21
DE JULIO - MARTES -
16ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt
12,46-50
En
aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente cuando su madre y sus
hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo
avisó: “Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar
contigo”. Pero él contestó al que le avisaba: "¿ Quién es
mi madre y quién son mis hermanos?”. Y señalando con las manos a
los discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que
cumple la voluntad del Padre del Cielo, ese es mi hermano y mi
hermana y mi madre”.
1. Es
evidente que cuando Jesús, ya en torno a los treinta años, decide
irse de su pueblo y de su casa, abandonar su familia y su trabajo,
para andar como carismático itinerante por ciudades y aldeas, tomó
una decisión arriesgada para su futuro. Pero, por el solo hecho de
alejarse de su familia, no se puede decir que cortara con ella. Para
casi todo el mundo llega el día en que se aleja de la casa paterna.
Es ley de vida. Ademas sabemos que Jesús tenía cuatro hermanos y
algunas hermanas (Mc 6,1-6), que sin duda siguieron cerca de la madre
en la pequeña aldea donde vivían.
2. De
este episodio no se puede deducir que Jesús se hubiera distanciado
de su familia o que la hubiese dejado en un segundo plano en su vida.
Ni con su respuesta Jesús quiso decir que la familia no tiene
importancia o debe ser marginada. Lo que Jesús deja claro es que
las relaciones de parentesco no son las más fuertes. Ni tienen que
ser las más determinantes para una persona. De ser así, los hijos
nunca deberían dejar a sus padres para formar ellos una nueva
familia. Las relaciones de parentesco son enteramente necesarias.
Pero no son un fin, sino un medio. Más aún las relaciones de
parentesco son sanas y constructivas cuando producen personas libres,
que se relacionan por la fuerza de una “relación pura", la
relación basada en la comunicación emocional, transparente y libre.
3. Cuando
Jesús habla de los discípulos como su nueva familia, lo que en
realidad está diciendo es que lo importante en la vida es la
“relación pura", no basada en ataduras que se nos imponen o
en conveniencias e intereses que corrompen las relaciones entre
personas. Los discípulos de Jesús le seguían y estaban con él
porque entre ellos existía ese tipo de relación que debería ser
motivadora para todos.
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