viernes, 15 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 16 DE MAYO - SÁBADO - 6ª SEMANA DE PASCUA





16 DE MAYO
- SÁBADO - 6ª SEMANA DE PASCUA

Jn 16,23 b-28

       En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Yo os aseguro: Si pedís algo al Padre en mi nombre os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.
      Os he hablado de esto en comparaciones: viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre”.

1.       Cuando se pide algo a alguien, si se tiene seguridad de que lo va a conceder, es porque se tiene también una confianza que rebasa todos los límites. Por lo que dice Jesús, la confianza se basa en dos cosas: 1) La petición va dirigida al Padre. 2) La petición se hace en nombre de Jesús.              Seguramente nunca hemos pensado en estas  dos condiciones que definen cómo tiene que ser la petición del cristiano.

2.    Ante todo, se le pide al Padre. Se sabe que los griegos, a Zeus le llamaban “rey” por su poder, pero le llamaban “padre” por su solicitud (Dión Crisóstomo, Or., 1, 40). Pues bien, según Jesús, Dios ejerce su soberanía, pero no como Rey, sino como Padre (G. Theyssen). Jesús viene a decir que el Dios que él revela, al que deja de llamarle “Dios” y le llama “Padre’~ no tiene más soberanía que la que brota de su solicitud amorosa. El poder del Padre es su amor. Porque “Dios es amor” (1 Jn 4, 8. 16). Y en el Nuevo Testamento no hay más definición de Dios que esa.

3.       En segundo lugar, la petición se hace en nombre de Jesús. “En nombre de Jesús” solo se puede pedir lo que está de acuerdo con lo que vivió y enseñó Jesús. Pedir, “en nombre de Jesús": éxitos, ganancias, poderes y otros intereses semejantes, ¿no es un despropósito sin pies ni cabeza? ¿Por qué no pedimos, “en nombre de Jesús", con insistencia y fe, que vivamos, individual y socialmente, según el espíritu y la letra del Sermón del Monte?





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