15
DE JULIO - MIÉRCOLES -
15ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt
11,25-27
En
aquel tiempo, Jesús exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor de
cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre,
así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel
a quien el Hijo se lo quiera revelar".
1. Este
texto, centro y clave del Evangelio, establece una contraposición
asombrosa entre los sabios y los sencillos. Lo que asombra es que
Jesús, orando al Padre, afirma que los sabios son los que no se
enteran de las cosas de Dios, mientras que los sencillos son los que
saben de eso. Jesús da gracias al Padre porque esto es así. Lo
que indica claramente que Jesús ve bien, y se alegra de ello, que
sean precisamente los sencillos, con los que Jesús se siente
solidario, los que saben de Dios.
2. Los
“sabios” son un grupo, una clase social, que se contrapone al
“pueblo ordinario”. Son los que en Israel eran considerados como
“sabios", la aristocracia religiosa, principalmente los
“letrados", los estudiosos de la ley religiosa y sus
complicadas interpretaciones. Los “sencillos” son los que en
griego eran llamados los "népioi", literalmente los
“niños", los “lactantes", términos que designaban a
los “simples, “incultos, “ignorantes”. Justamente, los que
fueron los oyentes de Jesús, las mujeres, los galileos, los pobres
del campo, los que no pueden acudir a los centros de estudio de los
“sabios” (U. Luz).
3. Los
“sabios” no saben de Dios y los “ignorantes” saben de eso
porque el Padre (Dios) no está al alcance de los humanos. Nadie,
nada más que el Hijo, Jesús, es quien da a conocer quién es el
Padre y cómo es el Padre. Y Jesús lo da a conocer, no a la gente de
estudios y de mucha religión, sino a los ignorantes y simples. Sin
duda alguna, en el Padre del Cielo coinciden y se funden de tal forma
lo más profundo y lo más sencillo, que la absoluta profundidad solo
es accesible en la absoluta sencillez. Esto es lo que los sencillos
captan, mientras que se nos escapa a quienes nos tenemos por
entendidos.
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