lunes, 4 de mayo de 2015

Párate un momento: evangelio de día 5 DE MAYO - MARTES - 5ª SEMANA DE PASCUA





                                                  


5 DE MAYO
- MARTES - 5ª SEMANA DE PASCUA

Jn 14,27-31 a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “La Paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe de este mundo, no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda, yo lo hago”.

1.       Jesús les deja a sus discípulos la paz. Es deseo y mandato de Jesús para su comunidad de discípulos. La paz, por tanto, es principio fundamental del cristianismo. Y sin embargo, la experiencia histórica nos enseña que el cristianismo ha sido (y sigue siendo) una de las tres grandes religiones “de confrontación”, fuente y origen de indecibles violencias. No hace falta recordarlas de nuevo. Son de sobra conocidas. Los últimos papas han pedido perdón al mundo por esta historia tan sombría.

2.        Hay quien se ha preguntado si la relación entre religión y violencia es una relación meramente histórica o es, además, una relación esencial. De ser esto así, sería cierto que donde hay religión (sea la que sea) hay violencia. Pero no parece que esto se pueda demostrar. Porque la experiencia histórica nos dice que han existido personas y grupos profundamente religiosos que jamás fueron violentos, sino todo lo contrario. El ejemplo de Francisco de Asís es elocuente en este sentido.

3.       Pero ocurre que Jesús distingue sabiamente entre la paz que él da y la que da el “orden establecido” (kósmos = “mundo”). La paz de este mundo se basa en el equilibrio de fuerzas y está basada, por tanto, en el principio de la “violencia controlada", que, como sabemos, con tanta frecuencia se descontrola. El problema está en que, no sin razón, se ha dicho que “toda religión es política” (E. Barnavi). Porque toda religión, en cuanto grupo organizado, es poder. De ahí, su conexión con la violencia. Por eso Jesús afirma que él no da la paz como la da el mundo. La paz, que ha de ofrecer el cristianismo, se basa en que hay hombres que toman en serio la presencia de Jesús en ellos y entre ellos. En hombres así, el corazón no tiembla ni se acobarda. Sólo así se anula la raíz de la violencia.




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