viernes, 31 de julio de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 2 de agosto de 2015 DOMINGO 18 del Tiempo Ordinario – B




2 de agosto de 2015
DOMINGO 18 del Tiempo Ordinario – B

Primera lectura del libro del Éxodo (16,2-4.12-15):

En aquellos días, en el desierto, comenzaron todos a murmurar contra Moisés y Aarón, y les decían: «¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos hasta hartarnos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a todos de hambre.»
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Voy a hacer que os llueva comida del cielo. La gente saldrá a diario a recoger únicamente lo necesario para el día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no.»
Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo: «He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: "Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios."»
Aquella misma tarde llegaron codornices, las cuales llenaron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto.
Los israelitas, no sabiendo qué era aquello, al verlo se decían unos a otros: «¿Y esto qué es?»
Moisés les dijo: «Éste es el pan que el Señor os da como alimento.»


Palabra de Dios

Salmo 77

R/.
El Señor les dio un trigo celeste

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder.
R/.

Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste.
R/.

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido.
R/.

Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,17.20-24):

En el nombre del Señor os digo y encargo que no viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos pensamientos. Pero vosotros no conocisteis a Cristo para vivir de ese modo, si es que realmente oísteis acerca de él; esto es, si de Jesús aprendisteis en qué consiste la verdad. En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta y pura, fundada en la verdad.
Palabra de Dios

Evangelio
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según san Juan (6,24-35):



En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: "Dios les dio a comer pan del cielo."»
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.»
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»

Palabra del Señor.




Párate un momento: Evangelio del día 1 DE AGOSTO - SÁBADO - 17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






1 DE AGOSTO - SÁBADO -
17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 14, 1-12

En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: “Es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él”. Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe: porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: “Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista”. El rey lo sintió, pero por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús".

1. El relato de la muerte violenta de Juan Bautista es un paradigma de lo que estamos viendo y sufriendo a diario. Aquí quedan patentes las cualidades patéticas del “poder político-religioso", ya que lo político y lo
religioso se apoyan mutuamente y van siempre unidos. Ese poder está asociado a: 1) La muerte asesina; 2) La corrupción moral; 3) El miedo. Un individuo corrupto, que puede matar a quien le conviene y que toma sus decisiones por intereses pasionales o por miedos irracionales, es el mayor peligro que puede amenazar a un pueblo, a una nación, a todos y cada uno de los ciudadanos.

2. Frente a tanta desvergüenza y a semejante violencia, la figura ilustre de Juan Bautista, que: 1) No se calla ante la corrupción del poder; 2) paga con su vida la libertad del que denuncia el despotismo. No hay que esforzarse demasiado para darse cuenta de que Juan Bautista es también paradigma de los miles y millones de criaturas inocentes que sufren las
consecuencias del despotismo del poder.

3. Los abusos del poder ocurrían antiguamente y siguen ocurriendo en nuestros días. En la antigüedad, el poder corrupto y criminal estaba concentrado en el soberano de cada país, que ejercía su despotismo sobre sus propios súbditos. En la actualidad, debido a la economía global, comercio global, al poder de veto que las grandes potencias tienen sobre la ONU, y al poder que ejercen los organismos internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Internacional de Comercio, etc), controlados por los grandes de la política y del capital, el poder corrupto de la muerte y el miedo dirigen y gestionan un mundo en el que cada día mueren de hambre y miseria casi cien mil personas. Y sabemos que este poder sigue matando a los profetas que denuncian. Según el Informe 2007 de Amnistía Internacional, en 2006, al menos 1.544 personas fueron ejecutadas en 25 países distintos. El martirio de Juan Bautista sigue presente ante nosotros. Y lo peor de todo es que el genocidio sigue adelante porque quienes vivimos bien nos callamos, nos cruzamos de brazos, y pensamos que nada se puede hacer. Lo cual es mentir.

