8
DE JULIO - MIÉRCOLES -
14ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt
10,1-7
En
aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio
autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y
dolencia.
Estos
son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, el llamado
Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan,
Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el Alfeo y
Tadeo, Simón el fanático, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A
estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayáis a
tierra de
paganos,
ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas
descarriadas de Israel. Id y proclamad que el Reino de los Cielos
está cerca".
1. El
capítulo diez de Mateo tiene una importancia singular. Es el
capítulo de “la misión” de los “apóstoles”. El relato de
Mateo no habla directamente de la Iglesia, pero habla de los doce
apóstoles que, con el paso del tiempo, han sido (y son)
fundamentales en la vida y organización de la Iglesia. La Iglesia
cree que los obispos son sucesores de los apóstoles. Por eso, lo que
aquí dice Jesús sobre los apóstoles de entonces es fundamental
para los obispos de hoy.
2. Lo
primero que dice este evangelio es que Jesús dio a los discípulos
“autoridad", Mateo escogió bien esta palabra. No usa aquí el
término griego "dýnamis", que indica el poder que se basa
en la propia fuerza (natural o espiritual), sino que utiliza la
palabra "exousía", que se refiere al poder o autoridad
vinculada a una misión determinada. De acuerdo con las palabras de
Jesús, la "exousía" que se les da a los apóstoles es
antes que nada, un poder, una autoridad, para curar enfermos y
expulsar demonios, es decir, para aliviar sufrimientos y dar vida.
Esto es lo que dice Jesús de entrada. Y a partir de esto se ha de
entender la misión de los apóstoles.
3. Mateo
empieza llamándolos “discípulos”. Y de ahí, a renglón
seguido, los llama “apóstoles”. Obviamente, eso quiere decir que
los Doce Apóstoles (y sus sucesores los obispos), antes que
apóstoles, han de ser discípulos. No como los “discípulos” de
los rabinos, que se caracterizaban por su sentido jerárquico y su
sumisión a la Ley, sino los discípulos de Jesús, que eran los que
“compartían vida y mesa con él” (M. Hengel). Solo el que vive así
puede ser llamado “apóstol” y “sucesor de los apóstoles”.
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