viernes, 28 de agosto de 2015

Párate un momento: lecturas del día 30 de Agosto - Domingo - XXII - Semana del Tiempo Ordinario



30 de Agosto - Domingo -
XXII - Semana del Tiempo Ordinario

1ª Lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8

Moisés habló al pueblo, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: «Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente». Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?”.

Salmo 14

R// Señor, ¿quién puede hospedarse
en tu tienda?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

Segunda lectura Santiago 1, 17-18. 21b-22. 27

Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la Palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre ese esta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.

Evangelio Marcos 7, 1-8, 14-15. 21-23.

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. —Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas—. Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?”. Él les contestó: "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, está escrito: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres". En otra ocasión llamó Jesús a la gente y les dijo: “Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro”.

1. Este conflicto de Jesús con los fariseos y los maestros de la ley indica, con suficiente claridad, el rechazo que el mismo Jesús expresó respecto a los ritos religiosos. Los ritos (sociales, culturales, deportivos, militares, religiosos...) son fundamentales para la pervivencia de las sociedades humanas. Y en las religiones, los ritos son tan importantes que constituyen todo el sistema de signos que mantiene a la religión. Pero los ritos tienen un inconveniente importante: son acciones que debido a la exactitud y al rigor de su observancia, “se constituyen en un fin en sí mismos”. Lo cual tiene una consecuencia fatal. Que consiste en que el “rito” se separa de la “conducta” del observante de ese rito (G. Theissen).

2. Por eso, este evangelio pone al descubierto el peligro de engaño que tiene la religión. Es el engaño que se produce en todo el que antepone el ritual a la ética. Porque la honradez, la bondad, la sinceridad, la honestidad, todo eso no nace del ritual, sino del corazón. Jesús lo afirma rotundamente. Y la vida nos enseña que hay gente que se pasa años observando escrupulosamente rituales, sacramentos y observancias, pero sabemos que, después de tantos años de fidelidades religiosas, el observantes sigue teniendo los mismos defectos y las mismas miserias humanas que tenia hace años, quizá muchos años.

3. De ahí que lo importante, para Jesús y para nuestra vida, no son los gestos externos (lavatorios, gestos corporales, utilización de objetos sagrados...), sino lo que nos sale de dentro, de nuestros sentimientos y de nuestras experiencias más profundas. Es decir, lo importante no son los “ritos”, sino los “símbolos", que son la expresión de nuestras experiencia más hondas y más auténticas: una mirada, un beso, un abrazo, la expresividad de nuestro rostro. Estos gestos simbólicos son los que dicen lo que somos de verdad.



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