27
DE MAYO - MIÉRCOLES -
8ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mc
10, 32-45
En
aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén,
Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que
seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se
puso a decirle lo que le iba a suceder: “Mirad, estamos subiendo a
Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos
sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán
a los gentiles, se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo
matarán; y a los tres días resucitará ". Se le acercaron los
hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: “Maestro, queremos
que hagas lo que te vamos a pedir”. Les preguntó: "¿ Qué
queréis que haga por vosotros?”. Contestaron: “Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”.
Jesús replicó: “No sabeis lo que pedís, ¿sois capaces de beber
el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo
me voy a bautizar?”. Contestaron: “Lo somos". Jesús les
dijo: “El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis
con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi
derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado”.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y
Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: “Sabéis que los que son
reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los
grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso; el que quiera ser grande,
sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de
todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que lo sirvan,
sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
1. El
evangelio de Marcos ha unido, en este relato, dos episodios que
señalan un contraste que impresiona. -Primero, el segundo anuncio
que Jesús hizo de su inminente condena a muerte (10, 32-34).
-Segundo, la manifestación más dura, que hay en todo el Evangelio,
de la ambición de los apóstoles (10, 35-45). ¿Sucedieron estos dos
episodios tal y como los sitúa Marcos, el uno a continuación del
otro? En principio, no parece creíble que, si efectivamente los que
acompañaban a Jesús iban “desconcertados” y “con miedo”
(10, 32), entonces precisamente se pusieran a pedirle a Jesús los
puestos y los cargos de más importancia. Pero el hecho es que, no
solo Marcos, sino igualmente Mateo relata estos dos hechos unidos
(20, 17-28) y, por tanto, vinculados el uno al otro.
2. En
todo caso, y sea cual sea la explicación que puedan dar los
especialistas en el análisis de los textos evangélicos, lo que no
admite duda es que los redactores de estos textos completos colocaron
los relatos de tal forma, que de ellos brota espontánea e
inevitablemente una forma de entender la vida y, por lo tanto, un
“proyecto de vida” que interpela la conciencia de cada cristiano,
de cada ciudadano y, sobre todo, de cada “hombre de Iglesia”.
Estos dos relatos unidos, y tan contradictorios, siguen presentes y
operantes en a vida. No solo en la vida de los clérigos y de los
frailes y las monjas, sino de los ciudadanos en general. ¿Por qué?.
3. El
contraste dramático está en que, al mismo tiempo —y vinculado lo
uno a lo otro— estamos ya cansados y hartos de ver unidos el camino
del “sufrimiento y la muerte” con el camino que lleva “al poder
y la gloria”. Es más, los que viven con pasión su deseo de estar
los primeros son con frecuencia los causantes de tanto dolor y de
tanta humillación. Por no hablar de la violencia que generan las
guerras, el dominio de los poderosos sobre los débiles y, en
general, la gestión de la política y de la economía que se traduce
en crear desigualdades asombrosas y la rabia de quienes se ven
hundidos en el pozo de todas estas miserias, de las que saben que
jamás van a salir, frente a los que en sus tronos de fama y poder
disfrutan de casi todo lo que la vida puede ofrecer. Pero, sobre
todo, para quienes manejamos los evangelios, lo más indignante es
ver que en la Iglesia esto
se tolera hasta tal extremo, que ya se ve como una cosa enteramente
normal (y hasta necesaria) que haya obispos y gobernantes que viven
convencidos de que es imponiéndose a los demás y hasta humillando a
los demás como se tiene que gobernar la Iglesia. ¡No podemos seguir
callando y aguantando estas cosas!
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