martes, 12 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio de día 13 DE MAYO - MIÉRCOLES - 6ª SEMANA DE PASCUA







                                               




                                                     

13 DE MAYO
"DIA DE LA VIRGEN DE FÁTIMA"
- MIÉRCOLES - 6ª SEMANA DE PASCUA


Jn 16, 12-15

      En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo; hablará de lo que oye y os comunicará lo que está
por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”.

1.    Muchas veces se ha dicho que el judaísmo, el cristianismo y el islam son las tres “religiones del libro”. No puede haber ninguna religión “del libro”. Porque ningún libro puede contener a Dios, ni todo lo que Dios tiene que decir a quienes tenemos creencias religiosas. Por eso, al decir Jesús: “Muchas cosas me quedan por deciros", lo que en realidad dice es que no hay palabra humana, ni texto humano, que contenga la verdad plena. De ahí que el Evangelio, y cualquier otro texto sagrado, nunca son un punto de llegada, sino un punto departida.

2.     Por eso, todos los creyentes, a partir de los textos sagrados y definidos que se nos han dado, tenemos el derecho y el deber de seguir buscando.
No para negar lo que ya tenemos, sino para ahondar en lo que ya sabemos y así seguir avanzando en la búsqueda de una verdad plena que nos rebasa a todos. De ahí, el respeto que les debemos a quienes no se limitan a repetir y justificar lo que ya se dijo, sino que proponen lo nuevo y desconocido que hasta ahora no sabíamos.

3.      Por eso el Espíritu, que promete Jesús, es el Espíritu de la Verdad. El Espíritu que tiene como tarea propia “guiarnos hasta la verdad plena". La
actitud propia del creyente, de todos los creyentes, es la escucha. Porque nada ni nadie, en este mundo, tiene, ni puede tener, el monopolio del Espíritu. Ni a nadie en particular se le ha prometido la exclusiva. Todos tenemos que escuchar porque todos tenemos que aprender.




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