martes, 21 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 22 DE JULIO - MIÉRCOLES - SANTA MARÍA MAGDALENA









22 DE JULIO - MIÉRCOLES -
SANTA MARÍA MAGDALENA

Jn 20, 1. 11-18

En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?". Ella le contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: “Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas". Ella tomándolo por el hortelano, le contesta: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. Jesús le dice: “¡María!”Ella se vuelve y le dice: “¡Rabboni!" (que significa Maestro). Jesús le dice: “Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro". María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto".

1. Existe una abundante literatura, de tipo panfletario, sobre María Magdalena, de la que se dice que Jesús estuvo enamorado o incluso que fue su esposa. Si nos atenemos a los datos históricos que poseemos, nada de eso es cierto. María Magdalena no es la hermana de Marta (Lc 10, 38-42), ni de Lázaro (Jn 11, 1-2). Menos aún se puede decir que es la gran pecadora que perfumó los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) o la adúltera a la que Jesús despenalizó (Jn 8, 1-11). La imaginación morbosa y la ignorancia han hecho de María Magdalena un tipo erótico-místico que nunca existió.
2. Esta mujer aparece muy destacada en los cuatro evangelios. Es la primera en la lista de mujeres que, junto a los apóstoles, acompañaban a Jesús (Lc 8, 2). Y es también la primera del grupo de mujeres que estaban con Jesús al morir (Mc 15, 40. 47; Mt 27, 56. 61; Jn 19, 25). Como también aparece destacada en las apariciones del Resucitado (Mc 16, 1; Mt 28, 1; Jn 20, 1. 18). Los relatos insisten en que Jesús había expulsado de ella siete demonios (Lc 8, 2; Mc 16, 9). Esto no quiere decir que fuera una mujer perversa, sino que Jesús la liberó de una situación muy difícil que tenía relación con su salud.

3. Hoy nos resulta difícil comprender la asombrosa libertad de Jesús respecto a las mujeres. Baste pensar que entonces se decía: “la mujer, el esclavo y el niño” están sometidos a un hombre, su dueño (J. Jeremias). El judío más sabio de entonces, Filón de Alejandría, decía: “La descendencia femenina del alma es el vicio, mientras que la descendencia masculina es la virtud”. Jesús se dio cuenta, no solo de la atrocidad que representa todo eso, sino que vio algo más importante: una cultura que no reconoce la igualdad, en dignidad y derechos, de la mujer y el hombre es una cultura inevitablemente violenta. Es decir, una cultura deshumanizada y deshumanizadora. En esto está la clave que explica la conducta de Jesús con la mujer.



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