1
DE JULIO - MIÉRCOLES -
13ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt
8,28-34
En
aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los
gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su
encuentro, eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por
aquel camino dijeron a gritos:
"¿ Qué quieres de nosotros,
Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?”. Una
gran piara de cerdos a distancia estaban
hozando. Los demonios le rogaron: “Si nos echas, mándanos a la
piara". Jesús les dijo: “Id”. Salieron y se metieron en
los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se
ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron
todo, incluso lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero
salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara
de su país.
1.
Se discute el lugar o ciudad en el que ocurrió este episodio. Pudo
ser Gerasa, Gadara o Gergesa (Warren Carter). En cualquier caso, fue
en un país que tenía otras costumbres y otras creencias religiosas,
distintas de las que se tenían en Israel. Jesús no teme, ni duda,
ir también a visitar y convivir con otros pueblos, otras culturas y
otras religiones. Para Jesús las fronteras nacionales, culturales y
religiosas, que nos dividen, han de ser superadas. Son frecuentes
los enfrentamientos de violencia y muerte que se producen cuando se
traspasan las fronteras. Lo estamos viendo en los conflictos con los
inmigrantes que intentan pasar de África a Europa. O los “espaldas
mojadas” que, desde México, quieren entrar en Estados Unidos. Estas dificultades se plantean con los pobres. Los ricos no tienen
problemas para circular por todo el mundo.
2. Según este relato, los demonios son fuerzas de muerte (salen del
cementerio) y de violencia (eran furiosos y nadie se atrevía a
acerase a ellos). Al expulsar a los demonios, Jesús muestra con
vigor que su proyecto es acabar con la muerte y la violencia que son
origen de tanto sufrimiento. La postura, tan frecuente, de quienes
asumen una postura de pasividad o de imposible neutralidad ante los
poderes de muerte y violencia, que actúan a sus anchas en nuestra
sociedad, es una forma de comportamiento más cercano a lo demoníaco
que a Jesús.
3. El
episodio de los cerdos no se limita al obvio significado económico
que tiene, ya que una piara de miles de cerdos era una inmensa
fortuna. Pero, además del interés de las gentes de aquella región
por sus cerdos, al interpretar este extraño relato, hay que recordar
también que los cerdos eran utilizados en ritos religiosos con los
que se buscaba la protección divina para la producción agraria (E.
Firmage, F. J. Stendebach). Al permitir que los demonios se metiesen
en los cerdos, Jesús expresaba su oposición a los extraños
rituales que tenían un carácter mágico. Y así tranquilizaban las
conciencias de gentes que, como suele ocurrir, querían llevarse bien
con la religión y con el dinero. Una conducta así, es indigna del
Evangelio de Jesús.
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