13
DE JULIO - LUNES -
15ª
SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO
Mt
10,34-11,1
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No penséis que he
venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino
espadas, he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con
su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán
los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más
que a mi, no es digno de mí, el que quiere a su hijo o a su hija más
que a mi, no es digno de mi y el que no coge su cruz y me sigue, no
es digno de mi. El que encuentre su vida la perderá, y el que
pierda su vida por mi, la encontrará. El que os recibe a vosotros,
me recibe a mi, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el
que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y
el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo. El
que a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de
estos pobrecillos, solo porque es mi discípulo, no perderá su paga,
os lo aseguro”. Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus
doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus
ciudades.
1. Lo
que dice Jesús sobre la espada que divide a la familia resulta
lógicamente provocativo y duro de aceptar. Para entenderlo, es
necesario recordar que la familia judía del tiempo de Jesús era
distinta de la actual. Era la “familia patriarcal", en la que
el padre y patriarca tenía todos los derechos, mientras que la mujer
y los hijos no tenían más que obligaciones, la sumisión total. Eso
precisamente es lo que Jesús no tolera. Y porque no lo tolera,
puede afirmar que ha venido a “sembrar” los conflictos que
simbolizan las “espadas”.
2. Los
conflictos que anuncia Jesús en la familia no provienen de que en
ella unos crean en Jesús y otros no. Lo que Jesús ataca no es un
problema de fe religiosa; sino una estructura familiar opresora, en
la que: 1) No hay libertad para decidir; 2) Hay una desigualdad total
de derechos entre hombres y mujeres. Las divisiones que enumera
Jesús son conflictos generacionales y de sexos. No habla para nada
de enfrentamientos religiosos.
3. La
familia reproduce lo que es la sociedad, y es la institución
transmisora del modelo de sociedad existente y de los valores que la
determinan. El movimiento, que originó Jesús, en cuanto movimiento
socio-religioso de una revolución de valores, afecta, antes que
nada, a la fuente donde se trasmiten los valores y así se perpetúan
los conflictos sociales y de relaciones humanas. Aquí está el nudo
del problema más fuerte que a muchos nos plantea el Evangelio.
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