Podemos gritar y protestar. Podemos ser más honrados. Y debemos ser siempre buenas personas.

jueves, 30 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 31 DE JULIO - VIERNES - 17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO SAN IGNACIO DE LOYOLA






31 DE JULIO - VIERNES -
17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Ignacio de Loyola fue un militar y luego religioso español, fundador de la Compañía de Jesús, de la que fue el primer general. Ha sido declarado santo por la Iglesia. Nació el 23 de octubre de 1491,Azpeitia
Fecha de la muerte: 31 de julio de 1556,Roma, Italia





Mt 13,54-58

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros?. ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?. ¿No viven aquí todas sus hermanas?. Entonces, ¿de dónde saca todo eso?". Y desconfiaban de él.
Jesús les dijo: “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta”. Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

1. Está claro en este relato que Jesús hablaba de manera que lo que decía sorprendía a quienes lo habían conocido desde niño. Les llama la atención y no se explican cómo, hasta poco antes, era un vecino más. ¿Qué había ocurrido?. La cosa, humanamente hablando, no tenía explicación. Sin duda, la clave está en lo que ocurrió en la experiencia del bautismo
que Jesús recibió de manos de Juan el Bautista. Allí Jesús tuvo una experiencia misteriosa y profunda: vio el cielo abierto, oyó la voz del Padre del Cielo (Mt 3, 16-17), se sintió llamado a dar a conocer al Padre y su proyecto (Mt 11,25-27). ¿Qué nos viene a decir esto?

2. Jesús no impresionaba a la gente con lo que decía porque había estudiado mucho. Jesús había dicho que lo que él enseñaba eran cosas que quedan ocultas para los “sabios y entendidos” (Mt 11, 25) y cosas que paradójicamente las saben los “pequeños”, los ignorantes, los sencillos. Esto, justamente, es lo que le ocurrió a Jesús. La experiencia religiosa le cambió. Pero no le cambió en “sabio”, sino en “sencillo”. Y lo que enseñaba era la sabiduría de los últimos, de los nadies, de los excluidos.
Es el saber en el que el “ser” y el “deber ser” no se pueden disociar. El saber que nunca puede ser neutral ante la violencia y el sufrimiento que genera la tecnología y la llamada “ciencia” que hay detrás de
esa tecnología. A esa sabiduría de los sencillos le tenemos miedo los intelectuales y los clérigos. Porque si de veras la asumiéramos, cambiarían radicalmente las universidades, las parroquias, los conventos y las curias episcopales.

3. El relato termina dejando claro que los “milagros” de Jesús no eran posibles donde faltaba la fe-confianza. Jesús no era un “omnipotente”, tal como nosotros nos imaginamos eso. Jesús tenía una fuerza de espíritu que donde no encontraba acogida y respuesta dejaba de ser fuerza y nada podía hacer. He aquí el profundo misterio de la fuerza de espíritu que tenemos los humanos, cuando somos profundamente humanos.



martes, 28 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 30 DE JULIO - JUEVES - 17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO








30 DE JULIO - JUEVES -
17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 13,47-53

    En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen a los buenos en cestos y a los malos los tiran.  Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?”.    Ellos le contestaron: “Sí”.   Él les dijo: “Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo".  Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de alli.

1. Con una imagen que tenía que resultar familiar para gentes que vivían de la pesca en el lago, Jesús les asegura que en el Reino de Dios cabemos todos, sin distinciones de buenos y malos. Esas distinciones se harán al final de los tiempos. Porque el juicio corresponde a Dios, no a los hombres. Lo cual es tanto como decir que el proyecto de Jesús es constitutivamente tolerante, respetuoso y acepta a todos sin distinciones ni rechazos. Es el proyecto de la humanidad, el proyecto en el que coincidimos todos los humanos, sean cuales sean nuestras culturas, creencias, ideologías. El proyecto de Jesús no es un proyecto de religión, es un proyecto de humanidad.

2. Toda “religión monoteísta” es, por su misma naturaleza, un “proyecto excluyente”. Porque, como bien se ha dicho, “ningún dios que verdaderamente se precie tolera otro dios junto a él. Su pretensión es absoluta: pretensión de verdad, de evidencia y de obediencia. ¿Qué dios sería aquel que consintiera la existencia de otros dioses junto a él?... Los ídolos exigen el reconocimiento de todos, la sumisión a todo precio” (Wolfgang Sofsky).
   Es evidente que una religión así, no coincide ni encaja con el Evangelio, que es tolerante y acepta a pecadores, extranjeros, personas de otras religiones...

