27
DE JULIO – LUNES -
17ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt 13, 31-35
En
aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: “El Reino
de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su
huerto: aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es
más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las
hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas”. Les dijo
otra parábola: “El Reino de
los
Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medida de
harina y basta para que todo fermente”. Jesús expuso todo esto a
la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así
se cumplió el oráculo del profeta: “Abriré mi boca diciendo
parábolas; anunciaré los secreto desde la fundación del mundo”.
1. En la
parábola del grano de mostaza, Jesús destaca el contraste entre lo
más insignificante, lo que apenas se ve, de una parte, y de otra,
cómo lo más pequeño es lo que llega a ser grande. Los términos
de este contraste son una constante en la historia, y son “ley de
vida”. En cuanto que, ajuicio de Jesús, lo pequeño, lo
insignificante, aquello a lo que nadie da importancia, eso es lo que
tiene una fuerza de transformación, que es la grandeza de una
persona, de un grupo, de una institución. El proyecto de vida que
presenta Jesús tiene, en la “pequeñez” y en la
“insignificancia’, la energía para modificar la realidad, para
cambiar las cosas y para transformar también a las personas.
2. Lo mismo,
en definitiva, viene a decir la parábola de la levadura. Aquí
también se destaca el contraste de lo que se funde con la masa y se
pierde en ella, pero luego la cambia por completo. Lo que importa es
que los valores del Reino se fundan con la masa social, en el tejido
social, entre la gente. Eso es lo que hace cambiar a la sociedad.
La solemnidad,
la grandeza
de una imagen pública que impresiona y cualquier forma de
apariencia, todo eso ni corresponde a lo que quiso Jesús, ni
socialmente conduce a nada.
3. Pero,
¿por qué esta fuerza de cambio reside precisamente en los
“pequeños” y en “lo que se funde con la masa”? Aquí
tocamos un punto capital para entender y vivir el Evangelio. La
pequeñez y la grandeza se hallan frente a frente en el reinado de
Dios y en la Iglesia (Mt 11, 11 par; Lc 7, 28;9, 48) (S. Légasse, O.
Michel, W. Pesch). De forma que la expresión “estos
pequeños”designa a los que creen en Jesús (Mc 9,42 par; Mt 18,6;
Lc 17, 2; Mt 10,42; 16, 2). Se ha dicho, con razón, que el origen
de esta denominación se halla en una manera característica de
Jesús, que al hablar de “estos pequeños” no se refería a los
niños, sino a los “marginados", a las personas menospreciadas
precisamente por los grupos religiosos. Es la fuerza evangélica de
“lo pequeño” (W. Trilling). Y también de “lo insignificante”
(Lc 1, 52). Los que se ven importantes y seguros en su importancia no
modifican la realidad social. “Durante los siglos II y III, el
cristianismo era en gran parte un ejército de desheredados” (E. R.
Dodds).
Tales gentes
cambiaron el mundo antiguo.
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