martes, 14 de julio de 2015

parate un momento: evangelio dia 15 DE JULIO - MIÉRCOLES - 15ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO








15 DE JULIO - MIÉRCOLES -
15ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 11,25-27

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

1. Este texto, centro y clave del Evangelio, establece una contraposición asombrosa entre los sabios y los sencillos. Lo que asombra es que Jesús, orando al Padre, afirma que los sabios son los que no se enteran de las cosas de Dios, mientras que los sencillos son los que saben de eso. Jesús da gracias al Padre porque esto es así. Lo que indica claramente que Jesús ve bien, y se alegra de ello, que sean precisamente los sencillos, con los que Jesús se siente solidario, los que saben de Dios.

2. Los “sabios” son un grupo, una clase social, que se contrapone al “pueblo ordinario”. Son los que en Israel eran considerados como “sabios", la aristocracia religiosa, principalmente los “letrados", los estudiosos de la ley religiosa y sus complicadas interpretaciones. Los “sencillos” son los que en griego eran llamados los "népioi", literalmente los “niños", los “lactantes", términos que designaban a los “simples, “incultos, “ignorantes”. Justamente, los que fueron los oyentes de Jesús, las mujeres, los galileos, los pobres del campo, los que no pueden acudir a los centros de estudio de los “sabios” (U. Luz).

3. Los “sabios” no saben de Dios y los “ignorantes” saben de eso porque el Padre (Dios) no está al alcance de los humanos. Nadie, nada más que el Hijo, Jesús, es quien da a conocer quién es el Padre y cómo es el Padre. Y Jesús lo da a conocer, no a la gente de estudios y de mucha religión, sino a los ignorantes y simples. Sin duda alguna, en el Padre del Cielo coinciden y se funden de tal forma lo más profundo y lo más sencillo, que la absoluta profundidad solo es accesible en la absoluta sencillez. Esto es lo que los sencillos captan, mientras que se nos escapa a quienes nos tenemos por entendidos.













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