domingo, 3 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 4 DE MAYO - LUNES - 5ª SEMANA DE PASCUA






4 DE MAYO
- LUNES - 5ª SEMANA DE PASCUA

Jn 14,21-26

       En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “El que sabe mis mandamientos y los guarda, ese me ama: y al que me ama lo amará mi Padre y lo amaré yo, y me mostraré a él”. Le dijo Judas, no el Iscariote: “Señor, ¿que ha sucedido para que te muestres a nosotros y no al mundo?” Respondió Jesús y les dijo: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho".

1.        Lo primero que dice aquí Jesús es que la condición indispensable pan amarle a él es amar a los demás: “El que realiza mis mandamientos, ese me ama". Ahora bien, el “mandamiento” central de Jesús, el mandamiento que distingue a los cristianos de los que no lo son, es el mandamiento del amor a los demás (Jn 13, 34-35). Por tanto, lo primero que afirma aquí Jesús es que solamente quien cumple ese mandamiento es quien puede empezar a hablar de su amor a Jesucristo y, en definitiva, a Dios.

2.       Además, Jesús insiste en que solo el que acepta y cumple las palabras de Jesús, ese es el que puede decir que ama al propio Jesús. Por tanto, únicamente desde la aceptación de la palabra y el cumplimiento de su mandato, solamente cuando eso se tiene resuelto, se puede hablar de amor a Jesús y de amor a Dios.

3.        Lo importante aquí es tener la sinceridad y la clarividencia para aterrizar en este asunto. Porque, entre cristianos, el lenguaje del amor a Dios y a Cristo está tan manoseado y tan repetido, que ha terminado por ser un lenguaje vacío, que ni dice, ni interpela, ni interesa. Y es que, en los ambientes religiosos, de amor a Cristo hablan hasta las malas personas.
        Individuos que hacen daño a veces, mucho daño, a la Iglesia, a ellos, y a otros. El lenguaje del amor a Jesús merece un respeto, y necesita un cuidado de extrema delicadeza. Porque está prohibido usar el nombre del amor en vano.





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