3. Jesús habla de la separación final de buenos y malos.  Y de castigo del “horno encendido” para los malos, con “rechinar de dientes”. Con eso, Jesús indica que Dios hace justicia para gentes que en este mundo son causa de tanto sufrimiento.   No podemos acabar todos igual, si es que Dios es Dios y hace justicia.   Pero lo que no sabemos es en qué consistirá la aplicación de esa justicia para los causantes del sufrimiento humano.  En todo caso, una cosa es segura: el castigo del infierno, tal como se ha enseñado tradicionalmente, no puede ser como se nos ha dicho.  Ese infierno eterno no existe, ni puede existir. Porque el castigo nunca puede ser fin, sino que siempre tiene que ser medio (para corregir, evitar otros males mayores, educar...).  Pero un infierno eterno no puede ser medio para nada.  Es el castigo por el castigo, como fin en sí.   Ahora bien, eso es literalmente contradictorio con un Dios que se define como Amor.


Párate un momento: Evangelio del día 29 DE JULIO – MIÉRCOLES - 17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






29 DE JULIO – MIÉRCOLES -
17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 13,44-45

  En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
  El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”.

1. Estas dos parábolas, aparentemente tan sencillas, nos enfrentan a un asunto capital: la diferencia entre creencia y convicción. Hay bastante gente que cree que lo que dicen los evangelios es verdad y que esa verdad nos conviene a todos. Pero su creencia no pasa de eso, y por eso su fe no pasa de ser una fe que jamás se traduce en un comportamiento que esté de acuerdo con el Evangelio. Por ejemplo, son personas que admiran las bienaventuranzas, pero jamás las cumplen.

2. La convicción no se limita a la creencia. Una convicción se define por el hecho de que orientamos nuestro comportamiento conforme a ella (J. Habermas). Por eso, la convicción consiste principalmente en el hecho de que está uno dispuesto a dejarse guiar en su actividad por la fórmula de la que está convencido (Ch. S. Peirce). El que está convencido de una cosa,
la hace. Y si no la hace, es que no está convencido de tal cosa. El que no se quita del tabaco es que no está convencido de que tiene que hacer eso. De ahí que las convicciones son las que determinan nuestros hábitos de vida y de conducta.


3. Con las parábolas del tesoro y la perla, lo que Jesús quiere decir es que uno cree en el Evangelio cuando esa creencia llega a ser la convicción que determina nuestras decisiones y nuestros hábitos de comportamiento. El que tiene y mantiene convicciones que nada tienen que ver con el Evangelio, se incapacita para creer en el Evangelio. Por ejemplo, creer en Jesús y no estar dispuesto a ceder ni pizca en lo que toca al honor o al dinero son cosas incompatibles.


lunes, 27 de julio de 2015

Párate un momento: Lectura del Evangelio del día 28 DE JULIO - MARTES - 17ª SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO

 




28 DE JULIO - MARTES -
17ª SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO

Mt 13,36-43

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle; “Acláranos la parábola de la cizaña en el campos". Él les contestó: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

1. La parábola de la cizaña afirma: 1) Que, en este mundo y por todas partes, la buena hierba está siempre mezclada con la mala hierba; 2) Que “los obreros del Señor” (Mt 13, 27 s) quieren enseguida arrancar la mala hierba; 3) Que Jesús no quiere que se haga eso porque nadie está capacitado para distinguir la mala hierba de la buena y puede suceder que, pensando que se arranca la cizaña, lo que en realidad se hace es arrancar la buena semilla; 4) Que por eso hay que dejar las cosas de forma que solo cuando llegue la cosecha, o sea, “el fin del tiempo", entonces será el momento de que “los ángeles” harán la debida separación y darán a cada cual su merecido.

2. Hay demasiada gente que, no solo se siente capacitada, sino que además está empeñada en arrancar cuanto antes lo que ellos piensan que
es la mala hierba. Son los intolerantes, los que no soportan al que hace o dice lo que ellos creen que no se debe hacer ni decir. Por eso no respetan el pluralismo, ni la diversidad. Exigen que todo el mundo les respete a
ellos, pero ellos se consideran con derecho a no respetar al disidente, al diferente o sencillamente al otro.

3. En la sociedad civil existen los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) que tienen el deber de velar por el respeto de los derechos de los ciudadanos. Esto pertenece al poder civil. Pero lo que Jesús no quiere es que los “obreros del Reino de Dios” se dediquen a decidir ellos y a castigar a quienes no hacen las cosas como los hombres de la religión piensan que se tienen que hacer. La religión no tiene ni autoridad ni competencia para decidir lo que es cizaña en la sociedad, y menos aún tiene competencias para arrancar esa presunta cizaña.



domingo, 26 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 27 DE JULIO – LUNES - 17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO




27 DE JULIO – LUNES -
17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 13, 31-35

  En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerto: aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas”. Les dijo otra parábola: “El Reino de
los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medida de harina y basta para que todo fermente”. Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: “Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secreto desde la fundación del mundo”.

