25
de Mayo -
LUNES –
8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mc.
10,17-27
En
aquel tiempo cuando salía Jesús al
campo, se le acercó uno corriendo,
se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para
heredar la
vida eterna?” Jesús le contestó: "¿Por
qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los
mandamientos no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
darás falso testimonio no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”
Él replicó: “Maestro todo eso lo he cumplido desde pequeño".
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo:
“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los
pobres —así tendrás un tesoro en el cielo—, y luego, sígueme".
A estas palabras él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque
era muy rico. Jesús, mirando alrededor dijo
a sus discípulos: “¡Qué
difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los
discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:
“Hijos,
¡qué difícil les es entrar en el Reino de
Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a
un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el
Reino de Dios". Ellos se espantaron y comentaban: “Entonces,
¿quién puede salvarse?”.
Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los
hombres no para Dios. Dios lo puede todo”.
1. Si
algo hay claro, y que no admite dudas, en el relato del “joven
rico’, es que para “seguir” a Jesús es indispensable
despojarse del dinero. De manera que quien pone su confianza en el
capital, que le da seguridad, ese ya puede despedirse de estar cerca
de Jesús, de vivir como vivió Jesús. Y, por supuesto, de hacer lo
que hizo Jesús. Y esto es así y será asi por mucho que busquemos a
Jesús, por mucho que creamos en Dios, por más fieles que seamos a
todos los mandamientos de la ley divina etc, etc, etc. El dinero es
la clave del seguimiento. Porque es la clave que hace posible o
imposible seguir a Jesús y ser fiel a su Evangelio.
2. ¿Por
qué es esto así? Es conocida la cualificación que no pocos
teóricos de la economía le atribuyen al dinero en general y, más
en concreto, al capital. Es un hecho que mucha gente le atribuye a la
riqueza una extraña cualidad. La categoría de “fetiche",
cosa que ya hizo notar Carlos Marx. Y es que, efectivamente, el
dinero tiene, en la experiencia de muchas personas, una cierta
cualidad teológica con carácter fetichista. Es decir se le
atribuyen al dinero propiedades mágicas, que seducen, atraen y
enajenan a la persona. De tal forma que quien posee el dinero se
atribuye a sí mismo todo lo que con el dinero se puede conseguir:
poder, salud, seguridad, fama, importancia, disfrute de la vida, etc.
3. Así
las cosas, el dinero se confunde — en la experiencia y en los
sentimientos de no pocos sujeto — como una fuente inagotable
de bienes,
de
todos los bienes, también los religiosos, los culturales, los
espirituales y sobre todo, los bienes apostólicos y pastorales. De
manera que se llega a pensar y se tiene el convencimiento de que,
teniendo dinero, se hará mucho bien, se difundirá la fe, se servirá
mejor a Dios y a la Iglesia, etc, etc. Esto es lo que alucina a
obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, cristianos laicos
entusiastas... Pues bien, en esto está la clave de por qué hay
tanta gente a la que le ilusiona el Evangelio, pero que en realidad
vive demasiado
lejos del Evangelio y más lejos aún de Jesús. Por esto es por lo
que el propio Jesús fue tan tajante en su respuesta al joven rico.
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