jueves, 28 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 28 DE MAYO - JUEVES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






28 DE MAYO - JUEVES -
8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó, con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí". Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí". Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo". Llamaron al ciego, diciendo: “Ánimo, levántate, que te llama’. Soltó el manto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿ Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado". Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

1.   Conviene, ante todo, fijarse en que este episodio de la vida de Jesús ocurre en la ciudad de Jericó. El redactor del relato ha indicado la entrada y la salida de esta ciudad. Y no debe pasar desapercibido que esta ciudad, a pocos kilómetros de la capital, Jerusalén, fue la primera ciudad conquistada por los israelitas cuando entraron en la “tierra prometida”. Josué fue el conquistador (Jos 2, 5. 13-6, 26 ). Jesús “entra” y “sale” de Jericó. No se queda allí. Su destino es el final trágico y de vergüenza ante el que supera toda posible instalación y todo miedo. Jesús “pasó” (Hech 10, 38) haciendo el bien. No “se quedó", en ninguna parte, para hacer el bien o aliviar el sufrimiento humano. Esa tarea, ahora, nos corresponde a nosotros, los que —en la medida en que “hacemos el bien”— hacemos también presente a Jesús en esta tierra. Jesús está presente, no solo en el cielo y en la Eucaristía. Está presente en cada ser humano, especialmente en el que pasa por la vida haciendo el bien, contagiando bondad y felicidad.

2.    El mendigo ciego, que pedía limosna, se llamaba “Bartimeo”. Un nombre arameo y griego, que significa “el hijo de Timeo”. Aquel mendigo y ciego, aquel desgraciado pordiosero, era literalmente “el hijo del Honrado", ya que eso exactamente significa el término griego “Timeo”.
    La sociedad está organizada y gestionada de manera que “los hijos de la honradez” viven en la desgracia, el desamparo y la mendicidad. Y al mismo tiempo, “los hijos de la corrupción” (el robo, la mentira, el abuso de poder...) son la “gente importante", que nos presenta sus intereses como derechos; y sus ganancias como leyes intocables de la economía. Es la sociedad —según dicen— que “nos conviene”. ¿A todos? Les conviene a los que tienen la llave del poder, por más que a semejante poder le hayan puesto el pomposo nombre de “estado de derecho", en el que la “mayoría absoluta” tiene siempre la sartén por el mango.


3.    La lectura “bíblica” del Evangelio hace interminables análisis sobre las palabras y sus complicadas significaciones. La lectura “religiosa” del Evangelio nos intenta explicar su significado “espiritual”. La lectura “evangélica” nos enfrenta desde cada relato, a la dura realidad que estamos viviendo. Estas tres lecturas son necesarias. Pero ocurre, por desgracia, que pocas veces llegamos, con visión (no con ceguera) a la tercera lectura. Por eso es tan frecuente que, de las homilías o de las explicaciones del Evangelio, no llegamos a sacar ni un 10% aprovechable.



No hay comentarios:

Publicar un comentario