1. En la parábola del grano de mostaza, Jesús destaca el contraste entre lo más insignificante, lo que apenas se ve, de una parte, y de otra, cómo lo más pequeño es lo que llega a ser grande. Los términos de este contraste son una constante en la historia, y son “ley de vida”. En cuanto que, ajuicio de Jesús, lo pequeño, lo insignificante, aquello a lo que nadie da importancia, eso es lo que tiene una fuerza de transformación, que es la grandeza de una persona, de un grupo, de una institución. El proyecto de vida que presenta Jesús tiene, en la “pequeñez” y en la “insignificancia’, la energía para modificar la realidad, para cambiar las cosas y para transformar también a las personas.

2. Lo mismo, en definitiva, viene a decir la parábola de la levadura. Aquí también se destaca el contraste de lo que se funde con la masa y se pierde en ella, pero luego la cambia por completo. Lo que importa es que los valores del Reino se fundan con la masa social, en el tejido social, entre la gente. Eso es lo que hace cambiar a la sociedad. La solemnidad,
la grandeza de una imagen pública que impresiona y cualquier forma de apariencia, todo eso ni corresponde a lo que quiso Jesús, ni socialmente conduce a nada.

3. Pero, ¿por qué esta fuerza de cambio reside precisamente en los “pequeños” y en “lo que se funde con la masa”? Aquí tocamos un punto capital para entender y vivir el Evangelio. La pequeñez y la grandeza se hallan frente a frente en el reinado de Dios y en la Iglesia (Mt 11, 11 par; Lc 7, 28;9, 48) (S. Légasse, O. Michel, W. Pesch). De forma que la expresión “estos pequeños”designa a los que creen en Jesús (Mc 9,42 par; Mt 18,6; Lc 17, 2; Mt 10,42; 16, 2). Se ha dicho, con razón, que el origen de esta denominación se halla en una manera característica de Jesús, que al hablar de “estos pequeños” no se refería a los niños, sino a los “marginados", a las personas menospreciadas precisamente por los grupos religiosos. Es la fuerza evangélica de “lo pequeño” (W. Trilling). Y también de “lo insignificante” (Lc 1, 52). Los que se ven importantes y seguros en su importancia no modifican la realidad social. “Durante los siglos II y III, el cristianismo era en gran parte un ejército de desheredados” (E. R. Dodds).
Tales gentes cambiaron el mundo antiguo.



viernes, 24 de julio de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 26 de Julio Domingo 17º del Tiempo Ordinario - Ciclo B






26 de Julio
Domingo 17º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Primera Lectura del segundo libro de los Reyes (4,42-44):
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja.
Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman.»
El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?»
Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.»
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.

Palabra de Dios

Salmo 144,10-11.15-16.17-1
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
R/.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. 
R/.

Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6):

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios

Evangelio según san Juan (6,1-15):


En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»

Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.


Palabra del Señor


Nuestro gran pecado.

1. Por una serie de razones, que aquí no hay sitio para explicar, la eucaritía se ha deformado en la Iglesia hasta tal punto, que ya es prácticamente imposible reconocer lo que quiso Jesús. Y no digamos, si se trata de una misa de pontifical solemne en una catedral. El problema está en que la eucaristía tuvo su origen en las comidas de Jesús con la gente, especialmente en la multiplicación de los panes y en la cena de despedida. Pero, todo eso ha desaparecido. Y la comida compartida se ha convertido en un ceremonia/religioso que además no se entiende y a mucha gente ni le interesa.

2. Además, la misa se ha organizado de forma que la atención de los creyentes se centra en la presencia de Jesucristo y en la comunión.
Otros, lo que desean es que la misa les aproveche para ser ellos mejores, para rezar por un difunto o quizá otra intención. Así las cosas, a muchos de los que van a misa no les interesa lo que de verdad quiso Jesús: la comensalía, la mesa compartida, destinada a construir una comunidad humana basada, no en la religiosidad, ni en la piedad y devoción, y menos aún en la sumisión al poder sacerdotal.
La comensalía de Jesús con todos, empezando
por los pecadores y descreídos, fue pensada para construir la convivencia y las relaciones humanas sobre la bondad, el respeto, la ayuda mutua y la solidaridad.

