lunes, 20 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 21 DE JULIO - MARTES - 16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO








21 DE JULIO - MARTES -
16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 12,46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: “Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo”. Pero él contestó al que le avisaba: "¿ Quién es mi madre y quién son mis hermanos?”. Y señalando con las manos a los discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad del Padre del Cielo, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”.

1. Es evidente que cuando Jesús, ya en torno a los treinta años, decide irse de su pueblo y de su casa, abandonar su familia y su trabajo, para andar como carismático itinerante por ciudades y aldeas, tomó una decisión arriesgada para su futuro. Pero, por el solo hecho de alejarse de su familia, no se puede decir que cortara con ella. Para casi todo el mundo llega el día en que se aleja de la casa paterna. Es ley de vida. Ademas sabemos que Jesús tenía cuatro hermanos y algunas hermanas (Mc 6,1-6), que sin duda siguieron cerca de la madre en la pequeña aldea donde vivían.

2. De este episodio no se puede deducir que Jesús se hubiera distanciado de su familia o que la hubiese dejado en un segundo plano en su vida. Ni con su respuesta Jesús quiso decir que la familia no tiene importancia o debe ser marginada. Lo que Jesús deja claro es que las relaciones de parentesco no son las más fuertes. Ni tienen que ser las más determinantes para una persona. De ser así, los hijos nunca deberían dejar a sus padres para formar ellos una nueva familia. Las relaciones de parentesco son enteramente necesarias. Pero no son un fin, sino un medio. Más aún las relaciones de parentesco son sanas y constructivas cuando producen personas libres, que se relacionan por la fuerza de una “relación pura", la relación basada en la comunicación emocional, transparente y libre.


3. Cuando Jesús habla de los discípulos como su nueva familia, lo que en realidad está diciendo es que lo importante en la vida es la “relación pura", no basada en ataduras que se nos imponen o en conveniencias e intereses que corrompen las relaciones entre personas. Los discípulos de Jesús le seguían y estaban con él porque entre ellos existía ese tipo de relación que debería ser motivadora para todos.


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