martes, 19 de mayo de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 19 DE MAYO - MARTES - 7ª SEMANA DE PASCUA







19 DE MAYO
- MARTES - 7ª SEMANA DE PASCUA

Jn 17, 1-11a

    En aquel tiempo, Jesús levantando los ojos al cielo dijo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti antes que el mundo existiese.
      He manifestado tu Nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti; porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste y son tuyos. Si, todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo; pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti”.

1.    Esta larga oración, que Jesús pronuncia antes de su pasión y muerte, es una meditación teológica que hace el autor del IV Evangelio. Una meditación que el autor pone en boca de Jesús en forma de plegaria al Padre. Esta oración, por tanto, no expresa lo que Jesús pensaba aquella noche, horas antes de morir, sino la cristología que predominaba en “la comunidad del discípulo amado”, seguramente a finales del siglo primero. Lo cual no quiere decir que todo esto fuera un invento del “discípulo amado”. Como es lógico, en esta oración se recogen ideas y palabras que fueron clave para Jesús.


2.     Cuando llegó el momento culminante, Jesús fue consciente de que le había llegado “la hora”. Concretamente, “su hora”. No solo la hora de la muerte, sino además, y en aquella muerte tal como se produjo, Jesús vio la hora de la gloria. Estamos, por tanto, ante la inversión total de todos los valores que en este mundo se aprecian y se exaltan. Con lo que Jesús está diciendo que la glorificación no esta en el éxito y el triunfo, sino en la vinculación de la propia suerte y el propio destino a la suerte y al destino de todas las victimas de este mundo.

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