3. Jesús se hace presente en la eucaristía. Por eso, el derecho de los cristianos a celebrar la presencia de Jesús entre ellos está antes que el privilegio de los sacerdotes a presidir la misa. Cada día hay menos sacerdotes y más cristianos sin eucaristía. Y sobre todo más gente a la que ni le interesa ir a misa. La Iglesia se está desmoronando por sí sola. Los que mandan han conseguido que solo les queden los grupos incondicionales.














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Sábado, 25 de julio de 2015 DÍA DE SANTIAGO APÓSTOL







Sábado, 25 de julio de 2015
DÍA DE SANTIAGO APÓSTOL

Primera lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,33;5,12.27-33;12,2):


En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Palabra de Dios

Salmo 66


R/.Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
R/.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
R/.

Segunda lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,7-15):
Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios

Evangelio según san Mateo (20,20-28):


En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor.

1. El problema que Jesús tuvo con los apóstoles no fue un problema doctrinal. Ni tuvo con ellos problemas de celibato y sexo. San Pablo nos irforma que los apóstoles, incluido Pedro, estaban casados y viajaban con sus mujeres (1 Cor 9, 5). Jesús no se preocupó de nada de eso. Lo único que le preocupó en serio a Jesús fue el tema del honor y el poder. Ante tal todo, porque, como está bien demostrado, de la misma manera que, para nosotros hoy, el problema número uno es el dinero, en las sociedades mediterráneas del s. I, lo que más preocupaba a la gente era el honor (B. J. Malina).

2. La insistencia de Jesús en que los últimos son los primeros, en poner como modelo a los niños, en la preferencia provocativa por los excluidos sociales y por la gente sencilla, la dureza con que respondió a los hijos de Zebedeo, el enfrentamiento entre los discípulos por causa de esta pretensión de Santiago y Juan, el hecho de llamarle Satanás a Pedro cuando este se quiso oponer al fracaso final de Jesús o lo tajante que fue el mismo Jesús cuando Pedro no toleraba que le lavase los pies, todo eso va en la misma dirección: si algo hay que Jesús no tolera entre sus apóstoles, ni en los sucesores de sus apóstoles, es el deseo de subir, de ser importantes,
de mandar sobre otros. Y no digamos nada si lo que pretenden es tener un poder venido del cielo y, por tanto, indiscutible. Una Iglesia que consiente y hasta (quizá sin pretenderlo) fomenta todo eso, no es, no puede ser, la sucesión en el tiempo de lo que Jesús les confió a los primeros apóstoles.

3. La “estructura” de la Iglesia se fundamenta en el episcopado, que tiene como cabeza al obispo de Roma. Pero la “organización” de la Iglesia tiene que recuperar lo que fue en los primeros siglos. Las vocaciones de entonces eran, como decían los concilios locales, vocaciones invitus y coactus (Y. Congar), es decir, se ordenaba de sacerdotes y obispos a los que se resistían y no querían serlo. Los tenía que elegir cada comunidad.


