lunes, 25 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 26 DE MAYO - MARTES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO








26 DE MAYO
- MARTES - 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decirle a Jesús: ‘Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús dijo: “Os aseguro que quien deja casa, o hermanos, o madre o padre, o hijos o tierras, por mi y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casa y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones—, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros”.

1. Esta intervención de Pedro y la respuesta de Jesús indican claramente que los discípulos, efectivamente, siguieron a Jesús. Aquellos hombres lo dejaron todo y se fueron a compartir su forma de vida y las consecuencias
que de aquella vida se seguían. Es verdad que los discípulos nunca llegaron a fiarse plenamente de Jesús ya creer en él. En los evangelios — aparecen reproches frecuentes de Jesús a los discípulos por su falta de fe o por su poca fe. Por tanto, es compatible la falta de fe (o las dudas e inseguridades de la fe) con el seguimiento de Jesús. Esta es la primera lección que se deduce de este relato.

2. Pero en la respuesta de Jesús da a Pedro hay algo más que en la respuesta que el mismo Jesús le dio al joven rico. En el episodio del joven, Jesús solo le exige la renuncia al dinero. Aquí, Jesús habla de los que abandonan, no solo la “casa” y las “tierras", sino que además a eso se añade la separación de la familia, detalladamente enumerada. Jesús pide el despojo total. Es decir, despojarse de todo lo que nos puede dar “seguridad". ¿Por qué? Muy sencillo: el desprendimiento de toda “seguridad” es lo que hace posible en nosotros la “libertad”. Mientras se tenga o “dinero” o “familia’ (o los equivalentes: una “institución sólida y segura” o algo equivalente...), se siente la estabilidad y la seguridad de que no me va a faltar en la vida, al menos, lo fundamental. Pero ocurre que, mientras disponemos de seguridades a las que agarrarnos, estamos condicionados, limitados, atados. Y, por tanto, nos pondremos (sin darnos cuenta) constantes censuras, a la hora de hacer o decir, ante la sociedad o ante los poderes públicos (o privados) que nos pueden condicionar.

3. Es notable que, en la respuesta de Jesús, se advierte un elocuente paralelismo entre la expresión de Jesús “por mí y por la buena nueva” (Mc 10,29) y la segunda enumeración en donde habla de “persecuciones” (Mc 10, 30) (Joel Marcus). Para Jesús, seguirle a él y al Evangelio lleva consigo persecuciones. La razón de este paralelismo es muy clara: el sistema no soporta hombres libres. Porque la libertad es un peligro y muchos ven a las personas libres como una amenaza. De ahí, las persecuciones. Lo cual quiere decir que donde no hay persecuciones no hay seguimiento de Jesús.





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