viernes, 24 de julio de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 26 de Julio Domingo 17º del Tiempo Ordinario - Ciclo B






26 de Julio
Domingo 17º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Primera Lectura del segundo libro de los Reyes (4,42-44):
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja.
Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman.»
El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?»
Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.»
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.

Palabra de Dios

Salmo 144,10-11.15-16.17-1
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
R/.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. 
R/.

Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6):

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios

Evangelio según san Juan (6,1-15):


En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»

Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.


Palabra del Señor


Nuestro gran pecado.

1. Por una serie de razones, que aquí no hay sitio para explicar, la eucaritía se ha deformado en la Iglesia hasta tal punto, que ya es prácticamente imposible reconocer lo que quiso Jesús. Y no digamos, si se trata de una misa de pontifical solemne en una catedral. El problema está en que la eucaristía tuvo su origen en las comidas de Jesús con la gente, especialmente en la multiplicación de los panes y en la cena de despedida. Pero, todo eso ha desaparecido. Y la comida compartida se ha convertido en un ceremonia/religioso que además no se entiende y a mucha gente ni le interesa.

2. Además, la misa se ha organizado de forma que la atención de los creyentes se centra en la presencia de Jesucristo y en la comunión.
Otros, lo que desean es que la misa les aproveche para ser ellos mejores, para rezar por un difunto o quizá otra intención. Así las cosas, a muchos de los que van a misa no les interesa lo que de verdad quiso Jesús: la comensalía, la mesa compartida, destinada a construir una comunidad humana basada, no en la religiosidad, ni en la piedad y devoción, y menos aún en la sumisión al poder sacerdotal.
La comensalía de Jesús con todos, empezando
por los pecadores y descreídos, fue pensada para construir la convivencia y las relaciones humanas sobre la bondad, el respeto, la ayuda mutua y la solidaridad.

3. Jesús se hace presente en la eucaristía. Por eso, el derecho de los cristianos a celebrar la presencia de Jesús entre ellos está antes que el privilegio de los sacerdotes a presidir la misa. Cada día hay menos sacerdotes y más cristianos sin eucaristía. Y sobre todo más gente a la que ni le interesa ir a misa. La Iglesia se está desmoronando por sí sola. Los que mandan han conseguido que solo les queden los grupos incondicionales.














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