VIDA DEL APOSTOL SANTIAGO

Hermano del apóstol Juan, perteneció al grupo de discípulos más cercanos a Jesús y fue uno de los primeros mártires de la Iglesia Católica. En la Biblia se alude habitualmente a él bajo el nombre de Jacobo, término que pasó al latín como Iacobus y derivó en nombres como Iago, Tiago y Santiago (sanctus Iacobus). Santiago de Zebedeo o Santiago el Mayor fue uno de los primeros discípulos en derramar su sangre y morir por Jesús. Miembro de una familia de pescadores, hermano de Juan Evangelista -ambos apodados Boanerges (‘Hijos del Trueno’), por sus temperamentos impulsivos- y uno de los tres discípulos más cercanos a Jesucristo, el apóstol Santiago no solo estuvo presente en dos de los momentos más importantes de la vida del Mesías cristiano -la transfiguración en el monte Tabor y la oración en el huerto de los Olivos-, sino que también formó parte del grupo restringido que fue testigo de su último milagro, su aparición ya resucitado a orillas del lago de Tiberíades. Tras la muerte de Cristo, Santiago, apasionado e impetuoso, formó parte del grupo inicial de la Iglesia primitiva de Jerusalén y, en su labor evangelizadora, se le adjudicó, según las tradiciones medievales, el territorio peninsular español, concretamente la región del noroeste, conocida entonces como Gallaecia. Algunas teorías apuntan a que el actual patrón de España llegó a las tierras del norte por la deshabitada costa de Portugal. Otras, sin embargo, dibujan su camino por el valle del Ebro y la vía romana cantábrica e incluso las hay que aseguran que Santiago llegó a la Península por la actual Cartagena, desde donde enfiló su viaje hasta la esquina occidental del mapa.
Tras reclutar a los siete varones apostólicos, que fueron ordenados obispos en Roma por san Pedro y recibieron la misión de evangelizar en Hispania, el apóstol Santiago regresó a Jerusalén, según los textos apócrifos, para, junto a los grandes discípulos de Jesús, acompañar a la Virgen en su lecho de muerte. Allí fue torturado y decapitado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea. Los supuestos testamentos relatan que, antes de morir, María recibió la visita de Jesús resucitado, a quién le pidió pasar sus últimos días rodeada de los apóstoles, que se encontraban dispersos por todo el mundo. Su hijo le permite que sea ella misma, a través de apariciones milagrosas, la que avise a los discípulos y, de esta forma, la Virgen se hace presente sobre un pilar de Zaragoza frente al apóstol Santiago y los siete varones, episodio hoy venerado en la basílica de Nuestra Señora del Pilar.
Fueron estos siete discípulos, relata la leyenda, los que, tras escaparse aprovechando la oscuridad de la noche, trasladaron el cuerpo del apóstol Santiago en una barca hasta Galicia, adonde arribaron a través del puerto de Iria Flavia (actual Padrón). Los varones depositaron el cuerpo de su maestro en una roca -que fue cediendo y cediendo, hasta convertirse en el Sarcófago Santo- para visitar a la reina Lupa, que entonces dominaba desde su castillo las tierras donde ahora se asienta Compostela, y solicitarle a la poderosa monarca pagana tierras para sepultar a Santiago. La reina acusó a los recién llegados de pecar de soberbia y los envió a la corte del vecino rey Duyos, enemigo del cristianismo, que acabó encerrándolos. Según la tradición, un ángel -en otros relatos, un resplandor luminoso y estrellado- liberó a los siete hombres de su cautiverio y, en su huida, un nuevo milagro acabó con la vida de los soldados que corrían tras ellos al cruzar un puente. Pero no fue el único contratiempo con el que se toparon los varones. Los bueyes que les facilitó la reina para guiar el carro que transportaría el cuerpo de Santiago a Compostela resultaron ser toros salvajes que, sin embargo, también milagrosamente, fueron amansándose solos a lo largo del camino. Lupa, atónita ante tales episodios, se rindió a los varones y se convirtió al cristianismo, mandó derribar todos los lugares de culto celta y cedió su palacio particular para enterrar al Apóstol. Hoy se erige en su lugar la catedral de Santiago.
No fue hasta ocho siglos más tarde, en el año 813, cuando un ermitaño llamado Paio alertó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, de la extraña y potente luminosidad de una estrella que observó en el monte Libredón (de ahí el nombre de Compostela, campus stellae, ‘Campo de la Estrella’). Bajo la maleza, al pie de un roble, se encontró un altar con tres monumentos funerarios. Uno de ellos guardaba en su interior un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo. A su lado, un letrero rezaba: «Aquí yace Santiago, hijo del Zebedeo y de Salomé». El religioso, por revelación divina, atribuyó los restos óseos a Santiago, Teodoro y Atanasio, dos de los discípulos del Apóstol compostelano, e informó del descubrimiento al rey galaico-astur Alfonso II el Casto, que, tras visitar el lugar, nombró al Apóstol patrón del reino y mandó construir una iglesia en su honor. Pronto se extendió por toda Europa la existencia del sepulcro santo gallego y el apóstol Santiago se convirtió en el gran símbolo de la Reconquista española. El rey de Asturias fue solo el primero de toda la marea de peregrinos que vinieron después.
La autenticidad de los restos del apóstol Santiago ha generado, sin embargo, no pocos y encendidos debates y protagonizado meticulosas investigaciones. El inverosímil traslado  -por la dificultad que supone – del cuerpo del discípulo de Jesús hasta suelo gallego es solo una de las muchas lagunas de una tradición que se mueve entre el rigor histórico y las leyendas mágicas. Estudios arqueológicos han demostrado que Compostela era una necrópolis precristiana, pero jamás se han practicado investigaciones científicas sobre los restos que custodian los muros de la Catedral, hasta el punto de que algunos investigadores incluso han atribuido tales reliquias óseas a Prisciliano de Ávila, el obispo hispano acusado de herejía.
Sin embargo, la historia de los huesos del Apóstol no acaba aquí. Una vez descubiertas y honradas con un templo cristiano, las reliquias no pararon quietas mucho tiempo. Según la tradición oral, en el siglo XVI tuvieron que ser escondidas para evitar la profanación de los piratas que amenazaron la ciudad compostelana tras desembarcar en el puerto de A Coruña (mayo de 1589). Las excavaciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX, al perderse la pista de los restos de Santiago, revelaron la existencia de un escondite -dentro del ábside, detrás del altar principal, pero fuera del edículo que habían construido los discípulos- de 99 centímetros de largo y 30 de ancho, donde se ocultaron, y se perdieron, durante años, los huesos del Apóstol. En 1884 el papa León XIII reconoció oficialmente este segundo hallazgo.




