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DE JULIO - MARTES -
17ª
SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO
Mt 13,36-43
En
aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los
discípulos se le acercaron a decirle; “Acláranos la parábola de
la cizaña en el campos". Él les contestó: “El que siembra
la buena semilla es el Hijo del Hombre, el campo es el mundo, la
buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los
partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la
cosecha es el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus
ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y
malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y
el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol
en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.
1. La
parábola de la cizaña afirma: 1) Que, en este mundo y por todas
partes, la buena hierba está siempre mezclada con la mala hierba;
2) Que “los obreros del Señor” (Mt 13, 27 s) quieren enseguida
arrancar la mala hierba; 3) Que Jesús no quiere que se haga eso
porque nadie está capacitado para distinguir la mala hierba de la
buena y puede suceder que, pensando que se arranca la cizaña, lo que
en realidad se hace es arrancar la buena semilla; 4) Que por eso hay
que dejar las cosas de forma que solo cuando llegue la cosecha, o
sea, “el fin del tiempo", entonces será el momento de que
“los ángeles” harán la debida separación y darán a cada cual
su merecido.
2. Hay
demasiada gente que, no solo se siente capacitada, sino que además
está empeñada en arrancar cuanto antes lo que ellos piensan que
es la mala
hierba. Son los intolerantes, los que no soportan al que hace o dice
lo que ellos creen que no se debe hacer ni decir. Por eso no
respetan el pluralismo, ni la diversidad. Exigen que todo el mundo
les respete a
ellos, pero
ellos se consideran con derecho a no respetar al disidente, al
diferente o sencillamente al otro.
3. En la
sociedad civil existen los tres poderes (legislativo, judicial y
ejecutivo) que tienen el deber de velar por el respeto de los
derechos de los ciudadanos. Esto pertenece al poder civil. Pero lo
que Jesús no quiere es que los “obreros del Reino de Dios” se
dediquen a decidir ellos y a castigar a quienes no hacen las cosas
como los hombres de la religión piensan que se tienen que hacer. La
religión no tiene ni autoridad ni competencia para decidir lo que es
cizaña en la sociedad, y menos aún tiene competencias para arrancar
esa presunta cizaña.
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