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DE JULIO – JUEVES -
14ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt
10, 7-15
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “Id y proclamad que el
Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos,
limpiar leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis,
dadlo gratis. No llevéis en la fajo oro, plata, ni calderilla; ni
tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni
bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un
pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en
su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, si la casa se
lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo
merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o, no os
escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los
pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a
Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo”.
1. Lo
primero que Jesús deja claro, en lo que les dice a los apóstoles,
es que hay una relación directa entre la proclamación del Reino y
todo lo que es dar vida. Jesús piensa, por tanto, que el Reino de
Dios se hace presente antes que mediante doctrinas y teorías, dando
vida a los que la tienen limitada o amenazada. Es una equivocación
pensar que el anuncio del Reino se hace obligando a la gente a que
acepte una “teología ortodoxa", cuando lo que más urge Jesús
es que trabajemos y luchemos por dar vida y por dignificar la vida.
2. Jesús
pensó en la misión de los apóstoles de forma que, para realizar
tal misión no necesitaban dinero. Más aún, Jesús pensaba que,
para hacer visible el Reino de Dios, el dinero es un estorbo. Lo
mismo que es un estorbo todo lo que sea (o parezca) ostentación o
imagen que llama la atención. Jesús no quiere nada de eso, ni para
sus apóstoles, ni por tanto para los sucesores de sus apóstoles.
¿Por qué esta postura tan radical de Jesús?
3. Un
Evangelio que se transmite sin dinero, ni con dinero ni por dinero
¿no es la prueba más evidente de que el Evangelio es la fuerza de
la vida que brota del amor y solo busca amor, respeto, bondad,
tolerancia, en definitiva otro modelo de persona, que ya no puede ser
nada más que el “hombre-no-económico” (M. Daraki), el ser
humano que añoramos y nunca alcanzamos? San Pablo parece que lo
entendió así. Por eso insiste, hasta diez veces, que él renunció
a recibir dinero por su apostolado, “para no crear obstáculos al
Evangelio” (1 Tes 4, 10 Ss; 2, 3. 6-12; 1 Cor 4, 12; 9,4-18; 2 Cor
11, 7-12; 12, 13-18; Hech 20, 33-35; cf. Hech 18, 1-4).
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