domingo, 2 de agosto de 2015

Párate un momento: 3 DE AGOSTO – LUNES - 18ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO







3 DE AGOSTO – LUNES -
18ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 14, 13-21

  En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado.
   Al saberlo la gentes lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde se acercaron los discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y es muy tarde; despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y se compren comida". Jesús les replicó: “No hace falta que vayan, darles vosotros de
comer”. Ellos le replicaron: ‘Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces". Les dijo: "Traédmelos". Mandó a la gente que se recostase en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.    Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños".

1. La solución que los discípulos proponen para resolver el problema del hambre, es que la gente vaya a las aldeas a comprar. O sea, el comercio como solución. Es la solución que se le ocurre a cualquiera. Pero Jesús ve que por ahí no va la solución al problema del hambre en el mundo.

2. Se ha dicho muchas veces que la solución alternativa, que Jesús propone, es compartir lo que se tiene con los demás. Pero esto necesita dos precisiones: 1) No se trata de sustituir el comercio por la solidaridad, sino de que a las limitaciones y las injusticias del comercio se sobreponga la solidaridad; 2) Pero como eso, en la prácticas no va a ser la solución, Jesús propone un proyecto de solidaridad enteramente nuevo y de mucha
mayor hondura. ¿De qué se trata?

3. Lo que hizo Jesús, en aquel momento, está redactado de tal manera que reproduce con las mismas palabras el relato de la institución de la eucaristía: tomar el pan, pronunciar la bendición, partir el pan, darlo a los discípulos (Mt 26, 26). La “Cena” en común, que cada domingo celebraban las comunidades cristianas de los primeros siglos, tuvo tal fuerza de cambio social, que la "puesta en común" que era lo central de aquellas eucaristías, fue la fuerza de expansión que tuvo el primitivo cristianismo. Los testimonios de Justino (A pol. 1, 67), Tertuliano (Apol. 39), la Didaska-
lía (II, 26), entre otros muchos, demuestran que “el servicio a los débiles estaba esencialmente ligado a la celebración del sacramento de nuestra comunión” (Y. Congar). Las gentes del Imperio, que en el s. III vivieron “una época de angustia” (E. R. Dodds), experimentaron en la eucaristía
de los cristianos que otro mundo era posible. Hasta que el ritualismo y la pompa clerical acabaron con este proyecto.



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