martes, 5 de mayo de 2015

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6 DE MAYO
- MIÉRCOLES - 5ª SEMANA DE PASCUA

Jn 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto, lo arranca; y a todo el queda fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante, así seréis discípulos míos".

1.       Jesús habla aquí del “fruto” que tienen que producir sus discípulos. Jesús le da a esto tanta importancia que, si no hay fruto, no hay cristiano, ni cristianismo. Ahora bien, si esto se toma en serio, resulta preocupante y problemático en este momento. Porque, ¿qué frutos estamos produciendo hoy los creyentes en Cristo en cuanto tales? ¿Se puede decir que donde hay cristianos, hay paz, armonía, concordia, respeto a los demás y a las instituciones públicas...?

2.        El evangelio de Juan establece un criterio sobrecogedor: “para dar fruto, el grano de trigo tiene que fracasar y morir” (Jn 12, 34-36). Jesús, para producir fruto, tuvo que morir (H. Th. Wrege). Aquí está la piedra dura en la que los cristianos nos partimos los dientes porque nunca la acabamos de masticar y digerir. Porque hemos asociado el fruto al éxito, a la influencia, al poder y a las alianzas con otos poderes, que poco o nada tienen que ver con Jesús.

3.          La religión cristiana, que han asimilado y viven bastantes que se autodenominan cristianos, se ha configurado de forma que ya tiene poco que ver con Jesús, por más que haya quienes se empeñen en mantener una ortodoxia doctrinal y de principios abstractos, que, ni proceden del Evangelio, ni por aceptarlos al pie de la letra, hacen a la gente más honrada, más bondadosa, más responsable. ¿No tendremos que volver a ser grano de trigo que se pudre y así da fruto?






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