martes, 28 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 29 DE JULIO – MIÉRCOLES - 17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






29 DE JULIO – MIÉRCOLES -
17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 13,44-45

  En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
  El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”.

1. Estas dos parábolas, aparentemente tan sencillas, nos enfrentan a un asunto capital: la diferencia entre creencia y convicción. Hay bastante gente que cree que lo que dicen los evangelios es verdad y que esa verdad nos conviene a todos. Pero su creencia no pasa de eso, y por eso su fe no pasa de ser una fe que jamás se traduce en un comportamiento que esté de acuerdo con el Evangelio. Por ejemplo, son personas que admiran las bienaventuranzas, pero jamás las cumplen.

2. La convicción no se limita a la creencia. Una convicción se define por el hecho de que orientamos nuestro comportamiento conforme a ella (J. Habermas). Por eso, la convicción consiste principalmente en el hecho de que está uno dispuesto a dejarse guiar en su actividad por la fórmula de la que está convencido (Ch. S. Peirce). El que está convencido de una cosa,
la hace. Y si no la hace, es que no está convencido de tal cosa. El que no se quita del tabaco es que no está convencido de que tiene que hacer eso. De ahí que las convicciones son las que determinan nuestros hábitos de vida y de conducta.


3. Con las parábolas del tesoro y la perla, lo que Jesús quiere decir es que uno cree en el Evangelio cuando esa creencia llega a ser la convicción que determina nuestras decisiones y nuestros hábitos de comportamiento. El que tiene y mantiene convicciones que nada tienen que ver con el Evangelio, se incapacita para creer en el Evangelio. Por ejemplo, creer en Jesús y no estar dispuesto a ceder ni pizca en lo que toca al honor o al dinero son cosas incompatibles.


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