martes, 21 de julio de 2015

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24 DE JULIO – VIERNES -
16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 13, 18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador. Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento, o sesenta, o treinta por uno”.

1. Sirviéndose de la semilla como metáfora de la palabra; y de la metáfora de la tierra sembrada como metáfora de la experiencia humana, Jesus explica por qué, tantas veces, la palabra del Evangelio no da fruto en el corazón y en la convivencia entre los humanos. Jesús propone tres casos posibles. El primero es el que no se entera. Es el que oye o incluso estudia el Evangelio, pero no sabe de qué va, cosa que le puede ocurrir incluso a un profesor de teología. Es el que tiene el corazón y la cabeza tan duros como un camino pisoteado por los caminantes.

2. El segundo caso es el entusiasta superficial. Es el que oye el Evangelio y le parece maravilloso, pero es una persona sin profundidad. Por eso. en cuanto se le presenta una dificultad, empieza a ver las cosas de otra manera, y enseguida es otra persona. Estamos hartos de ver gente que, hace unos años, pensaba de una forma y ahora piensan al contrario. Hay católicos, que fueron entusiastas del Concilio Vaticano II, y ahora lo ven como un fracaso. ¡Gente sin raíces! Con esa gente no vamos a ninguna parte.

3. El tercer caso es el que tiene pinchos en el corazón. Este está de acuerdo con el Evangelio. Pero está también de acuerdo en que lo que importa es vivir bien y ganar dinero, acumular cuanto se pueda, por más que eso lleve consigo afanes y todo lo que haga falta. Una persona así, dice Jesús, por muy de acuerdo que esté con el Evangelio, es una persona “ahogada” y “estéril”. Con gente así, tampoco vamos a ninguna parte.



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23 DE JULIO – JUEVES -
16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 13,10-17

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntan "¿Por qué les hablas en parábolas?”. Él les contestó: “A vosotros se ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender, miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure". Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron”.

1. Este evangelio necesita una aclaración. La explicación que Jesús da a los discípulos, diciendo por qué habla a la gente en parábolas, fue redactada bastantes años después de la muerte de Jesús. Y reproduce lo que dijo Jesús, pero interpretado de acuerdo con la situación en que vivía la comunidad cristiana para la que Mateo escribió su evangelio. Aquella comunidad estaba convencida de que el rechazo de Cristo no fue solo responsabilidad de los sumos sacerdotes, sino de todo Israel, y eso es lo que Mateo recoge y refleja en la respuesta que pone en labios de Jesús.

2. Por eso, en este texto, quedan muy bien los discípulos, en los que se veía retratada la comunidad para la que se escribió el evangelio, y queda fatal la gente, la masa de los que oían a Jesús, en los que los cristianos (de finales del s.I) veían a todo Israel, como responsable del rechazo y de la muerte de Jesús. Esto es lo que viene a decir la interpretación más aceptable de los especialistas más competentes en el evangelio de Mateo.

3. Lo que sin duda Jesús quiso decir es que las parábolas tienen, al mismo tiempo, un sentido “revelador” y “encubridor”: revelan lo que dice Jesús a quienes sintonizan con él; pero al mismo tiempo encubren el Evangelio a quienes están enfrentados con él. Y es que la parábola es un género literario que se entiende, no cuando se interpreta, sino cuando se vive (Paul Ricoeur). Entonces ocurre lo que se ha dicho con tanta clarividencia: “Si practicáis las parábolas, vosotros mismos os convertiréis en parábola, y así os veréis libres de la fatiga diaria” (Franz Kafka).




