habitual en ellos no sea el miedo, la culpa, la ansiedad o la oscuridad, sino una alegría tan fuerte, que resulte difícil de explicar.


3. En tercer lugar, que vivan en la verdad. Es cierto que el concepto de “verdad” es muy difícil de explicar. Y seguramente más aún cuando hablamos de la "vedad" en el IV evangelio. En cualquier caso, la verdad aquí no es la que pueden enseñar los filósofos. Ni algo que se sitúa en el plano de las teorías y de los conocimientos. Vivir en la verdad es vivir en la fidelidad, que nos es posible, a la Palabra, que es Jesús mismo.

martes, 19 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 19 DE MAYO - MARTES - 7ª SEMANA DE PASCUA







19 DE MAYO
- MARTES - 7ª SEMANA DE PASCUA

Jn 17, 1-11a

    En aquel tiempo, Jesús levantando los ojos al cielo dijo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti antes que el mundo existiese.
      He manifestado tu Nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti; porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste y son tuyos. Si, todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo; pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti”.

1.    Esta larga oración, que Jesús pronuncia antes de su pasión y muerte, es una meditación teológica que hace el autor del IV Evangelio. Una meditación que el autor pone en boca de Jesús en forma de plegaria al Padre. Esta oración, por tanto, no expresa lo que Jesús pensaba aquella noche, horas antes de morir, sino la cristología que predominaba en “la comunidad del discípulo amado”, seguramente a finales del siglo primero. Lo cual no quiere decir que todo esto fuera un invento del “discípulo amado”. Como es lógico, en esta oración se recogen ideas y palabras que fueron clave para Jesús.


2.     Cuando llegó el momento culminante, Jesús fue consciente de que le había llegado “la hora”. Concretamente, “su hora”. No solo la hora de la muerte, sino además, y en aquella muerte tal como se produjo, Jesús vio la hora de la gloria. Estamos, por tanto, ante la inversión total de todos los valores que en este mundo se aprecian y se exaltan. Con lo que Jesús está diciendo que la glorificación no esta en el éxito y el triunfo, sino en la vinculación de la propia suerte y el propio destino a la suerte y al destino de todas las victimas de este mundo.