martes, 7 de julio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 8 DE JULIO - MIÉRCOLES - 14ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO







8 DE JULIO - MIÉRCOLES -
14ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 10,1-7

En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan, Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el Alfeo y Tadeo, Simón el fanático, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayáis a tierra de
paganos, ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca".

1. El capítulo diez de Mateo tiene una importancia singular. Es el capítulo de “la misión” de los “apóstoles”. El relato de Mateo no habla directamente de la Iglesia, pero habla de los doce apóstoles que, con el paso del tiempo, han sido (y son) fundamentales en la vida y organización de la Iglesia. La Iglesia cree que los obispos son sucesores de los apóstoles. Por eso, lo que aquí dice Jesús sobre los apóstoles de entonces es fundamental para los obispos de hoy.

2. Lo primero que dice este evangelio es que Jesús dio a los discípulos “autoridad", Mateo escogió bien esta palabra. No usa aquí el término griego "dýnamis", que indica el poder que se basa en la propia fuerza (natural o espiritual), sino que utiliza la palabra "exousía", que se refiere al poder o autoridad vinculada a una misión determinada. De acuerdo con las palabras de Jesús, la "exousía" que se les da a los apóstoles es antes que nada, un poder, una autoridad, para curar enfermos y expulsar demonios, es decir, para aliviar sufrimientos y dar vida. Esto es lo que dice Jesús de entrada. Y a partir de esto se ha de entender la misión de los apóstoles.

3. Mateo empieza llamándolos “discípulos”. Y de ahí, a renglón seguido, los llama “apóstoles”. Obviamente, eso quiere decir que los Doce Apóstoles (y sus sucesores los obispos), antes que apóstoles, han de ser discípulos. No como los “discípulos” de los rabinos, que se caracterizaban por su sentido jerárquico y su sumisión a la Ley, sino los discípulos de Jesús, que eran los que “compartían vida y mesa con él” (M. Hengel). Solo el que  vive así puede ser llamado “apóstol” y “sucesor de los apóstoles”.




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