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22 DE JULIO - MIÉRCOLES -
SANTA MARÍA MAGDALENA

Jn 20, 1. 11-18

En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?". Ella le contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: “Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas". Ella tomándolo por el hortelano, le contesta: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. Jesús le dice: “¡María!”Ella se vuelve y le dice: “¡Rabboni!" (que significa Maestro). Jesús le dice: “Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro". María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto".

1. Existe una abundante literatura, de tipo panfletario, sobre María Magdalena, de la que se dice que Jesús estuvo enamorado o incluso que fue su esposa. Si nos atenemos a los datos históricos que poseemos, nada de eso es cierto. María Magdalena no es la hermana de Marta (Lc 10, 38-42), ni de Lázaro (Jn 11, 1-2). Menos aún se puede decir que es la gran pecadora que perfumó los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) o la adúltera a la que Jesús despenalizó (Jn 8, 1-11). La imaginación morbosa y la ignorancia han hecho de María Magdalena un tipo erótico-místico que nunca existió.
2. Esta mujer aparece muy destacada en los cuatro evangelios. Es la primera en la lista de mujeres que, junto a los apóstoles, acompañaban a Jesús (Lc 8, 2). Y es también la primera del grupo de mujeres que estaban con Jesús al morir (Mc 15, 40. 47; Mt 27, 56. 61; Jn 19, 25). Como también aparece destacada en las apariciones del Resucitado (Mc 16, 1; Mt 28, 1; Jn 20, 1. 18). Los relatos insisten en que Jesús había expulsado de ella siete demonios (Lc 8, 2; Mc 16, 9). Esto no quiere decir que fuera una mujer perversa, sino que Jesús la liberó de una situación muy difícil que tenía relación con su salud.

3. Hoy nos resulta difícil comprender la asombrosa libertad de Jesús respecto a las mujeres. Baste pensar que entonces se decía: “la mujer, el esclavo y el niño” están sometidos a un hombre, su dueño (J. Jeremias). El judío más sabio de entonces, Filón de Alejandría, decía: “La descendencia femenina del alma es el vicio, mientras que la descendencia masculina es la virtud”. Jesús se dio cuenta, no solo de la atrocidad que representa todo eso, sino que vio algo más importante: una cultura que no reconoce la igualdad, en dignidad y derechos, de la mujer y el hombre es una cultura inevitablemente violenta. Es decir, una cultura deshumanizada y deshumanizadora. En esto está la clave que explica la conducta de Jesús con la mujer.



lunes, 20 de julio de 2015

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21 DE JULIO - MARTES -
16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 12,46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: “Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo”. Pero él contestó al que le avisaba: "¿ Quién es mi madre y quién son mis hermanos?”. Y señalando con las manos a los discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad del Padre del Cielo, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”.

1. Es evidente que cuando Jesús, ya en torno a los treinta años, decide irse de su pueblo y de su casa, abandonar su familia y su trabajo, para andar como carismático itinerante por ciudades y aldeas, tomó una decisión arriesgada para su futuro. Pero, por el solo hecho de alejarse de su familia, no se puede decir que cortara con ella. Para casi todo el mundo llega el día en que se aleja de la casa paterna. Es ley de vida. Ademas sabemos que Jesús tenía cuatro hermanos y algunas hermanas (Mc 6,1-6), que sin duda siguieron cerca de la madre en la pequeña aldea donde vivían.

2. De este episodio no se puede deducir que Jesús se hubiera distanciado de su familia o que la hubiese dejado en un segundo plano en su vida. Ni con su respuesta Jesús quiso decir que la familia no tiene importancia o debe ser marginada. Lo que Jesús deja claro es que las relaciones de parentesco no son las más fuertes. Ni tienen que ser las más determinantes para una persona. De ser así, los hijos nunca deberían dejar a sus padres para formar ellos una nueva familia. Las relaciones de parentesco son enteramente necesarias. Pero no son un fin, sino un medio. Más aún las relaciones de parentesco son sanas y constructivas cuando producen personas libres, que se relacionan por la fuerza de una “relación pura", la relación basada en la comunicación emocional, transparente y libre.


3. Cuando Jesús habla de los discípulos como su nueva familia, lo que en realidad está diciendo es que lo importante en la vida es la “relación pura", no basada en ataduras que se nos imponen o en conveniencias e intereses que corrompen las relaciones entre personas. Los discípulos de Jesús le seguían y estaban con él porque entre ellos existía ese tipo de relación que debería ser motivadora para todos.