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DE JULIO - MIÉRCOLES -
SANTA
MARÍA MAGDALENA
Jn
20, 1. 11-18
En
aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando.
Mientras lloraba se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de
blanco sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde había
estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: “Mujer, ¿por qué
lloras?". Ella le contesta: "Porque se han llevado a mi
Señor y no sé dónde lo han puesto”. Dicho esto, da media vuelta
y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice:
“Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas". Ella tomándolo
por el hortelano, le contesta: “Señor, si tú te lo has llevado,
dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. Jesús le dice:
“¡María!”Ella se vuelve y le dice: “¡Rabboni!" (que
significa Maestro). Jesús le dice: “Suéltame, que todavía no he
subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre
mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro". María
Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor
y ha dicho esto".
1. Existe
una abundante literatura, de tipo panfletario, sobre María
Magdalena, de la que se dice que Jesús estuvo enamorado o incluso
que fue su esposa. Si nos atenemos a los datos históricos que
poseemos, nada de eso es cierto. María Magdalena no es la hermana de
Marta (Lc 10, 38-42), ni de Lázaro (Jn 11, 1-2). Menos aún se puede
decir que es la gran pecadora que perfumó los pies de Jesús (Lc 7,
36-50) o la adúltera a la que Jesús despenalizó (Jn 8, 1-11). La
imaginación morbosa y la ignorancia han hecho de María Magdalena un
tipo erótico-místico que nunca existió.
2. Esta
mujer aparece muy destacada en los cuatro evangelios. Es la primera
en la lista de mujeres que, junto a los apóstoles, acompañaban a
Jesús (Lc 8, 2). Y es también la primera del grupo de mujeres que
estaban con Jesús al morir (Mc 15, 40. 47; Mt 27, 56. 61; Jn 19,
25). Como también aparece destacada en las apariciones del
Resucitado (Mc 16, 1; Mt 28, 1; Jn 20, 1. 18). Los relatos insisten
en que Jesús había expulsado de ella siete demonios (Lc 8, 2; Mc
16, 9). Esto no quiere decir que fuera una mujer perversa, sino que
Jesús la liberó de una situación muy difícil que tenía relación
con su salud.
3. Hoy
nos resulta difícil comprender la asombrosa libertad de Jesús
respecto a las mujeres. Baste pensar que entonces se decía: “la
mujer, el esclavo y el niño” están sometidos a un hombre, su
dueño (J. Jeremias). El judío más sabio de entonces, Filón de
Alejandría, decía: “La descendencia femenina del alma es el
vicio, mientras que la descendencia masculina es la virtud”. Jesús
se dio cuenta, no solo de la atrocidad que representa todo eso, sino
que vio algo más importante: una cultura que no reconoce la
igualdad, en dignidad y derechos, de la mujer y el hombre es una
cultura inevitablemente violenta. Es decir, una cultura deshumanizada
y deshumanizadora. En esto está la clave que explica la conducta de
Jesús con la mujer.
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